ILYA GALPERIN: EL NIÑO JUDÍO QUE SE CONVIRTIÓ EN LA «MASCOTA» DE LAS SS LETONAS







Alex Uldis Kurzem (cuyo verdadero nombre es Ilya Galperin, nació en Koidanov Bielorrusia, 1935/36), hijo de padres judíos, Salomón Galperin y Chana Gildenberg. 

Fue hecho mascota por la policía letona, consiguiendo así salvar su vida, ya que era judío. después de la guerra, emigró a Australia, donde se casó y fundó una familia, tuvo guardado su pasado durante muchos años, hasta que se decidió contarla a su familia. Se quedó huérfano a los 5/6 años de edad durante el período de la IIGM. Los ejércitos alemanes, que habían invadido Rusia en junio, hasta que el 20 de octubre de 1941, entró un escuadrón especial de las SS en su aldea.

Cuando intentaba huir, fue recogido por su madre, la cual le susurró al oído: «mañana estaremos todos muertos». Él se las ingenió para escapar de la masacre, huyendo a las montañas, y desde una colina cercana, vió cómo los habitantes eran alineados en fila en la plaza, donde fueron ejecutados uno a uno, entre ellos, su madre (el padre logró huir, integrándose en la lucha partisana) y sus dos hermanos. Se desmayó, y así estuvo hasta el amanecer.
Pensó que su padre también habría muerto, se escapó a los bosques cercanos (aquí no hay datos concretos), donde pasó varios meses, solo y aterrorizado.
Se mordía la mano para no gritar, cuando oía voces cercanas, comía bayas y frutas que caía de los árboles, sobrevivió pidiendo pan y limosnas de puerta en puerta en las aldeas cercanas, aunque nadie quería hacerse cargo de él, y escalaba los árboles para evitar el ataque de los lobos, vestía la ropa que quitaba a los cadáveres de los soldados que se encontraba. No sabía adónde iba a ir, y no podía regresar a su aldea.
Hasta que fue descubierto por un lugareño, el cual lo entregó a la policía lituana, que más tarde fue incorporada a las SS. Pensó que todo se desmoronaba al comprobar que fue llevado junto a un grupo, miraba las aterrorizadas caras de los seres que iban a ser asesinados. Era el final.
Un oficial se acercó a él para examinarle y comprobó que era judío (estaba circuncidado), le dijo que nunca lo enseñara y que no dijera que era judío.
Alex le dijo: antes de matarme, ¿me darías un trozo de pan?. Por alguna misteriosa razón, aquel sargento de la policía letona, Jekabs Kulis (implicado en cientos de asesinatos de judíos en Riga), decidió salvarle la vida. 
Lo sacó del grupo, y se lo llevó a una escuela. «Esto es malo», le susurró. «No quiero matarte, pero no puedo dejarte aquí porque morirás». Al fondo, el estruendo de los disparos desencajó la faz de Ilya: «Te llevaré conmigo, te daré un nuevo nombre y dirás que eres un huérfano ruso», le aleccionó. ¿Por qué le salvó, y le tuvo lástima? ¿Tal vez por su aspecto de ario, de niño rubio? Ilya nunca lo supo, ni lo sabrá, y jamás reveló su pasado a nadie, ni a su mujer hasta 1997. Les dijo a todos que Alex era un huérfano ruso y le bautizaron como Uldis Kurzemnieks. 

Y así fue como los soldados de las SS le convirtieron en su mascota, un soldado en miniatura con uniforme e insignia. Le dieron un uniforme con su rango, un pequeño rifle y una pistola. Le encargaban pequeñas tareas, como limpiar zapatos, llevar agua o encender el fuego, «pero mi trabajo principal era entretener a los soldados, les hacía recados, les cantaba, lustraba sus botas, hacer que se sintieran un poquito felices. Era como un divertimento para ellos. Les hacía mucha gracia cuando saludaba con mi pequeño uniforme», esto le daba tranquilidad, comida y un techo donde dormir.

