Antes, durante y después de la Kristallnacht

 
En 1939 llegó a la Argentina Anita Goldschmidt con su familia. Nacida en Viena, Austria, quiso conocer su ciudad natal de la que nada se acordaba porque era muy pequeña cuando tuvieron que exilarse. También quiso visitar Deuchtkreuz, a 60 km de Viena, donde había vivido su abuela que emigró con ellos. 

Paradójicamente Deuchkreutz, quiere decir cruz alemana, donde había una gran población judía y una ieshiva importante. Allí su abuela tenía una enorme casa y una fábrica textil de bolsas para forraje y sogas de yute

Al estallar la Noche de los Cristales abandonó todo y partió con su nuera y nietas a Bratislava, Eslovaquia, donde vivía la familia de la madre de Anita. Esa determinación fue tomada por su padre cuando en Viena las ventanas de su casa fueron atacadas y sus cristales cayeron sobre la cuna de Anita.

Fue cuando su padre se dio cuenta de que el peligro iba a ser cada vez mayor para los judíos y para protegerlas las hizo huir. Con la familia a salvo, transitoriamente cerró el departamento en Viena que alquilaban, luego fueron todos a Italia y partieron hacia la Argentina desde el puerto de Trieste en el barco Oceanía, que, de regreso a Europa fue hundido por los alemanes.

Así, muchos judíos perseguidos por el nazismo huyeron y fueron confiscados sus propiedades y bienes.

Anita había nacido en 1937 y después de 60 años quiso volver a conocer lo que solo supo por fotos y relatos de sus padres y su abuela. Al llegar a Deuschkreuzt, con la dirección y foto en mano la encontró. Golpeó la puerta pero nadie respondió. Una vecina le preguntó a quién buscaba. Luego apareció una señora que al saber que a Anita la ligaba la historia de esa casona y fábrica textil, tuvo miedo. 

Siempre se agitaba en su mente que algún día volverían sus verdaderos dueños, aunque ella lo había comprado legalmente. Por otro lado, la familia de Anita ya había reclamado al gobierno alemán por las confiscaciones sufridas, pero en esa visita su deseo era reencontrarse con su pasado. Y la dueña con un gesto inesperado le entregó bolsas de lino de recuerdo que encontró en un desván cuando refaccionó la casa.

Pero el destino tiene vueltas impensadas. Esa casa que había sido propiedad y fábrica de una mujer judía, la más grande del pueblo, con el Anschluss pasó a ser el cuartel general del jefe de la Gestapo. A la fábrica la mantuvieron en funcionamiento hasta que los nazis montaron allí una fábrica de pólvora y luego, cuando entraron los rusos, la volaron.

Anita y su esposo fueron a la municipalidad y encontraron toda la documentación de lo que fue la casa-fábrica y la firma “Emanuel Goldschmidt WWE”-.

Su abuela, lamentablemente, no alcanzo a saber de ese viaje ni de los trámites reparatorios de pertenencia que dormían esperando Justicia en los archivos de Deuchkreuzt.



Marta Wolff

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *