Con los primeros anuncios de miembros de su gabinete, el presidente electo se apresta a asumir en una transición que no estará exenta de sorpresas. La recuperación del multilateralismo y la profesionalización de la política exterior norteamericana afectarán el tono de la relación con nuestra región.
La semana pasada la Universidad de Columbia y el Instituto de Estudios Latinoamericanos organizaron una conferencia sobre “Las implicaciones para AL de las elecciones norteamericanas” Coordinada por Vicky Murillo, Shannon K. O’Neil y Mauricio Cárdenas, analizaron los escenarios venideros.
En medio de la incertidumbre que genera un Partido Republicano que ha mostrado, nuevamente, su desapego por la regla democrática, con un Donald Trump que sigue tomando decisiones como si hubiese sido reelecto, los demócratas tejen con paciencia su futuro gobierno.
El retorno de los especialistas en la reconstrucción de un Departamento de Estado diezmado es una primera señal: Los EE.UU. retomarán su rol de líder mundial, en el cuál los asuntos externos son clave, por lo que en forma progresiva se pondrá fin a las confrontaciones bilaterales y se dará impulso a la gobernanza global, la cooperación y el retorno del soft power. Eso implica reconstruir la imagen democrática ejemplar de los EE.UU – algo muy difícil a la luz de lo que sucede hoy – pero muy determinante para relacionarse con AL y el mundo. También supone desalentar a gobiernos populistas y entablar con China una relación menos confrontativa, aunque no menos sólida.
Los desafíos que se alzan en el horizonte son muy grandes y la transición no estará ausente de inercias, tal como ocurriera de Bush a Obama. O’Niell y Murillo consideran que para AL la administración Biden tendrá una agenda con centro en el cambio climático y la protección del medio ambiente, la transparencia de gobierno y la lucha contra la corrupción y el narcotráfico.
La salida de la pandemia en los EE.UU. se hará con una agresiva política monetaria expansiva de la FED que “derramará” hacia nuestra región vía instituciones de crédito como el BID para encarar proyectos de infraestructura, sobre todo ligados a la adopción de energías renovables. Ese sector energético ha tenido en Méjico un revés por la política pro petróleo de AMLO, y decenas de proyectos firmados durante el gobierno de Peña Nieto, con empresas norteamericanas, fueron frizados, en tanto que el lobby sobre los congresistas de la administración Trump fue estéril. Ahora irán a la carga con mayor suerte. Esto y el problema de las relaciones laborales estarán en el centro de las discusiones con el vecino país.
La rápida recuperación de la economía norteamericana augura un barril de petróleo a 65 dólares – según Murillo – y, en general, el aumento de precio de los commodities, esto último de importancia para los países productores.
Para O’Niell, hoy AL es “menos democrática” que cuando Biden, siendo vice de Obama, recorrió casi todos los países de la región en unos 20 viajes. En Centroamérica, la cuestión de la inmigración ocupará un lugar importante y es probable que se reactiven los programas que Trump desactivó y que tenían por objetivo desalentar los movimientos migratorios mediante la mejora en las condiciones de vida en los países de origen. Estos programas necesitan mucho financiamiento y Murillo avizora una época de grandes flujos de dinero provenientes del norte, también como respuesta a la penetración China en la región, asunto que será de seguridad nacional.
No cambiará mucho la relación con Cuba y Venezuela. Biden sabe que perdió en Florida a manos de los “anti socialistas” y esto los obligará a mantener el actual estado de cosas. Pero, lo central es que la nueva administración sólo cambiará el tono con AL que seguirá siendo en la consideración norteamericana un asunto periférico, no central en la plataforma de gobierno ya expresada.
Por lo pronto podemos esperar algunas señales económicas positivas, el abandono del intervencionismo duro y la política del “palo y la zanahoria”, por políticas más racionales, pero toda la región será vista, principalmente, bajo la lente de la seguridad nacional. No debemos olvidar que uno de los grandes proyectos en los que Biden trabajó como senador fue el “Plan Colombia”.
Alejandro Garvie / nuevospapeles.com