Este articulo fue publicado por el New York Times el 22 de mayo de 1982
La capacidad de la fuerza aérea argentina, una gran incógnita
Estas fuentes castrenses aseguran que que el control del espacio aéreo sobre las Malvinas es necesario para permitir a sus fuerzas resistir un eventual asalto británico. Por su parte, una fuente británica dijo en Londres que los ingleses han decidido desplazar su estrategia hacia la lucha por las principales posiciones argentinas en el archipiélago, es decir Puerto Stanley y su aeródromo. Inicialmente se pensaba en una serie de pequeños desembarcos dispersos, pero esta táctica habría debilitado la capacidad limitada, de combate de la fuerza expedicionaria.
Los militares argentinos están convencidos de que no pueden proteger enteramente el archipiélago, que incluye unas 20 islas y tiene casi 8.000 kilómetros cuadrados, pero añaden que hay unos 40 helicópteros estacionados en las islas y que éstos pueden otorgar gran movilidad a las tropas.
Las fuerzas aéreas desplazadas al archipiélago están dotadas de reactores Pucara, un aparato argentino diseñado para la lucha antiguerrillera que podría ser utilizado en el combate y el bombardeo de las cabezas de playa que eventualmente estableciera la fuerza aeronaval expedicionaria. Según los expertos occidentales, estos aviones son lentos, pero muy efectivos en este tipo de operaciones a baja altura, Argentina tenía 25 de estos aparatos antes de que comenzaran los enfrentamientos, pero algunos de ellos han sido destruidos en los ataques británicos.
La espina dorsal de la fuerza aérea de combate argentina, que comparten la Aviación y la Marina, son 79 aviones norteamericanos de ataque A-4, 21 Mirages franceses, 3 cazabómbarderos, 5 cazas Super Etandar, también de origen francés, 9 bombarderos británicos Canberra y 26 Daggers, una versión israelí de los Mirage V.
Un ataque de envergadura sobre Stanley podría implicar simultáneamente aterrizajes de comandos en Green Patch, a 17 kilómetros al norte de la ciudad, y Sparrow Cove, ocho kilómetros al nordeste. El acondicionamiento de bases rudimentarias para los aviones Harrier y los barcos de guerra se considera esencial para un triunfo rápido de los planes británicos.
La fuerza aérea argentina es la mayor amenaza para el éxito de cualquier maniobra de desembarco, pero fuentes castrenses occidentales afirman que el peligro no es tan grande ya como lo fuera hace dos semanas. La explicación no se debe al hecho de que los argentinos hayan perdido en combate una parte de su fuerza aérea, sino al refuerzo armamentista y operacional de que han sido dotados los Harrier.
Los pilotos británicos consideran también que, incluso después de un desembarco, la capacidad de los aviones argentinos estaría disminuida por la distancia a la que están sus bases continentales. Las operaciones de reabastecimiento en vuelo han demostrado que muchas de las tripulaciones han sido entrenadas sólo de forma muy ligera para este cometido. Y los propios Mirage, el mejor aparato de que dispone Buenos Aires en este conflicto, no puede permanecer más de cinco minutos sobre el espacio aéreo de las Malvinas sin verse obligado a regresar a su base.