Israel da un paso hacia el casamiento civil

 A primera vista, no era notorio que fuera transgresor: la novia estaba vestida de blanco y el novio rompió una copa bajo la jupá, el palio nupcial, mientras los invitados gritaban “¡Mazel tov!”.

Sin embargo, la pareja en realidad era parte de una rebelión de esmoquin y encaje, con israelíes que se resisten cada vez más al control de las autoridades estrictamente ortodoxas para las bodas judías legales.

Adam Mendelsohn-Lessel y Julia Eizenman remplazaron las siete bendiciones tradicionales con sus propios votos durante su casamiento en un kibutz, un viernes. Y en vez de un rabino, un actor de teatro y televisión ofició la ceremonia e inició con un rap rimado sobre cómo se conocieron.

“En realidad no quería una boda. Solo quería una fiesta”, dijo Mendelsohn-Lessel, de 36 años, quien trabaja en una fábrica de tostadoras de café. “No me gustan el sistema ni las instituciones”.

Eizenman, de 29 años, es una diseñadora gráfica que nació en Moldavia. Es hija de padre judío y de madre que no lo es, por lo que no habría cumplido con el requisito de ser lo “suficientemente” judía para casarse de manera oficial sin someterse a una ceremonia de conversión al judaísmo, porque esta es una religión matrilineal.

Miles de parejas israelíes ahora ignoran los requisitos legales y eluden la autoridad rabínica del Estado, conocida como el Gran Rabinato, para casarse como quieren.

De acuerdo con un estudio publicado este año, las bodas rabínicas autorizadas por el Estado israelí disminuyeron casi un ocho por ciento en los últimos dos años y casi un quince por ciento en Tel Aviv, ciudad mayoritariamente secular.

No hay matrimonio civil en Israel. Bajo un acuerdo político al que llegaron hace setenta años los fundadores sionistas seculares de la nación y las fuerzas religiosas, cuyo apoyo necesitaban los primeros, las autoridades rabínicas tienen el control exclusivo del matrimonio y el divorcio. El poder desproporcionado que la política israelí de coalición les ha dado a los partidos políticos ultraortodoxos mantiene en vigor el sistema.

Los partidarios de este dicen que preserva la unidad manteniendo una sola vertiente del judaísmo que se adhiere a la ley judía estricta y que protege a las futuras generaciones del caos canónico.

“Es importante continuar con el registro rabínico centralizado de matrimonios, una institución reconocida en todo el mundo judío”, dijo Eliezer Simcha Weiss, rabino afiliado al Rabinato de un consejo regional local en Israel central, quien señaló que la mayoría de las parejas todavía se casan mediante el Rabinato.

  Boda marroquí 

 
Sin embargo, para registrarse en el Rabinato las parejas deben calificar como judías. La novia debe pasar por un baño ritual antes de la boda, llevar velo y seguir al novio a la jupá, donde desempeña un papel rutinariamente silencioso. El contrato tradicional de boda se escribe en arameo. Si las cosas al final no funcionan, la esposa depende del consentimiento de su esposo para obtener un divorcio religioso.

Muchos jóvenes israelíes quieren una ceremonia más igualitaria y estar libres de los rigores de las autoridades rabínicas, lo cual ha llevado a un aumento en las bodas alternativas.

En un país que aún legisla su identidad nacional y debate temas de la igualdad, las guerras nupciales también reflejan una oposición más amplia a lo que muchos aquí consideran coerción religiosa.

“Lo que estamos viendo en Israel no es nada menos que una revolución silenciosa que impulsan desde abajo organizaciones y personas”, dijo Uri Keidar, director ejecutivo de Be Free Israel, una organización que promueve los derechos civiles, el pluralismo y que es una de varias que ofrecen uniones y matrimonios alternativos.

“Decidieron que ya están hartos de esperar a nuestros políticos o al Gran Rabinato”, agregó. “Miles de israelíes están reclamando su judaísmo y eligen su propio camino hacia el matrimonio, mientras el sistema político está paralizado”.

Para casarse legalmente, todos los israelíes —judíos, musulmanes y cristianos— solo pueden elegir entre hacerlo mediante sus respectivas autoridades religiosas estatales o irse del país; a menudo vuelan a Chipre para tener una ceremonia civil. Cuando regresan, se registran como casados en el Ministerio del Interior, que reconoce las bodas legales en el extranjero.

