Construida para trasladar las tablas de los Diez Mandamientos a la Tierra Prometida, el Arca de la Alianza desapareció misteriosamente hace unos 2.600 años a pesar de estar custodiada en el Templo de Salomón. Esta es su apasionante historia…
Salomón construyó un majestuoso templo donde el Arca de la Alianza estuvo protegida durante casi cuatro siglos, pero luego desapareció misteriosamente hace más o menos 2.600 años.
Los arqueólogos han buscado esta reliquia incansablemente pero no ha aparecido ningún vestigio de la misma ¿Tuvo la reina de Saba algo que ver con este hecho?
La historia de la época antigua relacionada con el Oriente Próximo y el Oriente Medio está contenida en la Biblia, libro que se compone del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento narra las memorias del pueblo hebreo, mientras que el Nuevo Testamento se refiere a la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Entre ambos textos se recopilan escritos que cubren un período de mil años.
Sin embargo, los judíos tienen su propia biblia, que se llama Tanaj y consta de veinticuatro libros que versan sobre diferentes eventos de su devenir histórico; estos textos también forman parte del Antiguo Testamento y, por lo tanto, de la Biblia cristiana.
Existen algunas discrepancias entre lo que dice la Biblia y los hechos que los historiadores han comprobado a través de sus fuentes científicas, las cuales se fundamentan en los descubrimientos arqueológicos así como en otros documentos que consideran fidedignos.
Para la mayoría de los historiadores, la Biblia es parcialmente creíble, aunque diversos hallazgos arqueológicos han confirmado gran cantidad de acontecimientos que están recogidos en la misma.
Hasta el momento, los arqueólogos no han comprobado la existencia de Salomón, ni tampoco de la reina de Saba. Pero en Israel, así como en todo el Oriente Próximo y Medio Oriente, la actividad arqueológica es incansable.
Tanto propios, como extranjeros que se sienten atraídos por la increíble riqueza histórica que en la zona se encuentra, buscan los testimonios físicos de las miles de referencias contenidas en la Biblia.
El pueblo hebreo y el Arca de la Alianza
Hay evidencias de que existió un grupo de tribus nómadas que habitaba la región de Mesopotamia y que se trasladó, en el año 1850 a.C., a las tierras de Canaán. Se trata del pueblo hebreo.
Según cuenta la Biblia, Dios se le apareció al patriarca Abraham cuando éste tenía cien años y le dijo que de su estirpe nacerían muchos pueblos y muchos reyes, y que les daría unas tierras hacia donde habrían de dirigirse:
“Porque Yahveh, tu Dios, te introduce en la buena tierra; tierra de arroyos, de fuentes, de manantiales (…); tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de ¡ olivos, de aceite y miel; tierra en la cual no comerás pan con escasez y donde no te faltará nada; tierra cuyas piedras son de hierro y de cuyos montes sacarás cobre (…)”. DEUTERONOMIO 8:7
Emprendió entonces Abraham el camino hacia a Canaán, seguido de las tribus hebreas, para al llegar convertirse en agricultores sedentarios que se mezclaron con los pobladores que ya estaban en aquel territorio.›
Pero pasados más o menos cien años una terrible sequía azotó a la región, por lo que los hebreos y otros habitantes de Canaán tuvieron que emigrar a Egipto, donde al principio los trataron bien pero terminaron siendo esclavos.
Se dice que aproximadamente en el año 1330 a.C., luego de permanecer más de cuatrocientos años en Egipto, Dios se le apareció nuevamente al pueblo hebreo, esta vez a Moisés en monte Sinaí, y lo exhortó a que volvieran a su tierra: la Tierra Prometida, mientras ponía en sus manos las Tablas de la Ley.
Las Tablas de la Ley eran dos piedras planas donde estaban grabados los Diez Mandamientos. También Yahveh, al momento de entregar a Moisés los diez preceptos por los que habrían regirse, le indicó que debía construir un arca para guardar las Tablas, especificándole las medidas exactas.
