A la vez que la Haftará nos enfrenta con un momento difícil de la vida, contiene hermosas palabras y pensamientos.
David siente que ha llegado el momento de su muerte, “me voy por la senda de todos los moradores de la tierra”…. Con estas palabras es que va a dejar en manos de Shlomó el trono y el futuro de Israel, con humildad, a pesar de ser un rey va a correr la suerte de todos los seres vivos.
Lo que le transmite a su hijo es sabiduría, paz, que no pelee como él, que haga un camino diferente, en todo caso, que preste atención a los errores que cometió y a las consecuencias que eso tuvo.
Nos recuerda cómo en la Parashá Iaacov se despide de sus hijos dándole a cada uno una bendición que no tiene que ver con riquezas o bienes materiales, sino con conductas, caminos a seguir.
Cuando un nuevo rey llegaba al trono de Israel tenía la obligación de escribir una Torá de la que debía leer cada día. Ninguno de nosotros debe olvidar los preceptos y mandamientos, así podremos ser reyes de nuestras vidas. Estudiar, aprender de nuestros maestros, es el camino que elegimos y que hace de nuestro pueblo lo que es y lo que ha permitido que perdurara a lo largo de tantos años.
David le recuerda a Shlomó que siga los caminos y los preceptos de D’s, en pocas palabras, que sea él mismo. David reinó durante cuarenta años y cuarenta años va a reinar Shlomó, el suyo será un reinado de
paz.
Con la lectura de Parashá Vaiejí concluimos el libro de Bereshit, el primero de los cinco libros de la Torá. Nos deja en el punto en que una nueva gesta le espera a nuestro pueblo. Así suele ocurrir con las distintas etapas de la vida. La Torá en su sabiduría nos muestra el camino, nos habla de nuestras equivocaciones, de las consecuencias que tienen, y nos alienta y nos desafía a mejorar, nos brinda también la fórmula para poder hacerlo… y nos advierte de las consecuencias que tiene salirnos del camino.
Que podamos en este Shabat Vaiejí comprometernos a cuidar la herencia y seguir adelante para renovarla en nuestra descendencia. Esa será la mejor y mayor bendición que podamos pedir.
Norma Dembo