La meta del pueblo judío y de Israel no es solucionarlo, sino señalarlo y vencerlo. Como ha hecho siempre.
El pueblo judío, durante toda su larga historia, se ha debatido siempre entre la supervivencia y la aniquilación. No han sido pocos, ni serán pocos, ni son pocos hoy los que prefieren deshacerse de un pueblo milenario. Siglos atrás los judíos sufrieron el antisemitismo disfrazado de odio a una religión, después fue el odio a “la raza judía”, hoy es el odio al Estado donde viven los judíos. El odio es el mismo, el disfraz es lo que cambia. Israelita, judío, israelí, sionista. El odio es el mismo.
El historiador, Gustavo Perednik, en su libro La Judeofobia, enumera las ocho principales características del antisemitismo: “Probablemente no haya un odio más antiguo, generalizado, permanente, profundo, obsesivo, peligroso, quimérico y fácil que la judeofobia”.
En nuestros días podemos establecer una novena característica que no ha aparecido en la historia del antisemitismo, y que ahora la vemos con meridiana claridad: La hipocresía del antisemita.
Veamos varios ejemplos de la hipocresía como característica que define el antisemitismo de hoy en día.
1) El pasado 17 de Febrero, El País publicó un brillante editorial titulado “Ante el Antisemitismo”, que concluía así: “Los países tienen la obligación de combatir el Antisemitismo y también de señalar a todos aquellos que no lo hagan”.
Bien. Aprovechamos, la oportunidad que nos brinda este diario para señalarles por su manía persecutoria contra la única democracia en Oriente Medio. Hace escasos días, el corresponsal del País en Israel escribía en su diario un artículo titulado: “La sombra del ‘apartheid’ planea sobre la democracia israelí”, demostrando una vez más, y ya son muchas, que la sombra del ‘antisemitismo’ planea sobre el diario El País.
2) La semana pasada las Naciones Unidas tuitearon «Al recordar a quienes perdieron la vida en el Holocausto y honrar a quienes sobrevivieron, el mejor homenaje que podemos rendirles es la creación de un mundo de igualdad, justicia y dignidad».
Bien. En el año 2020, el año de la pandemia, de un total de 23 resoluciones de la Asamblea General de la ONU que condenaban a países por sus acciones, 17 de ellas se centraron en un solo Estado: Israel. Las Naciones Unidas deben predicar con el ejemplo y limpiar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de dictaduras antisemitas que no respetan mínimamente los derechos humanos y la Asamblea General de las Naciones Unidas, un cuerpo creado sobre las cenizas del Holocausto, y que, a pesar de ello, hoy es el principal altavoz de los países que odian a los judíos, que trabajan para la destrucción del Estado de Israel y que promueven y financian el terrorismo.
3) “Recordamos a los millones de judíos brutalmente asesinados por el fascismo. Memoria para no repetir la historia”, Pablo Iglesias el pasado 27 de enero de 2021 con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
El mismo que hace escasos años decía “el Holocausto fue un mero problema burocrático” o «Necesitamos actuar con más firmeza en un país ilegal como Israel«, nos viene hoy a decir que se necesita “memoria para no repetir la historia”. Bien. Para no repetir la historia, señor Vicepresidente de Gobierno, no solo hace falta que usted rectifique o que el mundo entero entienda que al antisemitismo no se le planta cara con palabras huecas sino con hechos, sino que, sobre todo, hace falta un Estado de Israel fuerte, democrático y libre. Esto último, por suerte, ya lo tenemos. A la espera de que se cumplan los dos primeros requisitos.
El Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto es el momento perfecto para que los antisemitas emitan su discurso populista e hipócrita. Muestran su preocupación por el antisemitismo un solo día al año, mientras que los 364 restantes lo promueven y financian.
Véase:
El recuerdo de las víctimas del Holocausto es fundamental, pero no solo se limita a 280 caracteres. Es un ejercicio mucho más profundo, meditado y trabajado. Para que el antisemita deje de serlo, deberá aprender las lecciones del periodo más oscuro de la historia europea. El antisemitismo crece a un ritmo vertiginoso, y mientras tanto la Unión Europea no solo no condena a la tiranía iraní, que niega el Holocausto y representa hoy en día la mayor amenaza para que éste se vuelva a repetir, sino que se pone a su servicio, le brinda apoyo económico y le provee de una legitimidad que nunca tuvo. ¿Lecciones aprendidas? Las justas.
Los ejemplos mencionados, de los infinitos que podría dar, muestran la misma patente de corso: Hacer unas declaraciones huecas, sin compromiso alguno, sin hechos que corroboren la intención de luchar contra el antisemitismo, y de paso utilizar la memoria de los 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto, con el propósito de quitarse la etiqueta de “antisemita” y poder así continuar su crítica a Israel, su amistad con las peores dictaduras antisemitas del planeta, su banalización del Holocausto y su promoción de los mitos antisemitas de hoy en día.
Buen intento. No cuela. Sobre el antisemitismo….que se ocupen los antisemitas y quienes los cobijan. La meta del pueblo judío y de Israel no es solucionarlo, sino señalarlo y vencerlo. Como ha hecho siempre.
NOTA FINAL DEL ESCRITOR: Debo reconocer que hice un esfuerzo al buscar en la hemeroteca del Diario Público alguna cita sobre el deber de luchar contra el antisemitismo, pero lo más cercano que me he encontrado ha sido esto: “Mientras no se corrijan los abusos de Israel y la extendida percepción de que su influencia en el mundo es desmesurada y se fundamenta en la injusticia, es improbable que desaparezca el antisemitismo”.
Lo dicho: señalarlo y vencerlo
Por: Jacob Israel, Director de Unidos con Israel
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