En 930 a.e.c. tras la muerte del rey Shlomó, el territorio ocupado por las doce tribus de Israel se dividió en dos. El reino del norte (o reino de Israel) conformado por 10 de las doce tribus; y el reino de Iehudá, formado por esta tribu junto a Biniamín.
En el año 722 a.e.c., el reino del norte fue conquistado por Asiria y sus habitantes huyeron o se dispersaron por dentro y fuera de los límites del imperio asirio. Y así comenzó la historia de las 10 tribus perdidas de Israel.
Algunos de esos judíos se asentaron en Etiopia, ubicado al oriente de África y, durante siglos, subían cada año al monte Amburber en Etiopia como símbolo de su aceptación del pacto en el Monte Sinaí, y donde rezaban durante todo el día pidiendo a D’s que los regrese a Ierushalaim.
Especialmente durante el siglo XX, Etiopia se volvió un país muy inestable políticamente, con una interminable guerra civil y una hambruna que asoló toda la nación. Los judíos etíopes no fueron ajenos a los sufrimientos aparejados a estas catástrofes.
Sin embargo, en las décadas de 1980 y 1990, sus milenarios rezos fueron escuchados; y varias misiones secretas organizadas por el Estado de Israel transportaron a todos los judíos etíopes a la tierra de sus antepasados.
Esta nueva realidad no les hizo olvidar de su historia, ni de sus antepasados caídos intentando llegar a Israel a través de las peligrosas fronteras africanas, y aun hoy continúan celebrando el día de Sigd.
La temática general de la festividad está centrada en la aceptación de la Torá, pero ahora que están de regreso en Israel, también es considerado un día de evaluación, rendición de cuentas e introspección a través del ayuno. Como un segundo Iom Kipur.
Actualmente, la fiesta fue adoptada como un día de celebración nacional en todo Israel y todas las escuelas y sinagogas tienen programas de enseñanza sobre esta tradición.
Aunque los judíos etíopes son unos 80000 en Israel, hoy todo el pueblo celebra junto a ellos.