Regresaron entonces los hebreos al lugar del que habían salido, en un viaje que duró cuarenta años y llevando consigo el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley. En el largo recorrido, cuando acampaban, levantaban una tienda de campaña como templo provisional, colocaban allí el Arca y honraban a Yahveh.
El legendario rey Salomón
Cuando los hebreos llegaron nuevamente a Canaán se hizo necesario conquistar el territorio, que luego fue dividido entre las doce tribus: los doce hijos del patriarca Jacob -nieto de Abraham-, al que Yahveh le había cambiado el nombre por el de Israel, que quiere decir “el que lucha junto a Dios”.
Salomón fue el hijo de David con una de sus esposas, y al parecer gobernó entre los años 965 y 928 a.C. Es considerado un gran profeta en el Antiguo Testamento y también por los musulmanes; aparece como Sulayman en el Corán: el libro sagrado que contiene la palabra que Alá le revelara al profeta Mahoma.
La historia de Salomón es narrada con detalle en el Libro 1 Reyes, que forma parte de la Biblia y constituye una recopilación de los documentos donde se llevaba cuenta de todas las actividades de los reyes de Israel.
Igualmente, existe un texto medieval, escrito por un obispo de Génova en el siglo XIII, cuyo nombre es “Leyenda Áurea” y de donde mayormente provienen todas las leyendas que rodean a Salomón.
Este último libro cuenta que el rey Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas; que entendía el lenguaje de los pájaros, de lo cual provenía su gran sabiduría, y que practicaba tanto la magia como la alquimia.
Así mismo, dice esta leyenda que el sello con la Estrella de David había sido otorgado por Dios a Salomón, para dotarlo de poderes sobrenaturales, y que el mítico rey escribió el desaparecido “Manuscrito secreto de Salomón” donde se encuentran todas las fórmulas mágicas que utilizaba.
Por otra parte, la Biblia menciona que Salomón guardaba grandes cantidades de oro proveniente de unas minas lejanas, que supuestamente se encontraban en Ofir: una ciudad que nunca se ha ubicado, aunque se cree que puede haber estado en África.
Al morir Salomón, el gran Reino de Israel se dividió en dos partes, lo que debilitó a los hebreos exponiéndolos a futuras invasiones. La región del norte siguió conservando el nombre de Reino de Israel, mientras que la del sur, donde se ubicaba la ciudad de Jerusalén, pasó a llamarse Reino de Judá.
El Templo de Jerusalém
Según se deduce de los escritos bíblicos, el gran templo construido por el rey Salomón, conocido como el Templo de Jerusalén, estuvo terminado para el año 968 a.C.
Las sagradas escrituras especifican que los planos que soportaron la construcción del Templo fueron enviados por Dios a través de un profeta y por tal razón éste era absolutamente perfecto.
Ciertamente, fue una obra donde no cabría mayor perfección, según lo atestiguó el físico y matemático Isaac Newton, considerado como quizás el científico más brillante de toda la historia, quien vivió entre los años 1643 y 1727 de nuestra era y fue el descubridor de la fuerza de gravedad.
Los textos sagrados ubican al Templo de Jerusalén en un monte llamado Moriah, sin aclarar cuál era su ubicación geográfica. Sin embargo, los estudiosos posteriores concluyeron que se trata lugar donde ahora se encuentra la Cúpula de la Roca, una mezquita árabe construida en el año 691 de nuestra era bajo el dominio musulmán.
No existe información muy clara sobre dónde estuvo el Arca de la Alianza desde que llegó a la Tierra Prometida hasta que fuera trasladada al Templo del Rey Salomón, mas sin embargo sí se disponen de referencias acerca de que la misma fue colocada en el más suntuoso y amplio recinto del mismo.
Pero el Templo de Jerusalén fue destruido aproximadamente en el año 597 a.C., cuando el Imperio Babilónico invadió los territorios israelitas con Nabucodonosor II al frente: el mismo que construyó los “Jardines Colgantes de Babilonia”, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo.
La mayor parte del pueblo de Israel fue llevado encadenado a Babilonia, donde permaneció durante ochenta y pico de años, hasta que los Persas, procedentes de un lejano reino ubicado hacia el este y que hoy es Irán, ocuparon toda la región.
Los israelitas volvieron otra vez a su territorio en el año 515 a.C. y entonces se construye el Segundo Templo, pero para este momento ya no se menciona el Arca de la Alianza, por lo que no se sabe qué pudo haber pasado con ella a partir de la invasión de Babilonia.
Y sucede que, casi terminando el milenio, cuando faltaban sesenta y tres años para que naciera Jesús de Nazaret, otra gran invasión se cierne sobre el pueblo judío. Esta vez es el Imperio Romano de oriente -llamado bizantino- que, luego de varias guerras, destruye todos los vestigios de la cultura hebrea.
El Emperador romano Adriano (76 d.C.-138 d.C.) decidió demoler toda la ciudad de Jerusalén y en su lugar construir una nueva metrópoli que se llamó Aelia Capitolina.
A partir del año 135 de nuestra era los judíos fueron expulsados de sus territorios y comenzó una larga diáspora por el mundo que duró más de mil ochocientos años, durante la cual este pueblo supo preservar su religión y sus costumbres.
El enigma de la reina de Saba
El Libro 1 de Reyes narra la visita de la reina de Saba a Jerusalén:
“Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que su corazón tenía”. Libro 1 Reyes 10.
Esta extraña reina, que llegó a Jerusalén cargada de presentes para el rey Salomón, también aparece mencionada en el Corán; así como en el Kebra Nagast, que es el libro sagrado de Etiopía donde se relata la historia de todos sus reyes.
En las escrituras sagradas etíopes se cuenta que la reina de Saba, conocida también por los nombres de Makeda o Balkis, fue la primera soberana de aquel reino: un territorio lleno de jardines y muy rico en oro, plata, piedras preciosas, especias, incienso y mirra.
Parece que no hay lugar a dudas sobre la existencia de los sabeos, antiguas tribus ampliamente reseñadas en la historia, que se cree ocuparon, entre los siglos XII y X a.C., los territorios de las actuales naciones Etiopía y Yemen.
El Kebra Nagast narra que la reina de Saba regresó de Jerusalén embarazada y tuvo un hijo al que puso por nombre Menelik, que quiere decir el “hijo del sabio”, el cual, llegado el momento, asumió la jefatura del reino como Menelik I.
Cuando el hijo de Makeda fue hombre, quiso conocer a su padre; como prueba de que era hijo de Salomón llevó un anillo que éste le había regalado a su madre al partir, por lo fue recibido con mucho afecto y tratado como un príncipe en Jerusalén.
Pero lo más sorprendente de lo que se encuentra escrito en los libros sagrados de Etiopía, es que Salomón entregó a Menelik, antes de que éste regresara a su tierra, el Arca de la Alianza.
Algunas conjeturas sobre el Arca de la Alianza
Ante el misterio derivado de las infructuosas búsquedas del Arca de la Alianza, existen algunos teóricos que, sin mucho fundamento en la mayoría de los casos, hacen mención a las siguientes hipótesis:
- Quedó enterrada en el Primer Templo, que está debajo del Segundo Templo, ambos sepultados en el monte Moriah donde actualmente se encuentra la Cúpula de la Roca.
- Se oculta en el Monte del Calvario, donde crucificaron a Jesucristo.
- La sacaron de Jerusalén ante la amenaza de los babilónicos y está escondida en la actual Jordania.
- Fue llevada a un lugar desconocido en el sur de África.
- Los Caballeros Templarios la robaron durante las Cruzadas y se encuentra en Escocia.
- La tienen guardada en una iglesia de Etiopía