En 2017 se pagaron 450 millones de dólares por ‘Salvator Mundi’, una pintura atribuida a Leonardo Da Vinci y descubierta de manera casual pocos años antes. Desde el principio varios expertos manifestaron ciertas dudas sobre su catalogación y ahora una investigadora italiana ha puesto en entredicho su autoría basándose en un dibujo desconocido del autor florentino que asegura haber descubierto. La polémica está servida.
Así transcurrió el último minuto de una subasta frenetica en la Sala Christie’s de Nueva York el 15 de noviembre de 2017. Un comprador anónimo había decidido pagar casi 340 millones de euros al cambio (y otros 40 en comisiones) por una obra atribuida a Leonardo Da Vinci, Salvator Mundi, un Jesucristo en posición frontal dando la bendición con la mano derecha mientras sostiene una esfera de cristal en su mano izquierda. Tres años después, la historiadora del arte italiana e investigadora del Centro Unesco de Florencia, Annalisa di Maria, afirma que el retrato no fue realizado por el genio florentino. Y dicha afirmación se basa en un dibujo del propio Leonardo, descubierto por ella misma, que mostraría «el verdadero rostro» del Salvator Mundi, muy diferente al cuadro por el que se pagaron 450 millones de dólares.
El ‘lenguaje’ de Leonardo
La obra recientemente descubierta es un retrato hecho a sanguina (una tiza ferruginosa de color rojo anaranjado muy usada por Leonardo da Vinci) que pertenece a una colección privada de Lecco (una localidad lombarda a orillas del lago Como, al norte de Milán) y cuyos dueños se pusieron en contacto con Di Maria para mostrársela en 2019. Una vez estudiado el dibujo, fechado alrededor del siglo XVI según los análisis de laboratorio, la especialista no duda de su atribución: «en primer lugar por la posición de tres cuartos, la pose favorita y que casi siempre usa Leonardo para representar a sus personajes». Preguntada por Historia National Geographic, Di Maria argumenta que esta postura, típica de los retratos de Leonardo, como la Mona Lisa, otorga «un enorme dinamismo» a las figuras.
Una de las mayores autoridades reconocidas en Leonardo del mundo, el catedrático emérito de Oxford Martin Kemp, entusiasta de la atribución del Salvator Mundi a Da Vinci, ha recibido el descubrimiento con escepticismo: «no puedo decirlo sin ver el dibujo y la evidencia científica», pero necesitaría comprobar «que está dibujado por un zurdo», afirmó al diario The Telegraph, Por su parte Annalisa di Maria, que está ultimando un informe con sus conclusiones que quiere dar a conocer en enero, responde a Historia National Geographic que el diseño del dibujo «y el trazo, indican que ha sido elaborado con la mano izquierda».
De las alrededor de 20 pinturas atribuidas a Leonardo da Vinci que han llegado hasta nuestros días, apenas 10 se consideran completa e indiscutiblemente pintadas por el genio florentino. En esta categoría entrarían obras maestras como la Mona Lisa, La última cena o la Virgen de las Rocas del Louvre, en las que las pruebas históricas y el análisis estilístico hacen que los especialistas reconozcan la mano del pintor detrás de ellas sin ningún género de dudas. El resto, son obras cuya autoría está más o menos ampliamente aceptada sin llegar en ningún caso a la unanimidad de las primeras.
Salvator Mundi estaría en un segundo o tercer escalón. La pintura habría sido elaborada en la década de 1490, cuando Leonardo da Vinci se encontraba en Milán trabajando en su Ultima Cena, que incluye un retrato de Jesús, «por lo que es muy probable que realizara un estudio para un Salvator Mundi», explica Di Maria.
De las fuentes de la época se desprende que «años más tarde Annibale Carracci se inspiraría para sus cabezas de Cristo en la de un Salvator Mundi de Leonardo que estaba en la colección privada propiedad del Príncipe de Liechtenstein», añade. Después la obra, volvió a aparecer en manos de Carlos I de Inglaterra y su pista se perdió en el siglo XVII cuando era propiedad de Carlos II y era conocido por una docena de copias que realizaron los alumnos y seguidores del artista.
Historia de un cuadro
El cuadro vendido por Christie’s entra en escena en 2005, en una subasta inmobiliaria de los herederos de Basil Clovis Hendry, un pequeño empresario de Baton Rouge, Louisiana. El catálogo describía la obra como una copia de Leonardo da Vinci «presentada en un elegante marco antiguo dorado» valorada en poco más de mil dólares. Dos marchantes de arte, Robert Simon y Alexander Parish, se hicieron con el lote en el que se hallaba la pintura por menos de 10.000 dólares y el retrato pasó los siguientes años por un intenso proceso de restauracion a cargo de Dianne Modestini, que incluso tuvo que reconstruir muchas partes del mismo que habían desaparecido. Según sus nuevos propietarios, la obra estaba muy alterada, había sido muy sobrepintada y había sufrido varias restauraciones deficientes a lo largo de su historia.
Una labor detectivesca coloca el Salvator Mundi adquirido en 2005 en las colecciones de Carlos I y Carlos II, las últimas en las que aparece citado el original de Leonardo por última vez.
