Los expertos israelíes sostienen que las plantas de tratamiento aguas residuales de algunos países desarrollados deberían dar un paso para purificarlas, temiendo que el coronavirus pueda pasar por alto este proceso y entrar en los cuerpos de agua naturales.
“Encontramos que copias del virus sobrevivieron al tratamiento habitual de aguas residuales, lo que hace temer que cuando las aguas residuales tratadas entran en los cursos de agua y los ríos, pueden infectar a los animales”, dijo Oded Nir, uno de los científicos en una entrevista con el Times of Israel.
Según él, sólo el uno por ciento del ARN del coronavirus sobrevivió en las aguas residuales tratadas que inspeccionó su equipo, y los investigadores estiman que el SARS-CoV-2 puede permanecer activo sólo en aguas residuales no tratadas o tratadas inadecuadamente durante varios días.
Sin embargo, la cantidad del virus y el rápido tiempo de tratamiento en la planta de tratamiento, que puede convertir el agua sucia en agua limpia en 12 horas, es suficiente para disparar una alarma.
“Es difícil predecir lo que esto significará, pero existe la preocupación de que pueda llevar a la reinfección de los animales de vuelta a los humanos, tal vez después de una mutación”, dijo Nir, un investigador del Instituto Zuckerberg de Estudios del Agua de la Universidad Ben Gurion. “Si bombeamos grandes cantidades del virus a la naturaleza sin más tratamiento, podría impedir los esfuerzos para destruirlo”.
El equipo de Nir dice que un paso marcado al final del tratamiento rutinario de las aguas residuales puede eliminar el ARN remanente de coronavirus: la desinfección, que se realiza más a menudo clorando el agua, pero puede hacerse por otros métodos, incluyendo la radiación ultravioleta.
Aunque muchas plantas de tratamiento de aguas residuales añaden este paso antes de bombear a los ríos y arroyos, está lejos de ser universal, incluso en el mundo desarrollado.
Un portavoz de Thames Water, que controla 68.000 millas de aguas residuales y 5.235 estaciones de bombeo para 15 millones de londinenses, dijo a The Times of Israel que no clora ni añade un solo paso equivalente a sus aguas residuales. El grupo de Nir citó documentos de varios otros países y ciudades que apuntan a la falta de una desinfección similar, incluyendo un documento que afirma que sólo el 22 por ciento de las aguas residuales tratadas en Brasil son desinfectadas.
Hay varios factores que impiden la desinfección. A pesar de su eficacia como medida higiénica, aumenta los costos de las plantas de tratamiento y la mano de obra. También hay consideraciones ambientales, lo que significa que en épocas normales no pandémicas Nir no apoya esta práctica. El método más rentable de cloración puede dañar a los microorganismos y causar la liberación de productos químicos en el medio ambiente, dijo.
Nir y el microbiólogo Ariel Kushmaro, que también es investigador de la Universidad Ben Gurion en el Néguev, forman parte de un equipo que ha tomado muestras de plantas de tratamiento de aguas residuales israelíes para su estudio. Descubrieron que el tratamiento estándar utilizado en muchos países desarrollados de todo el mundo elimina el 99% del ARN del coronavirus.
“Aunque la cantidad de ARN restante es pequeña, si pensamos que podría haber 100.000 copias del virus en una sola gota, vemos que hay un problema”.
Los investigadores han descubierto que, al añadir el cloro apropiado, como ya está ocurriendo en Israel, se han destruido todos los rastros del virus.
La investigación de Ben Gurion, publicada en un repositorio en línea antes de la revisión por pares, llega en un momento en que los científicos son cada vez más conscientes de que las aguas residuales son una especie de “punto ciego” en el conocimiento del coronavirus.
Los expertos en agua de la Universidad Tecnológica de Durban publicaron recientemente un informe revisado por pares, uno de los estudios más completos hasta la fecha.
Su investigación muestra que, a diferencia del trabajo de Ben Gurion, el tratamiento convencional de las aguas residuales desactiva las partículas del coronavirus, pero requiere más investigación.
“Hasta la fecha, sólo un estudio ha analizado las aguas residuales tratadas para detectar el coronavirus”, se lamentaban. “La falta de interés puede explicarse por la creencia previa de que estos virus pueden no aparecer, y si lo hacen, con una baja carga viral en las aguas residuales”.
Los científicos de Durban señalaron que el SARS-CoV-2 vivo fue aislado de las heces de los pacientes unos 15 días después de que desarrollaran el VOCID-19.
Advirtieron que si se detectaba SARS-CoV-2 vivo en las cloacas, “podría causar problemas de salud” en quienes entraran en contacto con él y escribieron: “Actualmente, se cree que el SARS-CoV-2 tiene una dosis baja de infección, por lo que la carga viral en las cloacas podría seguir siendo de alto riesgo”.
Kushmaro dijo que la conclusión de su equipo de que hay rastros del ARN del coronavirus restante “no es alarmante”. Aunque admitió que no había pruebas de que el agua con ARN del coronavirus pudiera infectar a humanos o animales, Kushmaro subrayó que esto tampoco estaba descartado y que, por lo tanto, el cuidado y la desinfección debían llevarse a cabo en todos los planes en los que aún no se hubiera puesto en práctica.
“En Israel estamos añadiendo otra fase muy eficaz después del tratamiento de rutina, a saber, la cloración”, dijo Kushmaro, “pero en muchos países del mundo no se añade cloro, y alentamos a las plantas de tratamiento de agua de todo el mundo a que empiecen a añadirlo”.
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