En las primeras horas de la mañana del 20 de mayo de 2021, (9 de Sivan, 5781) supimos del fallecimiento del Rabino de la comunidad Pardés, Baruj Plavnick.
Baruj Plavnick, Z`L, fue rabino desde el año 1979, ordenado en el Seminario Rabínico Latinoamericano, siguiendo los pasos de su maestro, Marshall Meyer, de quien heredo los sólidos principios que sostuvo durante su vida y el ejercicio de su función, en su cálida comunidad de la calle Céspedes, la Fundacion Pardes.
Siendo ya abogado graduado en la Universidad de Buenos Aires y graduado en filosofía en la Universidad Hebrea de Jeruslamem, sus inicios como líder religioso los desarrollo en NCI ( Nueva Comunidad Israelita), Bet-El, a instancias de Marshall Meyer, y con el tiempo, siendo asistido por Daniel Goldman.
Baruj fue un hombre de una importante erudición, un investigador formado, que no dudo en compartir sus conocimientos de un modo generoso entusiasta y fuertemente comprometido, con su kehilá y con todo aquel que quisiera acercarse a abrevar en la sabiduría judía: su formación en estudios de Cabalá en Israel y USA lo llevaron a enseñar filosofía y mística judía , valores de la Tora, del Tanaj, en cada una de las instituciones religiosas que lo vieron desarrollarse y transmitir los conocimientos judaicos, las fuentes religiosas y espirituales de nuestro pueblo, esto es, los fundamentos de nuestra tradición.
En 1992 se crea Pardés, un proyecto llevado adelante por un grupo de jóvenes judíos motorizados por un ideal renovador, transformador e inclusivo del judaísmo. Baruj, unido como siempre a su esposa Peli, Perla Kiel, crearon lo que fue Pardés desde ese momento y hasta la actualidad: “Centro de Estudios y Promoción para la Sabiduría y el arte de ser judío”.
Su posición ética, su honestidad inquebrantable, así como su afán de alojar las diferencias dentro de la comunidad, incluirlas, enseñar que podemos nutrirnos y enriquecernos de la diferencia que tenemos con el otro, fue uno de los rasgos de su valiosísimo legado. Esa convicción le valió muchas veces fuertes cuestionamientos por parte de otras comunidades que no supieron apreciar que abrir una puerta , tender una mano, acoger un pedido de inclusión sincero no siendo judío, enriquece, multiplica, transforma de una buena manera.
En su férreo compromiso con los derechos humanos y su actitud de defensa inconmovible de estos en plena dictadura militar en la Argentina, llego a ser uno de los cinco rabinos que se dirigieron a prestar asistencia religiosa y espiritual a los jóvenes soldados judíos que estaban prestando servicio en la Guerra de Malvinas, padeciendo sufrimientos, privaciones y antisemitismo.
Del mismo modo, era admirable escuchar su indignación y su postura frente a las conductas de cierta dirigencia judía alineada con el poder de turno, siendo testigo de la injusticia o de la justicia mal ejercida frente a los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.
Puertas adentro de Pardés, en la intimidad de la vida comunitaria, los servicios religiosos transmitían una alegría y un amor por el judaísmo difícil de poner en palabras. Justamente Baruj decía que el judaísmo es vivencial, no se puede contar, hay que vivirlo, experimentarlo, apreciar en carne propia un ayuno, un Shabat, vivir los rituales de los jaguim, para comprender el alcance y la profundidad espiritual de nuestra tradición. Bailábamos en el templo recibiendo al Shabat, cantando el Leja Dodi!!!Salir un viernes de Pardés era salir pleno, feliz, después de desearnos Shabat Shalom era difícil irse de allí, se demoraba la salida, nadie quería irse del Templo. Su calidez, su cercanía con su gente, su disposición siempre atenta y amorosa empujaba a quedarse, estar cerca, querer pertenecer y por sobre todo disfrutar ser parte de la comunidad
Su impulso transformador estaba apoyado en sus valores humanitarios: la disposición de los asientos en el Templo permitía que todos pudiéramos vernos, emocionarnos, unirnos en un pedido de Refuá Shlemá o en los momentos altos de la Tefilá.
Fue un hombre sólidamente afirmado en sus convicciones, lo que no le impedía la generosidad y la audacia de dar la palabra a quienes lo escuchaban, se podía discutir el contenido del a Toráh, cuestionarlo, interrogarlo, señalar las contradicciones de nuestros líderes!. Realmente eso era profundamente renovador, generando un impulso vivificante en el corazón de cada judío. Valía enojarse, valía poner en discusión, valía sostener que las verdades no son eternas, que hay miradas, matices…
Su espíritu solidario lo llevaba,- cada año-, a llevar adelante campañas de donación de sangre en las Altas fiestas, – como un modo de que cada judío se hiciera carne del compromiso que tiene con la vida de su hermano. Fomentaba acciones de solidaridad efectiva con otras instituciones del barrio, su corazón siempre abierto a la necesidad del próximo, más allá de identidades políticas o religiosas.
En tiempos de covid, que se lo llevo tan injustamente, ofreció su espacio como vacunatorio, en su intocable moral, se negó a ser vacunado por fuera de los marcos establecidos, fiel a sus convicciones y a su conducta alejada de poderes y ventajas.
Para muchos de nosotros, la vida fue una vida judía marcada por su intervención, su impronta: cada una de sus enseñanzas, su amor por la vida y la tradición, fue dejando en cada uno de quienes estuvimos cerca de el, un surco trazado imposible de ser borrado.
Las palabras hoy son pocas, no alcanzan, quedan chicas. Que su memoria sea bendición.
Que el tiempo ayude a su familia a atenuar el dolor, y logre dar relevancia a la inmensidad de su estatura.
Gracias querido Baruj Plavnick. Agradezco que Ds nos haya hecho confluir en un punto del camino.
Lic. Diana Antebi