Haftara Shelaj Leja

 

Ieoshia 2 : 1 – 24

Está Haftará está estrechamente ligada con la Parashá del mismo nombre, que se ha leído en la lectura sabática, porque en ambas se narran sendas operaciones de exploración y espionaje planificadas antes de encarar la conquista de la Tierra Prometida.

Pero al compararlas, encontramos una diferencia: mientras que en la Parashá el relato nos dice que Ad» le ordenó a Moshé enviar exploradores, a razón de uno por cada tribu y los identifica a cada uno por su nombre y prosapia, en esta Haftará es Iehoshua –que habia participado virtuosamente de aquella mala experiencia- quien elige a dos personas cuyos nombres no son revelados y permanecen hasta hoy en el anonimato.

La motivación es muy clara: en la primera experiencia eran solo un conjunto de tribus, no había conciencia de Pueblo, debieron pasar casi 40 años en el desierto, donde murieron casi todos los hebreos que eran mayores de 25 años al salir de Egipto, para poder forjar una identidad nueva y fuerte, dejar atrás las faltas colectivas (becerro de oro, revueltas, traición de los meraglim etc.) y encarar con firmeza el claro mandato de Ad»: tomar la Tierra Prometida.

Nuestros Sabios de Bendita Memoria nos han enseñado que fue imprescindible hacer un reconocimiento previo de la tierra y sus pobladores y que de ninguna manera ello implica un quiebre de la fe de Iehoshua en la Palabra Divina. Los espías anónimos se infiltraron en Canaan con órdenes de «VER LA COMARCA Y IERIJO» y a su regreso reportar su informe, que fue muy positivo, SOLO a Iehoshua (no a la Asamblea). Esos espias no eran ángeles y se alojaron en la casa de Rahab, una mujer que ejercía una «profesión» que ya era antigua en aquellos tiempos. En esta Haftará aparece «JESED’ como uno de los principios básicos del Judaismo, podemos definirlo como un acto de BONDAD de una persona a otra u otras sin haber recibido previamente nada. Es decir, no hay una contraprestacion. Fue lo que generó Rahab, quien no pidió nada a los espías por esconderlos, pero mas adelante les pedirá que hagan JESED con su familia, salvándola de morir en el fragor de la batalla, lo que fue respetado y cumplido por Iehoshua.

En el Museo de la Shoá de Ierushalaim hay un sector especial destinado a honrar a las personas de otras confesiones religiosas que escondieron y salvaron de la muerte a judíos en riesgo durante el Holocausto, verdadero y muy noble ejemplo de JESED.

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