Los matrimonios judíos que llevan a cabo rabinos conservadores y reformistas, corrientes más liberales del judaísmo, no se reconocen oficialmente en Israel. Aun así, algunos israelíes han optado por las ceremonias más flexibles e igualitarias que ofrecen los rabinos reformistas y conservadores. Otros israelíes le piden a un amigo que los case, firman un acuerdo de unión civil con un abogado, se registran como cónyuges o simplemente viven juntos.

Incluso un número pequeño pero creciente de parejas ortodoxas practicantes están rechazando el Rabinato y se están casando según la ley judía estricta, pero en ceremonias privadas más igualitarias realizadas por rabinos ortodoxos disidentes.

La ola de matrimonios alternativos también beneficia a las parejas homosexuales que no pueden casarse legalmente en Israel.

Hay pocos inconvenientes legales por no tener una boda autorizada por el Estado, puesto que las parejas de hecho tienen beneficios y derechos similares en Israel. Si un matrimonio no registrado se acaba, no se requiere de un divorcio religioso a través del Rabinato, ya que el Estado no reconoció a la pareja como casada en primer lugar.

El rabino Weiss, del Rabinato, rechazó los reportes de un aumento en las bodas alternativas y dijo que se trataba de una campaña promocional por parte de las organizaciones que las apoyan. Tildó el video del Ministerio de Relaciones Exteriores de ser “noticia falsa”.

Algunas parejas, señaló, tienen bodas alternativas grandes y después se casan por segunda vez en una pequeña ceremonia del Rabinato, aunque sea para satisfacer a sus familiares más conservadores.

El estudio de 2018 acerca de las tendencias en las bodas, realizado por Panim, una red de organizaciones judías e israelíes, señaló que más de la mitad de las parejas que se casaron de manera alternativa cumplían con los requisitos judíos legales para poder tener una boda de Rabinato, pero no quisieron realizarla debido a sus convicciones.

Más de 400.000 israelíes, la mayoría de familias que emigraron de la antigua Unión Soviética, no se consideran legalmente judíos y no pueden casarse a través del Rabinato sin convertirse. A otras parejas les exigen investigaciones de sus antecedentes para demostrar sus acreditaciones como judíos.

Pola Barkan, de 28 años, directora de la Brigada Cultural, un grupo que promueve la cultura rusa en Israel, se casó con Mark Barkan, de 29, en una ceremonia ortodoxa de Rabinato. Como su familia había luchado para seguir siendo judía en la Unión Soviética, Mark dijo que no renunciaría a su cultura tan fácilmente. Aun así, Pola insistió en agregar una octava bendición, una oración para que todos sus amigos puedan casarse sin excepciones ni exclusión.

El rabino David Stav, presidente de Tzohar, una organización ortodoxa que ayuda a las parejas a navegar por la burocracia del Rabinato, dijo: “Todos los monopolios necesitan competencia. Creo que será positiva para el Rabinato y lo mejorará”.

Batya Kahana-Dror, directora de Mavoi Satum, un grupo que ayuda a las mujeres a quienes sus esposos les niegan el divorcio judío, también facilita bodas privadas ortodoxas no registradas.

“Es una revolución civil”, dijo Kahana-Dror. “El público religioso joven es muy crítico con el Rabinato. Actualmente hay opciones y la gente está votando con su rechazo”.

A primera vista, no era notorio que fuera transgresor: la novia estaba vestida de blanco y el novio rompió una copa bajo la jupá, el palio nupcial, mientras los invitados gritaban “¡Mazel tov!”.

Sin embargo, la pareja en realidad era parte de una rebelión de esmoquin y encaje, con israelíes que se resisten cada vez más al control de las autoridades estrictamente ortodoxas para las bodas judías legales.

Adam Mendelsohn-Lessel y Julia Eizenman remplazaron las siete bendiciones tradicionales con sus propios votos durante su casamiento en un kibutz, un viernes. Y en vez de un rabino, un actor de teatro y televisión ofició la ceremonia e inició con un rap rimado sobre cómo se conocieron.

“En realidad no quería una boda. Solo quería una fiesta”, dijo Mendelsohn-Lessel, de 36 años, quien trabaja en una fábrica de tostadoras de café. “No me gustan el sistema ni las instituciones”.

Eizenman, de 29 años, es una diseñadora gráfica que nació en Moldavia. Es hija de padre judío y de madre que no lo es, por lo que no habría cumplido con el requisito de ser lo “suficientemente” judía para casarse de manera oficial sin someterse a una ceremonia de conversión al judaísmo, porque esta es una religión matrilineal.

Miles de parejas israelíes ahora ignoran los requisitos legales y eluden la autoridad rabínica del Estado, conocida como el Gran Rabinato, para casarse como quieren.

