El de Madama Rosa es un personaje escrito para el lucimiento de quien lo interprete.
Y si esa mujer es Sophia Loren, lo mejor al sentarse a ver La vida ante sí es relajarse y esperar todo lo que la romana es capaz de brindarnos a traves de Netflix.
Madama Rosa es una mujer que ha sufrido mucho. Judía, sobreviviente de Auschwitz, ya grande, cuando abandonó la prostitución se encargó de cuidar en su departamento en un edificio de escaleras enormes a los hijos de las prostitutas que no pueden tenerlos consigo.
Mal puede sostener el alquiler del lugar, así que está dispuesta a desprenderse de un par de candelabros para afrontar ese gasto, cuando un chico, en la calle, y en pleno mercado, forcejea, la empuja, la hace caer y se los roba.
A su “refugio” de niños, como lo llaman, llega Momo, un niño que, en esta adaptación del best seller de Romain Gary, es huérfano. Se lo lleva, entonces, no una prostituta, sino un médico, que cuida de ella. La sorpresa de Madama Rosa es mayúscula cuando advierte que este algeriano musulmán es el niño que le robó.
Rodada enteramente durante el confinamiento por el coronavirus, La vida ante sí es el tipo de película que apela al sentimiento, o al sentimentalismo, que no es precisamente lo mismo.
Vínculos
Y el problema que tiene la realización de Edoardo Ponti -hijo de Carlo Ponti y de la Loren- es que es un filme sobre vínculos, pero no se entiende cómo se establecen los mismos. Por ejemplo, cómo Momo, de ser un personaje casi malo, pasa a ser una miga de pan.
Luego, el filme recorre los senderos de la amistad entre la mujer mayor y el pequeño, y los problemas de salud de Rosa, que es catatónica, para desembocar en un desenlace previsible.
No es ésta la primera vez que se traslada al cine el best seller de Romain Gary. Simone Signoret interpretó el mismo papel en Madame Rosa (1977), la película del Moshé Mizrahi que ganó para Francia el Oscar a la mejor película hablada en idioma extranjero.
Y ahora se habla de otro Oscar, claramente no el de mejor película, sino para Sophia Loren. Que si se hace campaña por ella, es sencillamente porque se llama Sophia Loren y tiene 86 años, y una nominación marcaría un récord: el de ser la primera actriz de habla no inglesa en ser candidata por tercera vez (Loren lo ganó por Dos mujeres -La ciociara-, en 1962, y volvió a ser candidata por Matrimonio a la italiana, en 1966, las dos veces dirigida por Vittorio De Sica).
El libro
Para los puristas que han leído el libro, ganador del Premio Goncourt, la adaptación de La vida ante sí los dejará, por momentos, perplejos. Ya no está en Belleville, París, sino en Italia, y Madama Rosa no pesa 95 kilos sino los que la delgada figura que mantiene la Loren. Los chicos que cuida son solamente otros dos, Momo no trata de ganar monedas con su marioneta, sino traficando drogas, y han desaparecido muchos otros personajes, que hacían a la trama, entre ellos, el padre de Momo, que volvía a buscarlo…
Loren estuvo alejada del cine desde su pequeño rol en Nine, el musical de Rob Marshall de 2009 (había participado en el telefilme autobiográfico de su hermana menor, La mia casa e piana di specchi, en 2010). La intérprete de Nos habíamos amado tanto no ha perdido un gramo de presencia, de talento, de entrega. Y se luce, sí, por brillo propio, con su sangre caliente, ésa que mostraba en tan buenas películas, cuando tenía mejores realizadores dirigiéndola.
Radio Jai