La pandemia mundial del coronavirus ha impactado en nuestro país de maneras diversas y, hasta en ocasiones, perversa.
El Gobierno falló en la estrategia, lo he repetido millones de veces desde el inicio de la ahora negada cuarentena. Después de nueve meses los resultados, lamentablemente, nos ubican entre los países con más muertos por cantidad de habitantes, con más contagios y con una economía destruida.
A medida que pasa el tiempo, con los pronósticos oficiales cada vez más inexactos, las consecuencias del aislamiento fueron mostrando sus peores caras. Hace unos meses veíamos, sufríamos, el dolor inmenso del papá de Solange Musse al que las autoridades de seguridad de Córdoba le impidieron ingresar a la provincia para abrazar a hija, víctima del cáncer. Solange falleció y su padre no pudo estar con ella.
Nos indignamos con la insólita, deplorable y autoritaria decisión del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, que impidió el ingreso a la provincia de miles de personas, que esperan varadas a la vera de la ruta, en condiciones infrahumanas, que el mandatario cumpla con la decisión de la Corte Suprema que tuvo que ocuparse de hacerle entender que la libre circulación en nuestro país es un derecho constitucional.
La violencia institucional también brilló en esta cuarentena eterna. La falta de medidas preventivas en los procesos de detención por incumplimiento de las restricciones impuestas para enfrentar al Covid-19 fueron parte de la impericia del Estado Nacional y de los provinciales. Esto produjo las muertes injustificables de Florencia Magalí Morales, Franco Maranguello, Mauro Coronel, Luis Armando Espinoza, Alan Maidana,Lucas David Barrios, Walter Ceferino Nadal Lucas Nahuel Verón y Raúl Dávila, y Facundo Astudillo Correa.
Hoy nos atraviesa el caso de Abigail, la niña a la que las autoridades de seguridad de Santiago de Estero no la dejaron ingresar tras regresar de Tucumán donde tratan el tumor que tiene en la pierna. La imagen de su padre cargándola en sus brazos para ingresar a la provincia a pie lastima, porque sintetiza en los monstruos que nos hemos convertido en nombre de una cuarentena algunos gobernantes crearon fronteras donde debería primar la solidaridad y hermandad de los argentinos.
Alfredo Cornejo / nuevospapeles.com