De acuerdo con un estudio publicado este año, las bodas rabínicas autorizadas por el Estado israelí disminuyeron casi un ocho por ciento en los últimos dos años y casi un quince por ciento en Tel Aviv, ciudad mayoritariamente secular.

No hay matrimonio civil en Israel. Bajo un acuerdo político al que llegaron hace setenta años los fundadores sionistas seculares de la nación y las fuerzas religiosas, cuyo apoyo necesitaban los primeros, las autoridades rabínicas tienen el control exclusivo del matrimonio y el divorcio. El poder desproporcionado que la política israelí de coalición les ha dado a los partidos políticos ultraortodoxos mantiene en vigor el sistema.

Los partidarios de este dicen que preserva la unidad manteniendo una sola vertiente del judaísmo que se adhiere a la ley judía estricta y que protege a las futuras generaciones del caos canónico.

“Es importante continuar con el registro rabínico centralizado de matrimonios, una institución reconocida en todo el mundo judío”, dijo Eliezer Simcha Weiss, rabino afiliado al Rabinato de un consejo regional local en Israel central, quien señaló que la mayoría de las parejas todavía se casan mediante el Rabinato.

Sin embargo, para registrarse en el Rabinato las parejas deben calificar como judías. La novia debe pasar por un baño ritual antes de la boda, llevar velo y seguir al novio a la jupá, donde desempeña un papel rutinariamente silencioso. El contrato tradicional de boda se escribe en arameo. Si las cosas al final no funcionan, la esposa depende del consentimiento de su esposo para obtener un divorcio religioso.uchos jóvenes israelíes quieren una ceremonia más igualitaria y estar libres de los rigores de las autoridades rabínicas, lo cual ha llevado a un aumento en las bodas alternativas.

En un país que aún legisla su identidad nacional y debate temas de la igualdad, las guerras nupciales también reflejan una oposición más amplia a lo que muchos aquí consideran coerción religiosa.

“Lo que estamos viendo en Israel no es nada menos que una revolución silenciosa que impulsan desde abajo organizaciones y personas”, dijo Uri Keidar, director ejecutivo de Be Free Israel, una organización que promueve los derechos civiles, el pluralismo y que es una de varias que ofrecen uniones y matrimonios alternativos.

“Decidieron que ya están hartos de esperar a nuestros políticos o al Gran Rabinato”, agregó. “Miles de israelíes están reclamando su judaísmo y eligen su propio camino hacia el matrimonio, mientras el sistema político está paralizado”.

Para casarse legalmente, todos los israelíes —judíos, musulmanes y cristianos— solo pueden elegir entre hacerlo mediante sus respectivas autoridades religiosas estatales o irse del país; a menudo vuelan a Chipre para tener una ceremonia civil. Cuando regresan, se registran como casados en el Ministerio del Interior, que reconoce las bodas legales en el extranjero.

Los matrimonios judíos que llevan a cabo rabinos conservadores y reformistas, corrientes más liberales del judaísmo, no se reconocen oficialmente en Israel. Aun así, algunos israelíes han optado por las ceremonias más flexibles e igualitarias que ofrecen los rabinos reformistas y conservadores. Otros israelíes le piden a un amigo que los case, firman un acuerdo de unión civil con un abogado, se registran como cónyuges o simplemente viven juntos.

Incluso un número pequeño pero creciente de parejas ortodoxas practicantes están rechazando el Rabinato y se están casando según la ley judía estricta, pero en ceremonias privadas más igualitarias realizadas por rabinos ortodoxos disidentes.

La ola de matrimonios alternativos también beneficia a las parejas homosexuales que no pueden casarse legalmente en Israel.

Hay pocos inconvenientes legales por no tener una boda autorizada por el Estado, puesto que las parejas de hecho tienen beneficios y derechos similares en Israel. Si un matrimonio no registrado se acaba, no se requiere de un divorcio religioso a través del Rabinato, ya que el Estado no reconoció a la pareja como casada en primer lugar.

El rabino Weiss, del Rabinato, rechazó los reportes de un aumento en las bodas alternativas y dijo que se trataba de una campaña promocional por parte de las organizaciones que las apoyan. Tildó el video del Ministerio de Relaciones Exteriores de ser “noticia falsa”.

Algunas parejas, señaló, tienen bodas alternativas grandes y después se casan por segunda vez en una pequeña ceremonia del Rabinato, aunque sea para satisfacer a sus familiares más conservadores.

