Después de la guerra, algunos de quienes eran responsables por los crímenes cometidos durante el Holocausto fueron llevados a juicio. Para realizar los juicios que tuvieron lugar en 1945 y 1946, se eligió Nuremberg en Alemania. Los jueces de las potencias aliadas (Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y Estados Unidos) presidieron las audiencias de veintidós principales criminales nazis.
Hace más de dos mil años, el pueblo de Israel fue conquistado por el imperio Babilónico y exiliado de su tierra a Babel, lugar donde permaneció durante setenta años.
El libro de Ester, uno de los escritos más tardíos que conforman la Escrituras, cuenta cómo durante ese período se perpetró uno de los intentos de aniquilación masiva más grande de la historia del pueblo judío.
El primer ministro del reino, Hamán, un descendiente del antiguo pueblo de Amaleq, ideó un plan para exterminar a todos los judíos del imperio.
Si uno revisa los textos bíblicos no encontrará un pueblo que sea calificado como más malvado que el pueblo de Amaleq, que desciende de Esav / Esaú, hermano de Iaaqov / Jacób, patriarca del pueblo de Israel.
Sobre Amaleq, el paradigma del mal, se comenta en el libro del Éxodo: “Dios estará en guerra con Amaleq de generación en generación” (Éxodo 17:16).
Las primeras dos veces que se menciona a Amaleq / עמלק en las Escrituras es en el libro del Génesis:
Entre las dos primeras veces que se menciona el nombre de Amaleq, aparece codificado con el método de secuencia de letras equidistantes (ELS) esta misma palabra, sorprendentemente construida utilizando la primera letra, es decir la primera letra hebrea, ע (Áin) , de la primera mención de Amaleq, y la última letra de la segunda mención, es decir la letra hebrea ק (Qof).
El libro de Ester relata la historia del pueblo de Israel en su exilio babilónico. Allí, el primer ministro del imperio, Hamán, que no era persa sino agageo, descendiente del pueblo de Amaleq, planeó exterminar a todo judío, como está escrito:
“destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos; niños y mujeres” (Ester 3)
Gracias a la diplomacia de la reina Ester -sobrina de Mardoqueo, líder del pueblo en el exilio- el terrible edicto de Hamán fue derogado, decretando la horca para Hamán y sus diez hijos. Este hecho milagroso se festeja cada año en la fiesta de Purim. Al analizar el texto del Libro de Ester, vemos algo que superficialmente nos resulta incomprensible. Sin embargo, al profundizar adquiere gran relevancia. Está escrito:
“Y el Rey dijo a Ester, la Reina: En la capital [cuyo nombre es] Susán, los judíos han matado y exterminado a quinientos hombres y a los diez hijos de Hamán […] cualquiera sea tu petición, te será concedida […] Y dijo Ester: Si al Rey le parece bien que mañana […] sean colgados en la horca los diez hijos de Hamán” (Ester 9).
La petición de la reina sorprende a cualquier lector precavido, ya que los hijos de Hamán ya estaban muertos. El texto acaba de mencionar que los diez hijos de Hamán fueron asesinados junto con otros quinientos hombres, ¿por qué entonces ella solicita que sean colgados en la horca? ¿Cabe acaso suponer que quiere que se cuelguen sus cadáveres? ¿Por qué era necesario que fuesen colgados, si ya estaban muertos? Y una última pregunta, si el rey tiene todo el poder para hacer su voluntad en el reino, ¿por qué no pidió que fuesen colgados ese mismo día? ¿Por qué esperar hasta mañana?
La tradición explica que a veces “mañana” se refiere al día siguiente y otras veces al futuro, a un tiempo lejano. También explica que los hechos recopilados en las Escrituras tienen relevancia para el futuro, y que todo evento que fue registrado en ella es una señal de lo que le ocurrirá a futuras generaciones. Del mismo modo, Najmanides (Rabbi Moshe ben Najman 1194 – 1270 e.c) escribe en su comentario a la Torá que se debe ser cuidadoso al estudiar la historia, pues lo que aconteció a nuestros ancestros habrá de sucedernos a nosotros.
Según la tradición, la petición de Ester de que los diez hijos de Hamán fuesen colgados, es una petición concerniente al futuro, y por esto pide que ocurra “mañana”, en el futuro. A simple vista, la reina pide que cuando vuelvan a presentarse los diez hijos de Hamán para destruir el pueblo hebreo sean colgados en la horca tal como la primera vez. ¿Cómo puede Ester pedir algo así? ¡Lo que ocurra el día de mañana no estaría en las manos del rey de Asiria! ¿Qué control tendría él sobre los acontecimientos futuros de la humanidad?.
Este problema puede resolverse al adentrarnos en las fuentes judías más profundas. Según las mismas, cada vez que el texto escribe “Rey Asuero”, realmente se refiere a él, al rey de carne y hueso, pero cuando el texto utiliza sólo la palabra “Rey” se refiere a Dios. De acuerdo a esto entendemos la petición de Ester, pues ella extendía su petición a Dios y no al rey del imperio.
