El ignorado éxodo judío de los países árabes




El pasado mes de julio el diputado de la Knéset Simón Ohayon, miembro de la coalición Likud-Israel Betenu, presentó a la Comisión de Justicia un proyecto de ley para señalar en el calendario el 17 de febrero como día nacional de conmemoración de la peripecia de los refugiados judíos de los países árabes.

El proyecto de ley proponía que en esta fecha se honrase a los 850.000 judíos (las cifras más conservadoras hablan de 700.000) que fueron expulsados o huyeron de sus hogares milenarios en los países árabes durante la segunda mitad del siglo XX. Ohayon eligió dicha fecha porque el 17 de febrero de 1948 la Liga Árabe aprobó una resolución para que sus miembros fijaran sanciones contra su población judía. Finalmente, el Parlamento israelí estableció como fecha conmemorativa el 30 de noviembre.

El mes pasado el exministro de Justicia de Canadá Irwin Cotler presentó una moción en el Parlamento de su país para el reconocimiento formal del desplazamiento forzado de judíos en los países árabes y musulmanes desde el nacimiento del Estado de Israel, en 1948. En su exposición, Cotler destacó que los países árabes, al rechazar el plan de partición de la ONU de 1947,pusieron en marcha una doble agresión: la primera, en forma de guerra contra el naciente Estado judía; y la segunda, en forma de campaña de agresiones contra sus nacionales judíos, lo que dio como resultado dos grupos de refugiados: los refugiados palestinos y los refugiados judíos de los países árabes.

Asimismo, dijo que ya era el momento de “resarcir el dolor y el sufrimiento de los refugiados judíos procedentes los países árabes y musulmanes del Norte de África y de Oriente Medio».

Ya no hay

Actualmente no hay refugiados judíos. Los supervivientes del Holocausto, no aceptados generalmente por sus países de origen, fueron absorbidos por Israel, EEUU y, en menor medida, Canadá, Sudamérica, Francia, Australia y Reino Unido, al igual que todos los judíos que escaparon o bien fueron expulsados de los países árabes y musulmanes de Oriente Medio y del Norte de África durante la segunda mitad del pasado siglo. Sin embargo, como bien señala Cotler, el recuerdo del calvario de estos últimos “ha sido eclipsado durante los últimos 60 años”.

La historia de los judíos procedentes de los países árabes y musulmanes desde 1948 (sefardíes, misrajíes, yemenitas y falashas) es una narración trágica, compuesta de rechazo, expolio, exilio y ostracismo.

El periodista Matti Friedman, en su ensayo sobre la nación misrají, se hace eco de las vivencias de la escritora norteamericana Stephanie Saldaña en Damasco, quien ofrece una descripción conmovedora de la “persistente presencia de la no existencia de los judíos en el mundo árabe”. Cuenta Saldaña que en los barrios de la capital siria donde vivieron judíos los vecinos aún sentían el vacío:

Habían estado allí tanto tiempo que el barrio no podía olvidarse de ellos (…) Cualquier viajero en el mundo árabe está familiarizado hoy con estas ausencias.

¿Qué sucedió?

Desde 1948, entre 700.000 y 850.000 judíos que por generaciones habían vivido en Marruecos, Libia, Túnez, Argelia, Egipto, Siria, Líbano, Irak, Yemen y Sudán fueron expulsados o huyeron, luego de ser convenientemente expoliados –Argelia, Túnez y Marruecos fueron los únicos países que no ordenaron la confiscación de sus bienes o alguna sanción económica–. En 2014 apenas quedan judíos en esos países.

Ya lo advertía el 29 de noviembre de 1947 el delegado de Egipto ante la ONU, una vez aprobado el plan de partición:

La vida de un millón de judíos en los países musulmanes se ve comprometida por la partición.

En enero de 1948 el presidente del Congreso Judío Mundial, Dr. Stephen Wise, envió una llamada de alarma al canciller norteamericano, George Marshall:

Entre 800.000 y un millón de judíos en el Medio Oriente y África del Norte están en peligro de aniquilación.