El estudio de 2018 acerca de las tendencias en las bodas, realizado por Panim, una red de organizaciones judías e israelíes, señaló que más de la mitad de las parejas que se casaron de manera alternativa cumplían con los requisitos judíos legales para poder tener una boda de Rabinato, pero no quisieron realizarla debido a sus convicciones.

Más de 400.000 israelíes, la mayoría de familias que emigraron de la antigua Unión Soviética, no se consideran legalmente judíos y no pueden casarse a través del Rabinato sin convertirse. A otras parejas les exigen investigaciones de sus antecedentes para demostrar sus acreditaciones como judíos.

Pola Barkan, de 28 años, directora de la Brigada Cultural, un grupo que promueve la cultura rusa en Israel, se casó con Mark Barkan, de 29, en una ceremonia ortodoxa de Rabinato. Como su familia había luchado para seguir siendo judía en la Unión Soviética, Mark dijo que no renunciaría a su cultura tan fácilmente. Aun así, Pola insistió en agregar una octava bendición, una oración para que todos sus amigos puedan casarse sin excepciones ni exclusión.

El rabino David Stav, presidente de Tzohar, una organización ortodoxa que ayuda a las parejas a navegar por la burocracia del Rabinato, dijo: “Todos los monopolios necesitan competencia. Creo que será positiva para el Rabinato y lo mejorará”.

Batya Kahana-Dror, directora de Mavoi Satum, un grupo que ayuda a las mujeres a quienes sus esposos les niegan el divorcio judío, también facilita bodas privadas ortodoxas no registradas.

“Es una revolución civil”, dijo Kahana-Dror. “El público religioso joven es muy crítico con el Rabinato. Actualmente hay opciones y la gente está votando con su rechazo”.

Vis a Vis


 Noruega puso a disposición su embajada en Tel Aviv para los israelíes que se quieran casar por vías que no sean religiosas

Noruega puso a disposición su embajada en Tel Aviv para los israelíes que se quieran casar por vías que no sean religiosas. Hasta ahora son las únicas habilitadas dentro del país. Aunque no hay impedimento legal, el gobierno israelí aun debe aceptar la oferta.

¿Se abre una posibilidad para el casamiento civil en Israel?. A partir de las demandas de parejas que no quieren casarse por vía religiosa y hoy no pueden hacerlo en el extranjero debido al coronavirus, Noruega ofreció sus oficinas diplomáticas para casar a ciudadanos israelíes.

La oferta noruega incluye la posibilidad de celebrar casamientos en su embajada en Tel Aviv y en su misión diplomática en Jerusalem. Implica un avance para un reclamo histórico de sectores seculares que no se sienten identificados con las instituciones religiosas. Son las únicas habilitadas para realizar bodas de manera oficial.

Muchos países aceptan casamientos de ciudadanos extranjeros y atraen a numerosas parejas israelíes que buscan el casamiento civil. Chipre es el destino más popular para este objetivo. Al momento del regreso a Israel estos casamientos son reconocidos oficialmente.

Hace tres meses, en el contexto del cierre de fronteras por el coronavirus, en la Knesset se discutió de qué manera se iba a encontrar una solución a los cientos de israelíes que querían casarse en el extranjero pero no podían viajar.

Miki Haimovich, presidente del Comité del Interior del parlamento, elevó un pedido al Ministerio de Relaciones Exteriores para que elabore una lista de los países dispuestos a ofrecer sus embajadas. Este jueves se conoció la respuesta positiva de Noruega.

Si bien a primera vista no hay ningún impedimento legal para la implementación de esta medida, debido a la sensibilidad del tema desde Oslo pidieron el visto bueno del gobierno para la celebración de estas bodas en Tel Aviv o Jerusalem, pero dentro de territorio reconocido internacionalmente como noruego.

Haimovich elevó el tema al Fiscal General y a Aryeh Deri, ministro del Interior y líder del partido ultraortodoxo Shas. “Tras el anuncio de la embajada de Noruega, pido al Fiscal General y al Ministro del Interior que aprueben el procedimiento. Ademas de permitir el cumplimiento de este derecho básico para parejas que sufren tanto dolor”, expresó la parlamentaria.

“En una democracia este derecho fundamental no debe ser negado a ningún ciudadano. Especialmente en un momento difícil en el que muchas personas atraviesan dificultades económicas, de salud y mentales”, agregó Haimovich. El comité continuará discutiendo esta propuesta el próximo lunes.

Por su parte, Sharen Haskel presentó un proyecto de ley que obliga a las autoridades israelíes a reconocer este tipo de bodas, para garantizar que esta nueva modalidad de casamientos civiles no pueda ser sometida a consideraciones políticas.

Ynet en español

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