Tras años de excavaciones, a partir del domingo se podrá visitar un sitio arqueológico ubicado entre Jerusalem y Belén donde los turistas se encontrarán con una fortaleza-palacio, donde Herodes El Grande ordenó ser enterrado, y un teatro de gran valor histórico.
Encajado en plena montaña en el desierto de Judea, el palacio de Herodes el Grande, tirano que reinó sobre la Judea romana, mostrará al público desde el domingo los nuevos tesoros desenterrados por arqueólogos israelíes, tras años de excavaciones.
Herodión (o Herodium) es un sitio arqueológico y turístico situado entre Jerusalem y Belén.
En esta montaña, el rey Herodes El Grande -padre del rey Herodes Antipas- ordenó que le construyeran un palacio-fortaleza donde a su muerte sería enterrado.
De acuerdo a los arqueólogos, el soberano -que reinó entre el 37 y el 4 AC decidió sobre el final de su vida hacer enterrar su palacio con tierra extraída junto a las estribaciones de la propia montaña, lo que provocó un inesperado efecto: preservar la estructura.
Para Roi Porat, arqueólogo al frente de las excavaciones, este sitio es un «laboratorio arqueológico único», comparable a Pompeya, conservada por las cenizas volcánicas en Italia.
El arqueólogo israelí Roi Porat en el histórico sitio que abrirá sus puertas a visitantes el domingo.
A partir del domingo, el público podrá subir por primera vez por la amplia escalinata coronada por arcos, que conduce a la sala principal del palacio, cuyas paredes están decoradas con magníficos frescos en tonos marrones, verdes y negros, representativos del estilo de la época.
Los visitantes además podrán extasiarse, al pie de la escalinata, con un teatro con unas 300 plazas, y un palco «VIP», donde Herodes recibiera en una ocasión al general romano Marco Agripa, en el año 15 a.C., afirma Porat.
Según éste, «se trató de una visita muy importante para Herodes» quien, en aquella oportunidad hizo redecorar el gran salón haciendo pintar falsas ventanas y frescos que evocaban la conquista de Egipto por Agripa, ‘custodiados’ desde lo alto por suntuosos grabados.
Herodes respetaba la tradición judía y evitaba los dibujos de animales y hombres, pero en su palacio preferido, el del desierto de Judea, «todo estaba permitido», revela Porat.
Posteridad
El palacio, cuya entrada principal está orientada hacia Jerusalem, «es une cápsula romana en Judea», a juicio del arqueólogo.
El rey, apodado a veces «Herodes el Cruel» por su legendaria impiedad y su obsesión por las conspiraciones, también ha mantenido fama por sus obras monumentales: en particular amplió el Segundo Templo judío de Jerusalem, hizo construir la ciudad-puerto de Cesarea y los palacios de Masada y Jericó.
Las excavaciones del palacio-fortaleza de Herodes fueron comenzadas por monjes franciscanos a fines de la década de 1950, y continuadas a partir de 1972 por un equipo de arqueólogos israelíes liderado por el profesor Ehud Netzer.
En 2007, este académico descubrió la tumba del rey, ubicada debajo de los vestigios del palacio.
Fue también para no eclipsar el esplendor de su tumba que el soberano hizo enterrar su palacio, explica Eran Kruzel, funcionario de la Autoridad de Naturaleza y Parques israelí.
Este sitio arqueológico revela la mentalidad del rey Herodes, a quien «sólo le preocupaba una cosa: la manera de preservar su memoria eternamente», subraya Porat.
Ynet Español