El New York Times advierte las fallas de AstraZeneca y la duda es por qué Argentina ató su suerte a Sigman








El diario más importante del mundo recogió las dudas que genera la vacuna que eligió el gobierno de Alberto como su carta fuerte contra el coronavirus.

En un demoledor artículo el New York Times advirtió sobre las fallas y hasta ocultamiento de información crítica en el desarrollo de la vacuna de AstraZeneca y contribuyó así a agigantar las dudas sobre la estrategia del Gobierno argentino de atar su suerte para salir de la pandemia a las manos del empresario Hugo Sigman, socio del laboratorio británico en la producción del suero.

En ese marco, este miércoles la Casa Rosada anunció que se decidió «posponer» la visita del presidente Alberto Fernández al laboratorio mAbxience de Sigman en Garín, donde se produce para la región, el principio activo de la vacuna de AstraZeneca.

LPO anticipo en exclusiva a principios de noviembre que Alberto Fernández debió salir a cerrar un acuerdo de urgencia con Rusia para tener una vacuna luego de que se complicaran las negociaciones con AstraZeneca que exigía garantías leoninas para vender sus vacunas, como la imposibilidad del Estado argentino de demandar una compensación si se comprobaban inútiles para prevenir el coronavirus. «Te cuento que estamos sin vacuna», le dijo desolado a un importante dirigente de acceso frecuente a Olivos.

Luego de anunciar que vendrían 10 millones de dosis de la Sputnik V en diciembre, redujo esas expectativas a 300 mil -un número que no alcanza el 1% de la población argentina-. Pero siempre con la esperanza de que la vacuna patrocinada por Sigman sirviera para vacunar a buena parte de la población en el mediano plazo. Por eso, en noviembre anuncio un acuerdo para el suministro durante el primer semestre de 2021 de más de 22 millones de dosis de la vacuna, lo que alcanzaría a 11 millones de argentinos.

Al mismo tiempo, el Gobierno acordó la compra de únicamente 750 mil dosis a Pfizer, la primera vacuna que se empezó a aplicar oficialmente en el planeta esta semana, para distribuir únicamente en la región metropolitana, donde tanto la Provincia como la Ciudad cuentan con los «superfreezers» necesarios para mantener los -70° de temperatura que requiere la vacuna estadounidense. Es decir que sólo 325 mil argentinos del AMBA podrían recibirla.

La Argentina enfrenta hoy una situación delicada: con la vacuna de AstraZeneca en un limbo que podría demorar su aprobación hasta marzo, sólo cuenta con la rusa Sputnik V que en el propio relato del Gobierno pasó de tener disponible 10 millones de dosis a apenas 300 mil. Y hasta ese número está en duda.

AstraZeneca pasó a ser la esperanza para vacunar al interior del país y a la mayor cantidad de argentinos, más aun teniendo en cuenta los reparos que la Sputnik V todavía genera en la comunidad científica mundial y la presumible demora en su suministro ya que tiene 140 millones de habitantes y a anunciado que sen el corto plazo sólo aplicará 2 millones de su vacuna. Difícil imaginar que priorice a la Argentina por sobre su propia población, que enfrenta la dureza de la segunda ola de la pandemia. El ministro bonaerense, Daniel Gollán, muy cercano a través de su esposa a los laboratorios rusos, puso en duda hastaque el módico anuncio del presidente que el país recibirá en los inmediato 300 mil dosis de la Sputnik V.

Situación que se agrava porque AstraZeneca, la gran apuesta del Gobierno argentino para inmunizar a la población, se ha convertido en el desarrollo de vacuna contra el Covid-19 más controvertido del planeta.

Según el New York Times -en una nota que también compartió La Nación- científicos independientes y analistas de la industria han criticado a AstraZeneca y Oxford por no ser transparentes sobre sus primeros resultados, el diseño de sus estudios y los problemas de seguridad que enfrenta la vacuna. Lo más crítico es que ni siquiera está claro qué grado de inmunidad ofrece la vacuna.

Un ejemplo se dio con participante británico en el ensayo de fase 2/3 desarrolló síntomas neurológicos compatibles con mielitis transversa, un síndrome inflamatorio que afecta la médula espinal y que a menudo es causado por infecciones virales, según un aviso que se les dio a los participantes con fecha del 12 de julio. Ese ensayo se pausó brevemente, pero ni AstraZeneca ni Oxford anunciaron la pausa.

Científicos independientes y analistas de la industria han criticado a AstraZeneca y Oxford por no ser lo suficientemente transparentes sobre sus primeros resultados, el diseño de sus estudios y los problemas de seguridad. Lo más crítico es que no está claro qué tan bien funciona la vacuna.

