HAFTARA BESHALAJ
SHOFTIM – JUECES 4:4-5:31
Nos encontramos en la época de los Jueces, entre la muerte de Ieoshúa bin Nun y el nacimiento del profeta Shmuel.
Nuestro pueblo está asentado ya en la tierra prometida, pero rodeado de naciones paganas con la práctica de la idolatría que en ellas reinaba.
Esta fuerte Haftará encuentra un paralelo claro con la parashá correspondiente. Mientras acá nuestra profetisa Déborah alienta y acompaña a Barak bn Abinojam a hacer frente a nuestro enemigo Iavin, rey de Cnaan, en la parashá nos encontramos con Miriam, parte fundamental de nuestro pueblo, alabando a D´s con su hermosa canción al lograr cruzar el Iam Suf. También la batalla final para vencer a Sisera, general del ejército enemigo, ocurre a orillas del arroyo Kishón, agua del Iam Suf, agua del Kishón.
Una vez más se le agradece a D´s por ayudarnos a pasar un momento tan difícil y dar un paso más adelante en hacer de nuestra tierra realmente nuestro lugar, en el mundo y en nuestro corazón. Se opone a la ira y a la idolatría; es un momento donde nos unimos todos en nuestro interior, nos hacemos ejad.
El agua es el símbolo de la creación, de la Torá, del vientre materno, sin agua no hay vida. Es notable la cantidad de alusiones al agua que encontramos tanto en la Haftará como en la parashá. Esto nos habla sin duda de la enorme presencia de la mujer en nuestra historia.
Vemos en el versículo 6 que D´s ordenó que Déborah impartiera justicia, en esos momentos era el juez el que conducía al pueblo. ¿Una mujer en lugar de juez en aquellos momentos? Así es, con el correr de los tiempos algo se fue oscureciendo y las mujeres quedamos más unidas a fantasías supersticiosas y tantas otras cosas…
Pero de un modo u otro la mujercita ha luchado por el lugar que considera que le corresponde. ¿Pensamos el lugar que en nuestra tradición tiene la mujer, una mujer jueza en aquel entonces? ¿Conduciendo a un pueblo? Y pensar que creemos haber avanzado tanto desde aquel entonces cuando en verdad sólo estamos recuperando lentamente el lugar que las mujeres tuvimos en nuestro pueblo.
Vamos descubriendo cada día, a través de las enseñanzas de Rabeinu Ale, cómo y cuánto sin la presencia y la acción de la mujer la historia de nuestro pueblo no hubiera sido posible o hubiera sido bien distinta. Si bien la palabra de los profetas, las haftarot, no forman parte de la Torá en sí mismas, tienen una profunda relación la mayor parte de las veces. También en la Torá está Miriam, la que da el agua, la que sobre el agua preserva la vida de nuestro líder Moshé, la que con su cántico, su poesía, agradece.
Bien sabemos que el agua es una representación de la Torá, de aquello esencial que necesitamos para vivir. También acá, como dijimos, es el agua del Kishón la que arrastrará los despojos del enemigo. Y será una mujer la que con valor ha recibido desde A´d la capacidad y la fortaleza para hacer frente al enemigo y nunca perder la esperanza.
Otra mujer, ya no de nuestro pueblo pero que forma parte de nuestra Haftará, es Iael. Considerando nuestra causa justa, valerosamente atrae a Sisera, y ofreciéndole un descanso, termina matándolo con una estaca y un martillo. Esta mujer no cree, como nos dice Edery, en el nacionalismo estrecho, sino que busca la justicia y la nobleza.
La lucha continúa todos los días. Tal como cada uno de nosotros realiza su lucha cotidiana, nuestro pueblo no baja los brazos. Felizmente, muchas veces es para sostener panderetas para agradecer, para cantar, para defender nuestro lugar.
Estamos todos juntos. A pesar de nuestras diferencias, hombres y mujeres necesitamos unos de otros para lo cotidiano que en verdad es lo trascendental, en el día día a través de los tiempos.
Norma Dembo