Estamos saliendo hacia la libertad. En Parashat Bo, las últimas tres plagas arremeten sobre Egipto y el pueblo hebreo festeja por primera vez Pesaj, la libertad está muy cerca. En un momento, antes que la octava plaga azote a Egipto el Faraón le hace una pregunta a Moshé y Aharon: “8 ¿Quiénes son los que han de ir? Moshé respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Adonai.” (Exodo 10:9-10). El Faraón está por permitir la salida del pueblo judío de Egipto pero se retracta cuando Moshé le dice que no solo los adultos saldrán sino que todo el pueblo irá a celebrar con Dios. El Faraón endurece nuevamente su corazón y no permite la salida del pueblo.
¿Por qué Moshé especifica quienes saldrán de Egipto? Moshé debía intuir que el Faraón no iba a dejar salir a todo el pueblo por tres días hacia el desierto para realizar una fiesta al Dios de Israel. Sin embargo Moshé es enfático y dice que incluso los niños y las niñas, los ancianos y los jóvenes deben ir. Varias son las respuestas que no regala nuestra tradición sobre este pedido de Moshé. Quiero compartir el día de hoy algunas de ellas con todos ustedes.
Algunos comentaristas sugieren que Moshé enfatiza que tanto los jóvenes como los ancianos deben salir de Egipto porque ninguna celebración puede estar completa sin niños. Hermosa enseñanza. No puede haber una celebración plena para Dios si los más pequeños no están presentes. Y quizás es por esta razón que en Pesaj el lugar protagónico durante el Seder esta dedicada a los más jóvenes de la familia.
Otro comentador sugiere otra hermosa interpretación, y dice así: “Un niño sin padres es un huérfano, pero una nación sin niños es un pueblo huérfano”. Percibamos la fuerza de esta idea: una nación sin niños se queda huérfana. No hay futuros sin los jóvenes. Y Moshé es consciente que el único futuro posible está en que los más jóvenes también salgan de Egipto para que aprender a vivir en libertad. Y quizás será por eso que solo los menores de veinte años, a la hora de emprender el camino hacia la tierra prometida, tuvieron el merito de ingresar a ella.
Estos son comentarios de otros, de grandes maestros de nuestra tradición, sin embargo ahora quiero compartir con ustedes, humildemente, como yo elijo leer este versículo. La salida hacia la libertad marca el comienzo de la redención del pueblo judío. Un camino hacia la tierra prometida que todavía estamos transitando. En ese camino todos debemos estar juntos. Ancianos y niños, hombres y mujeres, todos juntos para atravesar juntos el desierto. O todos somos libres o nadie lo es.
Según la escatología judía el Mesías llegará en un instante muy particular: “He aquí, yo os envío el profeta Eliahu, antes que venga el día de Adonai, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…” (Malají 3:23). El Mesías vendrá cuando los padres miren a los hijos y los hijos miren a los padres. Binareinu uvizkeneinu nelej, con nuestros jóvenes y ancianos iremos, dice Moshé. Y sólo cuando sus ojos, emociones y pensamientos se encuentren, llegaremos a nuestra tierra prometida, nos dice el profeta Malají.
Moshé anuncia que todas las generaciones deben salir de Egipto para poder así realizar una celebración para nuestro Dios, Jag Adonai Lanu. Y la festividad de Dios ocurre todas las semanas, cada Shabat. Sin embargo Él sólo se regocija cuando ve a toda la familia sentada en la mesa. Cuando encuentra que los más grandes acompañan los sueños y desafíos de los más jóvenes. Y cuando los más jóvenes abrazan y respetan la tradición y los tiempos de sus padres y abuelos. Cuando todos alrededor de la mesa de Shabat se ven a los ojos y entienden que el único tiempo es el presente, entonces en ese instante salimos en busca de la tierra prometida, y sólo en ese instante es una celebración y día de fiesta para nuestro Dios.
¡Shabat Shalom!
Rabino Uriel Romano