El Papa Juan XXIII, conocido como “El Papa Bueno”, nació hace 139 años, el 25 de noviembre de 1881.
Su verdadero nombre era Angelo Giuseppe Roncalli y su lugar de nacimiento era Sotto-il-Monte, un pintoresco pueblo cerca de Bérgamo en Italia.
Tenía 12 hermanos, y sus padres eran agricultores muy trabajadores. La familia Roncalli era aristocrática pero Angelo nació en la rama pobre. A diferencia de su predecesor, Pío XII, no tenía ningún vínculo significativo con la jerarquía de la Iglesia Católica Romana.
En 1904, fue ordenado sacerdote y al mismo tiempo obtuvo su doctorado en derecho canónico. Su primer nombramiento fue como secretario personal del obispo de Bérgamo, un puesto que mantuvo hasta la muerte de éste en 1914.
En los dos decenios siguientes ocupó varios cargos en la Iglesia hasta 1934, cuando fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia y arzobispo de Bulgaria. A partir de esta etapa, comenzó a traducir su amor por el judaísmo de una manera muy práctica.
Durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial, sintió la trágica situación del pueblo judío y estableció lazos de trabajo con representantes del Yishuv – la población judía pre-estatal – principalmente con Chaim Barlas, que era entonces emisario de la Agencia Judía.
La puerta de Roncalli siempre estuvo abierta a Barlas, y se esforzó por ayudar a aliviar el dolor del pueblo perseguido. Durante esos turbulentos años Roncalli envió reportes detallados a sus superiores en el Vaticano, con la expectativa de obtener apoyo para su misión de salvar vidas. A cambio, obtuvo respuestas diplomáticas tibias.
Sin instrucciones del Vaticano, comenzó a usar el correo diplomático para enviar al Nuncio Angelo Rotta en Budapest los certificados de inmigración a Palestina que necesitaba desesperadamente, los cuales obtuvo de la Agencia Judía. Años más tarde, Monseñor Rotta fue declarado Justo entre las Naciones.
También se acercó al Rey Boris de Bulgaria, instándole a no entregar los judíos de su país a los nazis.
Gracias a su activa ayuda, los niños judíos fueron transferidos a su destino final en Palestina a través del territorio eslovaco.
Algunos relatos, aún por corroborar, sugieren que Roncalli pudo haber enviado certificados de bautismo a Hungría a través del mencionado correo diplomático, para ser usados por los judíos asediados.
En 2011, la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una ONG que establecí junto con mi difunto amigo, el Representante de los Estados Unidos y sobreviviente del Holocausto Tom Lantos, presentó a Yad Vashem un grueso dossier con documentación relevante para apoyar nuestra solicitud de que Roncalli sea reconocido oficialmente como Justo entre las Naciones.
Desafortunadamente, Yad Vashem decidió declinar la petición, alegando, “De hecho Roncalli mostró una enorme compasión y su actividad de rescate fue documentada por muchas fuentes”, pero “no arriesgó su posición” (un criterio utilizado por Yad Vashem en el caso de los diplomáticos).
Irónicamente, nuestra fundación lleva el nombre de Raoul Wallenberg, el héroe sueco, que tampoco arriesgó su posición (de hecho, fue apoyado por el gobierno sueco) y por supuesto fue declarado Justo entre las Naciones. Eventualmente, Wallenberg fue secuestrado y muy probablemente asesinado por los soviéticos, pero esa es otra historia.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Roncalli continuó aplicando su enfoque compasivo hacia los judíos, esta vez, en conexión con el establecimiento del Estado de Israel.
En 1947, siguiendo un pedido del Padre Alexandre Glasberg, Roncalli conoció al Dr. Moshe Sneh. Esta historia me la contó el ex ministro Yair Zaban, que era el asistente personal del Dr. Sneh en esa época.
Moshe Shertok (Sharett) pidió a Sneh que fuera al Vaticano y convenciera a sus líderes de no interferir en la postura de muchos países latinoamericanos (profundamente influenciados por la Iglesia) que de otra manera se inclinaban a votar por la partición de Palestina en la ONU, allanando así el camino para el establecimiento del Estado judío.
Glasberg nació judío y se convirtió al catolicismo. Como sacerdote, salvó las vidas de muchos judíos durante el Holocausto y finalmente fue reconocido como Justo entre las Naciones. Se hizo amigo tanto de Roncalli como del Dr. Sneh.
Roncalli consiguió que el Dr. Sneh se reuniera en Roma con el entonces secretario de estado Domenico Tardini. Roncalli incluso viajó a Roma para estar cerca de la escena.
El Secretario Tardini escuchó educadamente el argumento del Dr. Sneh pero se negó a comprometerse.
Después de la reunión, Roncalli estaba preocupado por la actitud evasiva de Tardini. El Padre Glasberg le dijo a Zaban que Roncalli le había dicho, “El Papa Pío XII tuvo una excelente oportunidad de expiar su falta de acción durante el Holocausto, y no la aceptó”.
Eventualmente, los recelos de Roncalli resultaron ser infundados, ya que la mayoría de los países latinoamericanos votaron a favor de la Resolución 181 de la ONU, dando el visto bueno a la partición de Palestina y al establecimiento del Estado de Israel.
En 1958, ya como Papa Juan XXIII, Roncalli comenzó una revolución en la relación entre la Iglesia Católica y los Judíos, absolviendo a estos últimos de la culpa colectiva de la muerte de Jesús.
El 1 de octubre de 1962, su sucesor, el Papa Pablo VI, cerró el Concilio Vaticano II con la declaración Nostra Aetate, la cual se basó en gran medida en la doctrina de Roncalli, y abrió una nueva era en el diálogo ecuménico.
Entre otros gestos, el Papa Juan XXIII ordenó la eliminación de las sentencias ofensivas en la Oración del Viernes Santo, que etiquetó a los judíos como “pérfidos” y como “ciegos y obstinados por no reconocer a Jesús como el Mesías”.
Fue más allá al declarar, “Quien desprecie o persiga a los judíos, inflige un daño a la Iglesia Católica”.
En resumen, en tres diferentes etapas de su vida, Roncalli hizo una contribución única y duradera para construir puentes de entendimiento, amor y respeto hacia el Judaísmo. Es importante entender el contexto histórico en el que actuó y la hostilidad secular contra los judíos que prevaleció en la Iglesia.
Todavía espero que Yad Vashem reconsidere la candidatura de Roncalli como Justo entre las Naciones, y espero que el Estado de Israel honre su legado en reconocimiento a todas sus buenas acciones. Las jóvenes generaciones deben ser conscientes de la bondad de este gran hombre.