El pasado día 3, el STAR Market de Shanghai (el Nasdaq local) y la Bolsa de Hong Kong anunciaron la suspensión, 36 horas antes de la salida programada en Hong Kong. Esta decisión inaudita dejó en shock a los inversores locales e internacionales.
En Hong Kong, esta semana los inversores han visto esfumarse más de 250.000 millones de dólares en acciones de tecnológicas chinas. El golpe ha sido particularmente duro para Alibaba Group, JD.com, Tencent y Meituan Dianping.
El batacazo se ha producido tras el sorprendente aplazamiento de lo que habría sido la mayor oferta pública inicial de la historia. Se esperaba que Ant Group, del emporio Alibaba, consiguiera reunir 39.500 millones de dólares vía opciones de reasignación.
Los inversores habían valorado la compañía, que tiene 6 años de antigüedad, en 359.000 millones, por encima del gigante J.P. Morgan y del mayor banco del mundo por activos, el Industrial and Commercial Bank of China, respaldado por el Estado chino.
El pasado día 3, el STAR Market de Shanghai (el Nasdaq local) y la Bolsa de Hong Kong anunciaron la suspensión, 36 horas antes de la salida programada en Hong Kong. Esta decisión inaudita dejó en shock a los inversores locales e internacionales.
El relato aceptado es que Ma Yun, artífice de Ant, enfureció a los reguladores chinos en un discurso que pronunció en Shanghái. Otra explicación muy escuchada es que los mastodónticos bancos estatales chinos, amenazados por la poco regulada Ant, tomaron represalias. Otros creen que los reguladores entraron en pánico cuando comprendieron que Ant se había convertido en un gigante.
En cualquier caso, Pekín, al ordenar las referidas suspensiones en el último momento, ha arrojado dudas sobre la solidez de los mercados de valores chinos y, más ampliamente, sobre la viabilidad a largo plazo del sector privado del país.
¿Qué pasó? Hay informaciones que dicen que el gobernante chino, Xi Jinping, tomó personalmente la decisión de suspender la oferta de Ant.
China no es lo suficientemente grande para albergar dos gallos. Xi está edificando el culto a su personalidad, y en lo mismo anda Ma Yun, más conocido como Jack Ma en el mundo de las finanzas y los negocios internacionales. Ma puso en pie Alibaba Group, la plataforma de venta online que cotiza en la Bolsa de NY, y puede actuar y de hecho se viste como una estrella del rock, especialmente cuando se presenta ante el público chino.
El pasado 24 de octubre, durante la Cumbre del Bund en Shanghái, Ma acuso publicamente a los bancos chinos de tener mentalidad de «casa de empeños», en referencia a su negocio de préstamos con garantía real. Asimismo, dijo que Ant podría estimular la reforma y abrir el préstamo a los pequeños negocios.
Ma tuvo palabras incluso para el banco central chino y para los reguladores bancarios del país. «No podemos gestionar un aeropuerto como gestionamos una estación de tren, y no podemos gestionar el futuro de la manera en que gestionábamos en el pasado», afirmó.
El South China Morning Post de Hong-Kong calificó el discurso de «estimulante», pero para Pekín fue una declaración de guerra. En los últimos años Ant ha dejado de ser un prestamista para convertirse en gestor de préstamos, yendo mucho más allá de su negocio original como plataforma de pago por móvil de Alipay.
El volumen de préstamos de Ant creció enormemente porque la compañía estaba en buena medida no regulada. Los honorarios que los bancos pagan a su unidad de CreditTech crecieron un 59% en los primeros seis meses del año. Estamos hablando del 39% de las ventas totales de Ant en dicho período y constituye la mayor parte de su negocio, por encima incluso de sus ingresos como plataforma de pago por móvil. Como destaco el Financial Times, «el rápido crecimiento de su negocio crediticio ha sido un punto clave para los inversores».
El banco central y el propio Partido Comunista están yendo con todo a por Ant. Está claro que el negocio de préstamo de Ant va a soportar mucha más regulación a partir de ahora. El pasado día 2, el Banco del Pueblo y la Comisión Reguladora de la Banca y los Seguros emitieron borradores de resoluciones para la restricción de los préstamos online, y el la Administración Estatal del Mercado Bursátil emitió por su parte el día 10 un borrador de líneas maestras antimonopolios para los negocios por internet. Además, la nueva moneda digital del Banco Central, que ahora circula a modo de prueba y que pronto será introducida en todo el país, va a afectar a Alipay y a otras apps de pago por móvil.
Los analistas piensan además que el régimen va a por el propio Ma. Como declaro Chen Zhiwu, de la Universidad de Hong Kong, al Financial Times «el mensaje es que no se tolerará que haya ningún gran hombre de negocios en el país».
Xi Jinping no tolera a nadie, pero no todas las razones para las suspensiones son necesariamente sospechosas. La Bolsa de Shanghái apunta a cuestiones mayores, incluido un posible incumplimiento a la hora de reunir «las condiciones o los requerimientos relacionados con la divulgación de información».
Los analistas creen que eso tiene que ver con las nuevas regulaciones que se van a dictar para controlar Ant, pero también podría aludir a problemas más graves. Después de todo, Jack Ma ha sido acusado de actuar como un pirata, por ejemplo privando a Yahoo! de sus intereses en Alipay. Otra forma de decirlo es que Ant quizá ha querido pasarse de lista.
Dada la incertidumbre sobre el alcance de las regulaciones de última hora, la OPV ciertamente llevaba una valoración muy alta. Algunos piensan que los reguladores actuaron para proteger a los inversores de una súbita caída post OPV.
La mayoría de los analistas piensan que la OPV será postergada durante «meses», según ha sugerido el South China Morning Post, y otros piensan que el aplazamiento durará medio año.
Sea como fuere, tendrá consecuencias. Las nuevas normas de Pekín harán que Ant quizá acabe valiendo «menos de la mitad que ahora», según ha declarado un gestor de fondos de Shanghái al FT.
Por supuesto, en ocasiones previas Ant y sus reguladores han solucionado desacuerdos. Que no lo hayan hecho ahora dice mucho de un sistema político que, bajo Xi Jinping, actúa capciosa y erráticamente y avanza por el mal camino de un control cada vez mayor de los mercados. Xi exige obediencia absoluta, algo incompatible con un sistema financiero moderno.
La lección aquí es que el comunismo chino y la modernidad no casan bien.
Este mes, China ha aplastado una hormiga gigante [Ant significa «hormiga» en inglés: nota del traductor], dinamitado sus mercados y vuelto a revelar la naturaleza de su sistema político.
Gordon G.Chang / Gatestone