El 6 de septiembre, AstraZeneca otro participante en el mismo ensayo se enfermó con síntomas similares y volvió a detener los ensayos, pero no lo comunicó. De este modo, se convirtió en la única vacuna que tuvo que suspender dos veces los ensayos. Pero lo más grave es que dos días después del incidente, ejecutivos de AstraZeneca tuvieron un conference call con funcionarios de la FDA para charlar sobre la aprobación de la vacuna y no les informaron del grave fallo que habían experimentado apenas horas antes. 


Cuando la noticia se filtró apenas horas después de la llamada, el comisionado de la FDA, Stephen Hahn, estaba shockeado. El gobierno de Estados Unidos dio a AstraZeneca 1.200 millones de dólares para acelerar la investigación y lo mínimo que esperaba era estar al tanto de los eventos importantes del desarrollo.

Las afecciones neurológicas que sufrieron dos voluntarios a los que se les suminitró la vacuna no fue el único inconveniente que enfrentó el desarrollo de Oxford y AstraZeneca. Semanas atrás anunciaron que su vacuna tenía hasta un 90 por ciento de efectividad, pero solo entre aquellos que recibieron -por error- una dosis que tenía la mitad de la potencia. Entre el grupo más grande de participantes que recibieron las dos dosis completas, la vacuna tuvo solo un 62 por ciento de efectividad.

El anuncio pareció contraintuitivo -cuanto menos dosis más protección- y a partir de ese momento los interrogantes se agigantaron. AstraZeneca dejó trascender que acaso el grupo que recibió menos dosis era menor a los 55 años y por eso desarrolló más inmunidad que los de riesgo.

El ensayo de fase tres de la vacuna de AstraZeneca arrojó un resultado perturbador: aquellos que -por error- sólo recibieron media dosis, alcanzaron una inmunidad muy superior a los que recibieron la dosis completa. Todavía no está claro si fallo la vacuna, la medición o la muestra poblacional.

Acaso en un intento por salir del pantano en el que había ingresado, AstraZeneca publico este martes en la revista especializada The Lancet, un artículo que intentó transparentar los ensayos que realizó. En el mismo los científicos dijeron que todavía no estaban seguros porqué la vacuna desarrolló más inmunidad entre los que recibieron menos dosis.

AstraZeneca ahora está considerando un nuevo ensayo global que inscribirá a varios miles de participantes, un esfuerzo que fuentes al tanto de la situación afirmaron a LPO podría estirar hasta marzo la aprobación de la vacuna, justo cuando asoman los temores de una segunda ola del virus en la región, en base a lo que está viviendo Europa. Tampoco está claro si la fase tres estará terminada o habrá que reiniciarla.

En este contexto, insolitamente, Sigman anunció días atrás que la vacuna se empezó a fabricar en Argentina a fines de noviembre, cuando el mundo científico todavía se pregunta si funciona correctamente.

La encerrona que planteó atarse a Sigman al gobierno argentino queda clara cuando se compara con la estrategia de México, que también formó parte del desarrollo de la vacuna de AstraZeneca para Latinoamérica. México se aseguró un plan B y tiene un contrato con Pfizer para distribuir más de 34 millones de dosis de su vacuna, con el compromiso del laboratorio de custodiar la bioseguridad de las dosis hasta los puntos de vacunación.

En agosto, en una entrevista con Clarín, Sigman había prometido 2.200 millones de dosis y se había jactado de que la vacuna de AstraZeneca sería la más barata de todas.

El contraste con México se da a nivel empresarial y político. Quien financia la vacuna para Latinoamérica es el magnate Carlos Slim, que lejos estuvo de hacerle la propaganda a la vacuna de AstraZeneca como la de su colega argentino: en agosto, en una entrevista con Clarin, Sigman había prometido 2.200 millones de dosis y se había jactado de que la vacuna de AstraZeneca sería la más barata de todas.

La clave de México fue el abordaje diplomático que le dio al asunto. El canciller Marcelo Ebrard fue quien se apropió del tema y negoció el suministro con un amplio abanico de laboratorios a través de la vicecanciller Martha Delgado. La funcionaria, que habló de la vacuna en el seminario «China en Iberoamérica» organizado por LPO, tuvo una actitud diametralmente opuesta a la de sus pares argentinos y pidió esperar para firmar el contrato con AstraZeneca «hasta que se disipen todas las dudas sobre su eficacia».

lapoliiticaonline.com

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