El 4 de enero de 1786 fallecía Moshé Mendelssohn, el filósofo judeo alemán que introdujo a los judíos en la cultural secular. Es la figura que mejor representa el comienzo de la era moderna en la historia de los judíos europeos. Valoraba la razón y argumentaba que cualquiera en el judaísmo puede llegar a las verdades religiosas a través de la lógica
Como alemán, Mendelssohn formó parte de la Ilustración contemporánea, publicando libros y artículos que fueron altamente estimados y de amplia circulación, pero enfrentó manifestaciones de intolerancia por su condición judía. Como judío, diseñó un judaísmo renovador, publicó el primer periódico hebreo moderno, realizó una traducción al alemán de la Torá y reunió a su alrededor un círculo de estudiantes y pioneros de quienes surgió el movimiento de la ‘Haskalá’, la Ilustración judía.
Nació el 6 de septiembre de 1729 en la ciudad de Dessau, en el Principado de Anhalt del Sacro Imperio Romano Germánico. Educado en una familia modesta pero erudita, de niño Mendelssohn era un prodigio de múltiples talentos, comenzó a estudiar con el gran rabino David Fraenkel, y cuando éste asumió el cargo de rabino de Berlín, Mendelssohn lo siguió convirtiéndose en un prometedor estudioso del Talmud y de asuntos rabínicos.
En Berlín se dedicó a otros campos del conocimiento. Animado por Fraenkel, comenzó a estudiar el libro ‘Guía de los Perplejos’ de Maimónides, una obra de filosofía no aceptada por el judaísmo ashquenazí de aquellos días. Se interesó por las disciplinas seculares y comenzó a estudiar con eruditos: filosofía, lógica y matemáticas. Además de dominar el alemán y el hebreo, Mendelssohn estudió francés, italiano, inglés, latín y griego.
Siendo estudiante, comenzó a trabajar como maestro y luego como empleado en una fábrica de seda, convirtiéndose en socio de esta casa comercial que le permitió alcanzar un bienestar económico. A mediados de la década de 1750, entabló amistad con el filósofo Immanuel Kant y con el dramaturgo y crítico literario Gotthold Lessing. Mendelssohn y Lessing se hicieron amigos, un vínculo que mantuvieron durante toda la vida. Ambos publicaron conjuntamente varios ensayos y Lessing imprimió el primer libro de Mendelssohn, ‘Philosophische Gespräche’ (Conversaciones filosóficas).
En 1755, Mendelssohn comenzó a publicar un periódico hebreo llamado ‘El Eclesiastés de la moral’, una revista que abordaba cuestiones de la ética, la moral, la estética y la belleza de la naturaleza como virtud de la creación. Todas las obras de Mendelssohn causaron una gran impresión en los filósofos alemanes. En 1763, la Real Academia de Ciencias de Prusia le otorgó un premio por su tratado sobre ‘Pruebas en las ciencias metafísicas’.
Mendelssohn publicó una serie de canciones de alabanza para el reino de Prusia, que buscaban mostrar la lealtad de la comunidad judía al emperador y al estado. El rey de Prusia, Federico II, ‘el Grande’, le otorgó el satuts de ‘judío bajo protección extraordinaria’.
En 1767 publicó uno de sus libros más importantes, ‘Phädon, oder über die Unsterblichkeit der Seele’ (Phaedon, o sobre la inmortalidad del alma), que fue traducido a muchos idiomas, y en un gran número de ediciones. Mendelssohn fue apodado el ‘Sócrates alemán’ o el ‘Platón alemán’.
Los príncipes alemanes buscaban reunirse con él, incluso la Academia de Berlín lo eligió miembro de pleno derecho en 1771, pero Federico el Grande canceló la elección debido a su judaísmo. Este acto fue un amargo recordatorio para él, al recordarle que en la ilustrada sociedad alemana del siglo XVIII un judío seguía siendo discriminado por motivos religiosos.
En el apogeo de su carrera, Mendelssohn fue desafiado públicamente por un apologista cristiano de Zurich llamado John Lavater, quien lo retó para demostrar la superioridad del judaísmo sobre el cristianismo; el objetivo de Lavater era llevar a Mendelssohn al cristianismo. El debate colocó a Mendelssohn en una situación difícil, ya que presentar argumentos contra el cristianismo podía provocar la censura y la reacción adversa de la opinión pública, y por otro lado, el no reaccionar se interpretaría como rendirse y aceptar las afirmaciones de su contrincante.
Contra los intentos de conversión, Mendelssohn le respondió a Lavater en una carta pública en la que afirmaba su permanecía en el judaísmo y su oposición a la conversión. Enfatizó que el judaísmo, a diferencia del cristianismo, no se involucra en la tarea misionera y en la coerción sobre los miembros de otras religiones y, por lo tanto, es una religión más tolerante e ilustrada. Admitía que en el judaísmo hay cosas que no son de su agrado, entre ellas las supersticiones y costumbres sin sentido, pero que no le hacen abandonar su religión.
En su cosmovisión, Mendelssohn concebía a Dios como un Ser perfecto, y tenía fe en la sabiduría, la justicia, la misericordia, y en la bondad de Dios. Aceptaba la existencia de milagros y revelaciones, siempre que éstas no contradigan a la razón.
Mendelssohn ayudó a los judíos de Alsacia acosados por la propaganda antijudía. En 1781 se dirigió a su amigo cristiano Christian Wilhelm Dohm a que lo ayude demostrar que los judíos son ciudadanos buenos y beneficiosos para el estado. Dohm aceptó y escribió el libro ‘Über die bürgerliche Verbesserung der Juden’ (En beneficio del estado civil de los judíos), en el cual argumenta que no existe un impedimento general para que los judíos sean buenos ciudadanos del estado. En 1783, Mendelssohn publicó ‘Jerusalén, oder über religiöse Macht und Judentum’ (Jerusalén, o sobre el gobierno religioso y el judaísmo), en el que hace un llamado a la tolerancia religiosa y al reconocimiento de los derechos de los judíos.
Con respecto al espacio judío, consideraba que la comunidad judía no tiene derecho a imponer opiniones a los individuos dentro de ella, se opuso a la excomunión (jerem) de pensadores que se oponían a la élite rabínica en el campo del pensamiento y el liderazgo. Trabajó para fomentar, lo que él llamaba, el uso de lenguas culturales elevadas, el hebreo para las necesidades intrajudías y el alemán para las necesidades culturales generales, no así el uso del yiddish, que a sus ojos y a la mayoría de sus seguidores era un idioma híbrido inferior y distorsionado. Con todos estos puntos de vista, no apoyó enfoques que exigían un enfrentamiento frontal con el mundo rabínico, y prefirió actuar en el camino de la persuasión y la difusión de ideas.
Sobre las ideas nacionales, en su sentido moderno, sin bien son posteriores a Mendelssohn, sostenía que los judíos debían seguir siendo una comunidad independiente, no creía que podía haber un gobierno soberano de los judíos sobre ellos mismos en su propio estado. En su opinión, el judío debería ser un ciudadano con iguales derechos y obligaciones en el estado civil europeo.
Mendelssohn fue el más grande de su tiempo, el respeto y la admiración que despertaba se fue extendiendo a otros miembros de su generación igualmente entusiasmados y confiados en que las nuevas ideas mejorarían la situación de los judíos en la medida que ellos se esforzasen en adoptarlas. Las relaciones con sus amigos cristianos y su estatus en la sociedad berlinesa permitieron el comienzo del proceso de la emancipación de los judíos. Fue valorado como el ‘3er. Moisés’, aquel que llegó después de Moishé Rabeinu y Maimónides.
*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.
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