En mayo de 1948 el New York Times se hizo eco del llamamiento de Wise y publicó un artículo titulado «Judíos en grave peligro en todas las tierras musulmanas: 900.000 enfrentan en África y Asia la ira de sus enemigos «.

A lo largo de 1947 y 1948, los judíos que vivían en países árabes y musulmanes de Oriente Medio y del Norte de África fueron perseguidos, y sus propiedades y pertenencias confiscadas; también fueron objeto de pogromos instigados por los Gobiernos. 

En Siria, por ejemplo, los pogromos castigaron fuertemente Alepo, y el Gobierno congeló todas las cuentas bancarias judías; lo mismo ocurrió en Yemen. En Egipto hubo atentados con bomba en los barrios judíos; en Marruecos, los pogromos de Oujda y Yerada provocaron la emigración instantánea de 8.000 judíos.

En Libia los ataques contra los judíos comenzaron tres años antes del establecimiento del Estado de Israel. En noviembre de 1945, más de 130 judíos, incluidos 36 niños, fueron asesinados, cientos resultaron heridos, 4.000 fueron desplazados y 2.400 se quedaron sin hogar. Cinco sinagogas en Trípoli y cuatro en ciudades de provincia fueron destruidas, y más de 1.000 residencias y tiendas judías fueron saqueadas. En 1948 vivían alrededor de 38.000 judíos en Libia. Hoy, ninguno.

En Irak, como ya recordamos cuando hablábamos de la importancia de Babilonia para el judaísmo, al igual que en Libia, el hostigamiento a los judíos comenzó antes del nacimiento de Israel: en 1941 el Gobierno pronazi instigó el pogromo de Fahud, en el que fueron asesinadas 180 personas. En 1948 el sionismo es declarado un crimen capital; en 1950 se dio un año a los judíos para que abandonaran el país. Las propiedades de los que se fueron se expropiaron, y los que se quedaron fueron sometidos a restricciones económicas. Los judíos de Irak, una comunidad de 2.500 años de historia, fue diezmada. Los que quedan no alcanzan ni los dedos de una mano, como explico Stephen Farrell en el New York Times.

De los aproximadamente 800.000 refugiados judíos entre 1948 y 1972, más de 200.000 fueron a Europa y EEUU, mientras que 586.000 fueron absorbidos por Israel. Ninguno de ellos recibió compensación alguna por parte de los países que les confiscaron sus bienes y expulsaron.

Los números

Las cifras que manejan el experto en el mundo sefardí y el mundo islámico de la Universidad de Oklahoma Norman Stillman –autor de The Jews of Arab Lands: A History and Source Book(1979) y The Jews of Arab Lands in Modern Times (1991)–, el historiador de la Universidad George Washington Howard Sachar y la asociación Harif (Asociación de Judíos de Oriente Medio y Norte de África) son harto elocuentes:

Las operaciones de rescate y evacuación

Israel tiene como una de sus razones fundacionales proteger a cualquier judío, allá donde se encuentre. En este sentido, se llevaron a cabo titánicas operaciones de rescate y evacuación para llevar al Estado judío a aquellos que no podían hacerlo por sí mismos. Entre 1949 y 1951, con las operaciones Esdras y Nehemías, 104.000 judíos fueron evacuados de Irak. Entre junio de 1949 y septiembre de 1950, bajo la operación Alfombra Mágica, se evacuó a 49.000 judíos del Yemen. En la operación Yajín, que duró desde el invierno de 1961 hasta la primavera de 1964, 97.000 judíos emigraron desde Marruecos gracias a la ayuda clandestina del Mosad.

En los años 1984 y 1985 se llevaron a cabo las operaciones Moisés y Josué, por las que se consiguió llevar a Israel a 16.000 judíos etíopes. En 1991, la operación Salomón llevó a otros 14.325 falashas.

***

El éxodo judío de los países árabes y musulmanes del Norte de África y Oriente Medio ha sido uno de los desplazamientos forzados de población más importantes del siglo XX, pero pasa completamente inadvertido en todos los foros. Por otro lado, no deja de ser pasmoso que en Israel se haya tenido que esperar hasta el año 2014 para fijar un día de homenaje a estas gentes en el calendario.

Eli Cohen / ELMED.IO

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