Fue utilizado por las SS para atraer a los ciudadanos judíos. En los alrededores de los vagones de carga que los transportarían, engañados, a los campos de exterminio fue obligado a ofrecer barras de chocolate para que subieran a esos trenes de la muerte, y así estuvieran más confiados entre abominables atrocidades. Vio quemar a cientos de judíos, como una vez que metieron a los judíos en una sinagoga, prendiéndole fuego, y aunque los soldados le protegían, no podían hacer que cerrara los ojos.
También lo utilizaban para atraer a las mujeres con flores al campamento, para ser violadas, mientras él se escondía en un rincón. Pero estaba atrapado: si los rusos se enteraban que había sido captado por las SS, era su sentencia de muerte, y si los nazis descubren que era un niño judío, lo mismo.
«Cada momento debía mantenerme fuerte y no dejarme doblegar por mis emociones porque si alguien descubría mi identidad ciertamente moriría. No tenía a nadie a quien recurrir.» Desconfiaba hasta de su sombra. Era una lucha diaria, pero afortunadamente parecía más alemán que ellos.
Los SS letones estaban convencidos de que era un huérfano ruso de origen alemán, y fue por eso que merecí convertirme en la mascota del batallón Nº 18, los soldados velaban por mí».
En poco tiempo, se hizo famoso, y la propaganda nazi lo utilizó en noticiarios y artículos de prensa, presentándolo como el nazi más joven del Reich.
Kurzem dice no recordar a Hitler, pero que está documentado en una película nazi como desfiló ante Adolf Hitler, que lo proclamó como un ejemplo de la juventud alemana.
En 1944, avanzado el año, con la derrota alemana en el horizonte, ya tenía el rango de SS-Unterscharführer,(sargento primero).
El sargento Kulis le envió a vivir con una familia letona, los Dzenis, una familia de industriales chocolateros, donde es rebautizado como Alex Kurzem. Cuando los soviéticos recuperan el país, los Dzenis huyen de Letonia a Alemania, vía Dresde, y se llevan al niño. Vivirán durante cinco años en Alemania, y después en un campo de realojados en Hamburgo, antes de emigrar solo a Australia, en 1949, con una maleta color café.
Decidió enterrar esos recuerdos, y empezó a trabajar en un circo, poco después se ganaba la vida arreglando televisores, en Melbourne. Se casó con su novia católica, Patricia y tuvieron tres hijos, pero los recuerdos pasados que tenía de su vida, no se lo reveló ni a su mujer.
«Cuando dejé Europa me dije a mi mismo que olvidaría el pasado y que iba a comenzar una nueva vida y en un nuevo país, así que decidí pasar la pagina y ponerle un candado. Logré hacerlo, a veces le decía a la gente que había perdido mis padres en la guerra, pero no entraba nunca en detalles, guardé el secreto y nunca le dije nada a nadie, este país me ha tratado bien.
Visitó alguna vez a su familia adoptiva, pero nunca les habló de su pasado.
En 1997, después de cincuenta años, finalmente reveló a su familia, su increíble historia. Tampoco su esposa sabía que él era judío. Sus recuerdos eran borrosos y ni siquiera conocía su verdadero nombre, por eso en un principio la historia fue recibida con cierto escepticismo por algunos expertos. Pero poco tiempo después, un grupo judío lo validó y se descubrió que el verdadero nombre del pequeño no es Alex, sino Ilya Galperin y hasta se halló una película donde aparece luciendo las galas, junto a miembros de las SS. 
Otro detalle insólito es que su padre no murió en la guerra, sino que se casó (una mujer que también perdió a su marido y a sus hijos) y tuvo un hijo.
Junto a su hijo Mark, empezaron a investigar el pasado, viajando varias veces a Letonia, donde revisando muchos archivos estatales, se vio incluso en una película desfilando, con su uniforme SS y jugando con otros niños «arios». Estuvieron en la aldea donde nació, y conoció los familiares que habían sobrevivido e incluso a su hermanastro, Erick.
Finalmente, después de todo este tiempo, he podido dejar una rosa sobre la tumba de mi madre; pero cuando estuve de pie en ese lugar, como hombre adulto, desde donde la vi morir, tuve que volver a morderme el puño para no gritar
¿“Por qué me acogieron y me utilizaron como mascota?, desearon quizá sentirse más humanos en medio de las atrocidades que causaron” afirma Kurzem.
A raíz de una investigación a fondo, sobre las acusaciones de que de alguna manera tiene cierta culpabilidad, Alex dice que no se arrepiente, «hice lo que tenía que hacer con el fin de sobrevivir, si se me da la oportunidad de tomar las mismas decisiones, volvería a elegir lo mismo de las opciones que tenía».
El sr. Kurzem escribió varios libros sobre su vida y se filmó una película sobre su historia, él también daba conferencias a nivel internacional para niños en edad escolar.
En 2002, el hijo de Kurzem, Mark (muerto en 2010), escribió y produjo un documental (con Lina Caneva) titulado «La Mascota», que cuenta la historia de su padre de su infancia entre los SS de Letonia. Posteriormente escribió un libro con el mismo título, editado en 2008, que cuenta la misma historia.

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