Este movimiento judío moderno entiende el judaísmo como una civilización que evoluciona progresivamente. Su origen se encuentra en la rama del judaísmo conservador. El movimiento se desarrolló durante fines de los años 1920 y los años 1940, y en 1968 se estableció una escuela rabínica.
Dentro del movimiento existe una diversidad teológica sustancial. La Halajá no es considerada obligatoria, pero es tratada como un remanente cultural valioso que debe ser mantenido a menos que exista una razón para hacer lo contrario. El movimiento enfatiza las visiones positivas con respecto al modernismo y propone un enfoque de la tradición judía, cuyo objetivo es la toma de decisiones comunales a través de un proceso de educación en valores de las fuentes tradicionales judías.
Sus inicios se ubican en el año 1922, cuando Kaplan funda la Sociedad para el Avance del Judaísmo, una sinagoga en la ciudad de Nueva York donde reunió a un grupo de judíos insatisfechos con otras congregaciones y quienes se comprometieron a “reconstruir” el judaísmo.
Kaplan rechazaba la creencia de que la Torá y el Talmud habían sido revelados por Dios en el monte Sinaí, por lo que no era obligatorio el cumplir los mandamientos de la halajá. El reconstruccionismo entiende el judaísmo como una civilización religiosa que ha evolucionado progresivamente y que ha cambiado a lo largo de su existencia. La fe que tenían los antiguos israelitas en la época del Templo de Salomón no es la misma que la que tenían los primeros rabinos de la época de la Mishnah y ambas son diferentes a la fe del judío occidental actual.
Esa civilización es algo más que una simple religión. Para ellos, el pueblo judío comparte una memoria y un destino histórico, una patria, un lenguaje, una cultura, una ética, una filosofía, costumbres, literatura y arte, además de una religión. Consideran que el pueblo judío debe participar activamente en este continuo movimiento evolutivo del judaísmo. Rechazan el concepto clásico de Dios y lo redefine como la suma de todas las fuerzas y procesos naturales que le permiten a la humanidad auto realizarse y mejorar moralmente.
Tampoco aceptan la idea del pueblo elegido y lo consideran un concepto moralmente insostenible. Afirman que efectivamente el judaísmo es algo único, pero eso no implica superioridad sobre otros pueblos.
El reconstruccionismo promueve muchas de las prácticas tradicionales judías, como por ejemplo el usar el hebreo en el rezo, el usar la kipá, el talit y los tefilin, observar las fiestas y estudiar la Torá, aunque a todas ellas no las considera mandamientos sino más bien costumbres con valor histórico. Es un movimiento completamente igualitario en cuestión de género y reconocen a una persona como judía tanto si desciende de una madre como de un padre judío, además de los que se han convertido por decisión propia. No aceptan el concepto tradicional del Mesías ni la resurrección de los muertos al final de los tiempos.
Kaplan no veía la necesidad de crear otro movimiento dentro del judaísmo, pero sus seguidores se dieron cuenta que ese era el único camino para concretar su visión. En 1940 establecieron la Fundación Reconstruccionista, en 1954 la Federación de Congregaciones Reconstruccionistas y en 1968 el Colegio Rabínico Reconstruccionista, en Wyncote, Pennsylvania.
El reconstruccionismo utiliza los cimientos y los ladrillos que ha heredado del pasado, los reordena y les añade nuevos elementos, con el fin de ajustarlo a las necesidades, los valores y los gustos de las generaciones actuales, pero sin minar su riqueza y sin alterarlos de manera que queden irreconocibles. Los reconstruccionistas, al pasado le dan un lugar importante, pero lo importante es la evolución a la luz de las circunstancias presentes.