En 2007 algunos expertos, encabezados por Martin Kemp, comenzaron a apuntar ya que tal vez se tratara de la obra perdida del maestro florentino, pero no fue hasta 2011 cuando recibió el espaldarazo definitivo al ser incluida en el catálogo de la retrospectiva de la National Gallery de Londres Leonardo,pintor de la Corte de Milan. Desde entonces, el cuadro fue vendido sucesivamente por 81.000 y 127.000 dólares, llegando a manos de un coleccionista ruso que encargaría su venta a Christie’s.
La casa de subastas inició entonces una campaña de exhibición (y marketing) de la obra, mostrándola a los posibles compradores y al público en general en Hong Kong, Londres, San Francisco y Nueva York (donde lo contemplaron más de 27.000 personas) y que culminó en la histórica puja.
Annalisa di Maria no es la primera ni la única que pone en duda la autoría del cuadro más caro de la historia. Desde el inicio del proceso de atribución, muchos expertos internacionales han mostrado su escepticismo y mantienen que el mal estado de la obra obligó a una amplia restauración que dificulta su evaluación. Así lo ve la especialista en arte del Renacimiento del Museo Metropolitano de Nueva York, Carmen Bambach, que ya mostró sus reticencias a la National Gallery en 2011. Dos años después de la venta, Bambach volvía a poner sobre la mesa el nombre de Boltraffio como autor del cuadro, concediendo, a los sumo, «algún pequeño retoque» a Da Vinci, tal como recogía el diario The Guardian. Así mismo ponía en duda su presencia en la colección de Carlos I: «no se puede documentar completamente hasta mediados del siglo XIX», remataba.
Ahora, en esta misma línea, Di Maria explica a Historia National Geographic: «viendo el cuadro antes y después de la restauración, creo que es diferente. Después de la restauración, veo una huella leonardiana exagerada que quizás no tenía antes».
Sobre su trabajo, Dianne Modestini señalaba en 2019 a la revista Vulture que al encarar las primeras fases de restauración observó «perfectas» transiciones de color en la obra: «la forma en que se manipuló la pintura, ningún otro artista podría haber hecho eso». Más adelante, analizando la boca de la Gioconda en las imágenes de alta resolución de la Mona Lisa«de repente, ya no podía esconderme de lo obvio: la mano que la pintó era la misma que había pintado el Salvator Mundi«.
Por contra, Annalisa di Maria sostiene a día de hoy que la pintura sería «un bello original de la época, pero creo que no se puede atribuir a Leonardo porque en él se observa una ausencia total de dinamismo, una posición demasiado estática para haber sido pintada por Leonardo». En su opinión el genio florentino jamás habría pintado la figura de frente, como aparece en la pintura subastada en 2017, que ella atribuye a «un destacado alumno de Leonardo o al maestro de otro taller».
Y es que en el debate entre defensores y detractores de la atribución a veces parece que estemos ante obras diferentes. Así, donde Martin Kemp ha llegado a ver la Mona Lisa masculina, Jacques Franck, un reconocido experto internacional sobre la obra de Leonardo Da Vinci y consultor de grandes instituciones sobre la técnica pictórica del artista florentino opinaba todo lo contrario en vísperas de la venta, según recogía The New Yoprk Times : «la composición no es propia de Leonardo. Se le ha llamado ‘la Mona Lisa masculina’, pero no lo parece en absoluto».
¿A quién debemos creer? Toda la polémica que rodea a la pintura es muy propia de la obra de Leonardo da Vinci y no parece que se pueda llegar a un consenso o que una de las dos partes haga cambiar de idea a la otra. El misterio en torno a ella no disminuye. Poco después de la subasta, el ministerio de Cultura de Emiratos Árabes anunció que la obra sería expuesta en el Louvre Abu Dhabi. Al mismo tiempo, The New York Times reveló que el comprador era en realidad el príncipe heredero de Arabia Saudí Mohammed bin Salman, conocido como MBS, que lo habría regalado a su homólogo de los Emiratos Árabes, Mohamed bin Zayed (MBZ), para reforzar los lazos de ambos países.
Poco después de la subasta se desveló la identidad del propietario: el príncipe heredero de Arabia Saudí, que pretendía regalarlo a su homólogo de Emiratos Árabes.
El penúltimo episodio de la rocambolesca historia de este cuadro se produjo en 2018, el museo emiratí canceló sin más explicaciones la presentación de la obra pocas semanas antes de la fecha prevista. La pintura está en paradero desconocido. Nadie sabe (o quiere decir) donde está. Las esperanzas del Louvre parisino (propietario de la marca que usa el museo de los Emiratos Árabes) de exponerlo junto a la Mona Lisa se esfumaron.
Las especulaciones la sitúan todavía en poder de Mohammed bin Salman. Según reveló el portal Artnet, una fuente de confianza dentro del mundo del arte, MBS habría reconsiderado su decisión de regalar la obra a MBZ y la habría trasladado a su yate privado, el Serene en su avión privado. Sea como sea, la historia añade más interrogantes en torno al último Da Vinci (o Boltraffio).
Alex Sala / National Geographic