David Rundell, diplomático norteamericano que sirvió durante 15 años en Arabia Saudí, describe en estas páginas las reformas económicas y sociales disruptivas que entraña el plan Visión 2030 y se pregunta si será exitoso.
Rundell sostiene que Arabia Saudí es muy distinta a como era cuando el rey Salman ascendió al trono, en 2015. El Reino ha cambiado a velocidad de vértigo y puesto fin al orden imperante desde 1950. Algunos hablan de la Primavera Saudí. Otros, del cuarto Estado saudí, o de “Arabia Salmanita”.
El monarca comprendió que una serie de problemas económicos y estructurales estaban rezagando al país, y veía que los jóvenes talentosos se iban a Dubái, Nueva York o Londres. Así que procuró emprender una transición suave, reducir el alcance del Estado del Bienestar y hacer más tolerante a la sociedad.
Salman buscaba ideas y su hijo pequeño, el príncipe Mohamed ben Salman (Mbs), las tenía.
Rundell considera que la Visión 2030 afronta una pluralidad de desafíos, empezando por el que representa el propio MbS. Los cambios sucesorios lastimaron numerosos egos reales, sobre todo a raíz de la campaña anticorrupción y la detención de destacados miembros de la Familia Real. El cambio en las relaciones con EEUU es otro asunto de primer orden: antes del 11-S, los intereses de ambos países estaban bastante alineados, sobre todo en tiempos de la Guerra Fría.
Sin embargo, el propio 11-S, la invasión norteamericana de Irak y los levantamientos populares en Egipto condujeron a una menor cooperación entre Washington y Riad, aun cuando el mayor adversario de Arabia Saudí, la República Islámica de Irán, se tornaba cada vez más amenazante.
Rundell pierde pie en varias cuestiones. Así, no comprende que esta es una revolución de arriba abajo, ideada por Salman y ejecutada por MbS, y le preocupa que los cambios estén yendo demasiado deprisa. Pero ya lo dijo MbS: “El tiempo es nuestro enemigo. Para transformar el país, no podemos esperar”. El príncipe no cree que los cambios estén siendo raudos porque de hecho deberían haberse ejecutado hace años. Igualmente, Rundell tampoco deja claro que Visión 2030 es un avance hacia un mayor desarrollo y modernidad, en vez de hacia la democracia, ni que el desarrollo saudí de hecho ya está por detrás del de sus vecinos del Golfo Arábigo.
Pese a esas omisiones, Vision or Mirage (“Visión o espejismo”) es un libro importante, que revela el profundo conocimiento que tiene Rundell de Arabia Saudí. El contexto histórico que aporta es extremadamente útil y será de gran provecho para los académicos.
Revista El Medio