Hace varios años, el Sr. Steinberg viajó a Panamá, y me narró la historia de su niñez en Uruguay. Las imágenes de su narración quedaron grabadas en mi memoria y me obstiné con ellas hasta llevarme a una investigación enorme que me consumió.
Siendo un niño de primaria su madre lo sacó un día de la escuela y lo llevó al puerto en Montevideo, esperaban según ella, a sus parientes de Alemania.
Madre y niño caminaron un día tras otro, semanas, meses y meses a la rampa del puerto sobre el río de la Plata. Él dejo de ir a la escuela pues seguía acompañando a su mamá a quien no le importaba si llovía, si hacia frío o calor, seguía yendo al puerto a esperar, esperar y esperar interminables horas.
Regresaban a su casa cada día muy entrada la noche cuando llegaba el último barco, pero nunca nadie llegó al puerto, ni su tía, sus abuelos, primos, nadie.
Incluso pudo ver con ella cuando fue dinamitado ahí frente a ellos el acorazado de bolsillo alemán, Admiral Graf Spee y echado a pique en la bahía. Los nazis trataban de cerrar las rutas de suministro de alimento a los aliados desde Sudamérica. El ancla de la nave de guerra alemana sigue expuesta en el puerto.
Un día su madre le dijo que ya no harían más viajes al puerto tras finalizada la Segunda Guerra Mundial. Ella volvió a Alemania y cuando regresó a Montevideo, ya no era la misma. Volvió muda y taciturna, lloraba o de repente tenía miedo y ataques de pánico de que la vivieran o la estuvieran espiando, nada le contó a su hijo.
Al crecer el hijo entendió que era mejor no preguntar lo que ella averiguó en Alemania. En la lista del holocausto, muertos en campos de concentración, cámaras de gas o ejecutados en bosques oscuros, estaban los nombres de su familia. Nadie sobrevivió por ello nadie llegó nunca a aquel puerto sobre el Río de la Plata. Ella que trató con su silencio, de vivir sin referirse a los impronunciables hechos acaecidos con su familia, desarrolló una enfermedad neurodegenerativa y terminal. Fue sepultada en Montevideo.
Con el hoy enorme potencial de internet me puse a buscar los nombres de su familia que era enorme Y sí, era cierto, aparecían muertos en los campos de los nazis, casi todos exterminados. Pero había nombres que no estaban en las listas, sobre todo jóvenes y de niños pequeños que no eran contabilizados. Les seguí la pista y sí, ¡eureka! unos primitos habían escapado como el niño Steinberg, de las garras del enemigo.
Les localicé en Estados Unidos, Alemania , Israel, etc. Muchos habían cambiado de nombre, incluso de religión. Algunos crecieron en Inglaterra o se fueron a Rusia. Ellos también crecieron pensando que todos murieron, pero los tíos antes de ir cautivos a los campos de extermino pudieron salvar a algunos de ellos al ponerles en un tren, en manos de desconocidos o de algún pariente lejano en el extranjero, y finalmente se salvaron, pero creyendo como el niño de Uruguay que estaban solos.
Haciendo las veces de ese barco que nunca llegó al Puerto de Montevideo, desembarqué mi investigación y les puse en contacto pudiéndose encontrar los primos, muy mayores todos. Hoy se escriben e intercambian fotos actualizaciones del rompecabezas de la vida de cada uno. Otros han ido falleciendo, pero tuvieron la oportunidad de encontrarse con esos primos perdidos.
Hoy el Niño del puerto de Montevideo esta de cumple por ello le deseo un Alles Gute zum Geburtstag!
Adis Urieta Vega, embajadora de Panamá en Israel. / Iton Gadol