«Aurora» es una de las canciones a la bandera más cantadas, a pesar de no haber sido escrita con esa intención.
Las vicisitudes de la dulce Aurora , simbolizan el nacimiento de la Nación Argentina. Una ópera Italiana se volvió en «Saludo a la Bandera». Fue compuesta en Milán por el músico Héctor Panizza.
La ópera «Aurora» fue encargada a Héctor Panizza por el Gobierno Argentino en el año 1906.
Inspirada en un trágico hecho de la historia local –narrado en un relato de Héctor Cipriano Quesada y Luigi Illica, (autor de los textos de Madame Butterfly), fue compuesta por el autor en su departamento de Milán y lleva el nombre de la protagonista femenina, quien simboliza el nacimiento de la Nación Argentina.
La ópera está fuertemente influenciada por la cultura italiana, por cuanto Panizza (hijo de italianos) concurrió al Real Conservatorio de Milán (que hoy lleva el nombre de Giuseppe Verdi), y además porque Illica, uno de los autores del texto, fue un reconocido libretista de Giacomo Puccini.
La parte instrumental fue completada en Londres, pero, en ocasión del debut, los cantantes fueron italianos, Cesare Assanti, Amedeo Bassi, Giuseppe La Puma y Titta Ruffo, quienes llegaron a la Argentina desde Génova.
«Aurora» fue representada por primera vez el 5 de septiembre de 1908 en el Teatro Colón de Buenos Aires, inaugurado ese mismo año.
En aquel histórico momento, mientras se alzaba el telón, en un profundo clima emotivo, todos los presentes escucharon la voz del tenor Amedeo Bassi, quien moduló el aria en italiano:
Alta pel cielo, un’aquila guerriera,
ardita s’erge in volo trionfale.
Ha un’ala azzurra, del color del mare,
ha un’ala azzurra, del color del cielo.
Così nell’alta aurora irradiale,
il rostro d’or punta di freccia appare,
porpora il teso collo e forma stelo,
l’ali son drappo e l’aquila è bandiera.
È la bandiera del Paese mio,
nata dal sole; e ce l’ha data Iddio!
El melodrama se desarrolla en la ciudad de Córdoba, en mayo de 1810. Al convento de la Compañía de Jesús llega un cesto de flores que un fiel devoto envía a la Virgen de los Dolores.
En el cesto hay también un mensaje clandestino, enviado desde Buenos Aires:
«Muchachos: ¡Saluden a la Aurora!
¡Ella brilla triunfal en el límpido cielo de la Patria!
¡ Empieza la lucha por la Independencia!»
Entonces aún bajo dominio español, la ciudad de Córdoba, en el interior de Argentina, estaba sojuzgada férreamente por la represión.
El gobernador (interpretado por el barítono Titta Ruffo), había reaccionado con fuerza brutal para restaurar el orden después de la revolución estallada en el Río de la Plata, dando enseguida una proclama:
«¡En Buenos Aires flamea un estandarte rebelde e indigno!
¡¡¡Lo ahogaré en su propia sangre!!!»
Lo que Del Puente aún no sabe es que un joven patriota se ha enamorado de su hija Aurora (interpretada por la soprano Maria Farletti).
Por ella, Mariano (protagonista de la ópera) se bate con heroico coraje, pero es capturado como espía.
El gobernador no acepta esa historia de amor y jura la muerte de Mariano, diciendo:
«¡Antes que padre, soldado!»
Los amantes consiguen escapar, pero la historia termina trágicamente, con Aurora herida mortalmente por el fuego de las armas de las tropas de su padre, y con el inmenso amor de Mariano:
«Te amaré por toda la eternidad, porque el cielo es Aurora, y es Aurora de la Patria!»
Si bien se notan algunos errores históricos (los Jesuitas habían sido expulsados por la Corona en el siglo XVIII y la Bandera Argentina fue creada en 1812), permanece de todas maneras el gran valor artístico de la ópera, al cual se agrega la dimensión afectiva y el profundo significado cultural que la han convertido en patrimonio de la argentinidad.
«Aurora» fue representada en numerosas temporadas, siempre con gran éxito, pero su definitiva consagración popular se produjo con la traducción al español, a 35 años de su estreno.
Y ello no obstante las dificultades encontradas para conservar la métrica y la melodía del aria, de cuyos arreglos se ocuparon Angelo Pettita (un italiano con muy buen conocimiento del idioma español) y Josué Quesada (hijo de uno de los autores).
La nueva versión fue presentada en la noche de gala del 9 de julio de 1945, en un sugestivo marco de público y con la presencia de las máximas autoridades argentinas de entonces, el Presidente Edelmiro J. Farrel y el Vicepresidente, Coronel Juan Domingo Perón.
Desde entonces y mediante un Decreto gubernamental, se estableció que el aria de «Aurora», con el nombre de «Saludo a la Bandera», convirtiese en canción a la bandera y fuese de interpretación obligatoria en los actos oficiales y en todas las escuelas al momento de izarse la misma.
No obstante la denominación oficial de «Saludo a la Bandera» es conocida por todos como «Aurora», la canción que más de 10.000.000 de niños y muchachos entonan cada mañana en las escuelas.
También los adultos conservan entre sus más bellos recuerdos aquellos versos inolvidables que dicen:
(Letra: Héctor Cipriano QUESADA / Luigi ILLICA – Música: Héctor PANIZZA)
«Alta en el cielo un águila guerrera,
audaz se eleva en vuelo triunfal.
Azul un ala, del color del cielo,
azul un ala, del color del mar.
Así en el alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la Patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la Patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la Patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios.»
El éxito de las representaciones de «Aurora» no reconoce épocas.