Con absoluta razón se pondera la influencia decisiva de Juan Bautista Alberdi en tierras argentinas debido a su notable versación en temas jurídicos, filosóficos y económicos pero pocos se han preguntado donde inició su interés concretamente en la tradición liberal. Primero discutida en la Jabonería de Vieytes, en la librería de Marcos Sastre, en el Salón Literario (de 1837, año por el que se bautiza su generación), en la Asociación Joven Argentina, en la Asociación de Mayo, luego Alberdi prosiguió el debate en su exilio en Montevideo y, finalmente, en el Club Constitucional en su exilio en Valparaíso donde parió parte sus textos más iluminadores.
En esta nota quiero destacar el puntapié inicial de los aspectos sustanciales en la formación no solo de Alberdi sino de personajes como Juan María Gutiérrez, José Mármol, Félix Frías y Vicente Fidel López. Ese inicio fue estimulado por el doctor Diego Alcorta en el Departamento de Jurisprudencia de la Universidad de Buenos Aires (luego Facultad de Derecho). Alcorta era profesor de filosofía y les trasmitió a sus alumnos de entonces estudios detenidos especialmente de autores tales como John Locke y Condillac. El doctor Alcorta fue expulsado de su cátedra por Rosas que, como es sabido, impuso el juramento por decreto del 27 de enero de 1836 a todos los abogados por “la causa nacional de la Federación” lo cual, entre otros, no aceptó Alberdi por lo cual se recibió en Uruguay y luego revalidó en Chile.
José Mármol relata en “Amalia” que “cada joven de nuestros amigos, cada hombre de la generación a que pertenecemos y que ha sido educado en la Universidad de Buenos Aires, es un compromiso vivo, palpitante, elocuente del doctor Alcorta. Somos sus ideas en acción, somos la reproducción multiplicada de su virtud patricia, de su conciencia humanitaria, de su pensamiento filosófico. Desde la cátedra él ha encendido en nuestro corazón el entusiasmo por todo lo que es grande: por el bien, por la libertad, por la justicia”. Alberdi por su parte menciona esa cátedra de filosofía en sus apuntes autobiográficos.
Resulta realmente llamativo que Diego Alcorta era originalmente Doctor en Medicina y luego se dedicó al estudio de la filosofía con especial atención a las obras de liberales de renombre como Montesquieu, Adam Smith y Jovellanos, y luego Constant y Tocqueville trabajos sobre los cuales promovía debates con sus discípulos no solo en al aula sino en tertulias paralelas a la cátedra que reunía a los antes nombrados y a otros jóvenes de la época donde influyó decisivamente también sobre colegas médicos como es el caso sobresaliente de Juan José Montes de Oca, quien dirigió la Facultad de Medicina, un médico-cirujano muy activo en difundir las ideas de la libertad por lo cual fue encarcelado por Rosas y luego también exiliado en Montevideo.
Félix Weinberg en su excelente estudio preliminar al libro titulado “El Salón Literario” ofrece abundante bibliografía de lo que consigno en esta nota periodística en la que subrayo la decisiva participación del doctor Alcorta en la fructífera docencia que dejo consignada. A su vez, este maestro se interesó por las ideas liberales al abordar la obra cumbre de Algernon Sidney “Discurses Concerning Government”, el formidable antecedente de los trabajos de Locke aunque menos conocido porque su autor fue ejecutado por sedición debido a su oposición a admitir el origen divino del monarca y elaborar sobre las bases filosóficas de los derechos individuales.
En todo caso el sentido de este texto telegráfico es rendir homenaje a Diego Alcorta y destacar su rol en despertar interés por las ideas liberales a buena parte de la célebre generación del 37 en nuestro país.
Alberto Benegas Lynch (h) / El Economista