En el texto del libro de Ester, en su idioma original, vemos que el relato en el que los diez hijos de Hamán son colgados (Ester 9) está escrito de forma inusual:
Según la tradición, dado que decir después de cada nombre ואת / veet / “y a” no era imperativo, el hecho de que se haya escrito de tal forma viene a señalar algo. Nada en las Escrituras está de más, todo esconde un profundo significado. De la misma forma que en español, en hebreo uno puede listar diez personas sólo separándolas por una coma, y si al hacerlo escribiera después de cada uno “y a”, por ejemplo, “yo veo a Julio y a Diego y a Fernando y a Agustín”, estaría escribiendo una obviedad. Es por esto que la tradición entiende que se escribió así para comunicar un mensaje no explícito en el texto.
¿Qué es lo que aportan estas diez palabras que aparentemente sobran?
Dado que dicha palabra aparece en esta sección diez veces (al lado de cada uno de los nombres de los diez hijos de Hamán) podemos deducir que otras diez personas serán colgadas además de los diez hijos de Hamán, tal como solicitó Ester. ¿Cuándo? Ya lo dijimos: “mañana”, en el futuro.
Pero ¿quiénes serán colgados? ¿Es posible que la petición de Ester se haya cumplido?
En agosto de 1945, representantes de Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y Francia firmaron un acuerdo que contemplaba conformar un tribunal que enjuiciara a criminales de guerra. Las actividades de esta comisión culminaron en el Acuerdo de Londres, de 1945, que estableció el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg.
Los procedimientos, desarrollados a lo largo de más de doscientas sesiones, duraron diez meses. El primero de octubre de 1946, fecha que coincidía con el Iom Kipur, Día del Perdón dentro del calendario hebreo, se dio a conocer el veredicto.
Una edición especial del New York Times, del 16 de octubre de 1946, publicaba un reportaje sobre la ejecución de diez criminales de guerra nazis, que fueron encontrados culpables por el tribunal de crímenes de guerra de Nuremberg.
Tras esta conclusión, el lector podrá entender a qué hace referencia el versículo al mencionar:
“Dios estará en guerra con Amalek de generación en generación” (Éxodo 17:16).
Hitler fue un acérrimo enemigo de la moralidad, culpando al pueblo hebreo de traer, a través de las Escrituras, conceptos que no deberían existir en un mundo en el cual el más fuerte tiene derecho al poder.
“Yo liberé a la humanidad de las cadenas del alma. Yo libero a la humanidad de las restricciones de una inteligencia que ha tomado cargo, desde la sucia y degradante auto-mortificación de una visión falsa, llamada conciencia y moralidad” (Adolf Hitler).
Hitler se desentendió de toda la moralidad, asesinando a millones de personas arrastrado por su locura, negando la existencia de valores morales y con ellos la existencia de un Creador.
A partir de los escritos cabalísticos del Zohar, se explica que esta letra, cuyo valor numérico es seis, representa el sexto milenio. El texto quiere comunicar el milenio codificado a través de letras más grandes de lo normal, y el año dentro de dicho milenio a través de letras más pequeñas de lo habitual.
Uniendo toda la información recabada en el texto que relata cómo fueron colgados los diez hijos de Hamán, encontramos, codificado a través de letras pequeñas y grandes, que en el sexto milenio, en el año 707 -es decir, el año 5707 del calendario hebreo, equivalente a 1946 en el calendario gregoriano- serán muertos diez descendientes de Amaleq. Ese mismo año, tal como mostró el New York Times, los diez criminales nazis fueron condenados a la horca en los tribunales de Nuremberg.
El juicio fue conducido por un tribunal militar, por lo que la condena a muerte debería haber sido ejecutada a mediante la silla eléctrica o por disparos efectuados por un escuadrón de fusilamiento, como marca el reglamento en Estados Unidos. ¿Por qué, sin embargo, los diez nazis fueron colgados en la horca? Porque estaba escrito en el libro de Ester miles de años atrás:
“Y dijo Ester: Si al Rey le parece bien que mañana […] sean colgados en la horca los diez hijos de Hamán” (Ester 9).
El 16 de octubre, día de la ejecución, coincidió en ese año con la festividad judía de Hoshana Rabá, el séptimo día de sucot, día considerado por el Zohar como un día de juicio para las naciones del mundo.
La Historia se repetía, la petición que hace miles de años había formulado la reina Ester y que había sido codificada en su libro, se estaba cumpliendo en todos sus detalles: los diez descendientes del pueblo de Amalek, fueron de nuevo colgados en la horca.
Cuando a uno de estos criminales nazis, Streicher, lo llevaban a la horca, miró hacia abajo y gritó: “Purim Fest 1946” (Fiesta de Purim de 1946), la fiesta en la cual el pueblo de Israel celebra desde hace miles de años que fueron salvados de las manos de Hamán y de sus hijos, y que ahora se repetía.
¿Qué fue lo que hizo que Streicher gritara “Purim Fest”? Quizá si el evento hubiese ocurrido en febrero o en marzo, meses en que los judíos de todo el mundo celebran la fiesta de Purim, podríamos comprender por qué grito eso. Sin embargo, la sentencia fue dada en octubre. ¿Dónde puede haber escuchado ese nombre? ¿Quién o qué puso en su mente estos pensamientos que revelaban que ese “mañana” se cumplía al pie de la letra, tal como se escribió hace miles de años en el libro de Ester? Aunque resultara casi increíble aceptarlo, miles de años después, la reina Ester vencía al archienemigo de Israel: Adolf Hitler.
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