Pinjas (Números 25:10-30:1)
“Hashem le habló a Moshé, para decir: ‘Pinjas el hijo de Elazar, hijo de Aharón el Kohén, devolvió Mi ira de sobre los Hijos de Israel, al vengar celosamente Mi venganza entre ellos, por lo que no destruí a los Hijos de Israel en Mi venganza’” (Bamidbar 25:11).
La parashá de esta semana describe cómo Pinjás ameritó un ‘pacto de paz’ con Dios, en recompensa por ser un kanai. La palabra hebrea kanai es, a menudo, mal traducida como ‘fanático’ o ‘extremista’. Sin embargo, la definición real de kanai es alguien que tiene un interés apasionado por hacer lo correcto, más allá de las consecuencias. Su bienestar personal pasa a un segundo plano ante la voluntad de Hashem y las necesidades del pueblo judío. El kanai cree firmemente que, si hace lo correcto, Dios lo cuidará.
Pinjas fue un verdadero kanai de Hashem. Vio la terrible profanación del Nombre de Dios provocada por Zimrí —que llevó insolentemente a su tienda a una princesa midianita llamada Kozbi delante de toda la nación—. Pinjas arriesgó su vida para matar a los dos, en una situación que terminó en una devastadora plaga que destruyó a 24.000 judíos que habían sido seducidos por las mujeres midianitas para hacer idolatría.
El Midrash (Tanjumá, Parashat Balak 21) dice que, para que Pinjas tuviera éxito en su misión, debieron ocurrir doce milagros. Entre los milagros enumerados están: Un ángel cerró las bocas de Zimrí y Kozbi para que no pudieran gritar, la hoja de su espada se extendió lo suficiente para perforar ambos cuerpos simultáneamente, Pinjas recibió una fortaleza excepcional que le permitió levantar los cuerpos atravesados por su espada, el mango de su espada no se rompió bajo el peso de los cuerpos. El milagro final fue que el intento de los seguidores de Zimrí de matar a Pinjas fue frustrado por un ángel.
¿En qué estaba pensando Pinjas? ¿Cómo pudo asumir esta misión? El Talmud declara que está prohibido apoyarse en milagros: “Una persona nunca debería ponerse en un lugar de peligro y esperar a que ocurra un milagro, porque quizás el milagro no ocurrirá, mientras que, si llega a ocurrir, disminuirá su mérito” (Shabat 32a). Hashem nos puso en un mundo que opera de acuerdo a reglas determinadas; debemos actuar con responsabilidad realizando una hishtadlut (esfuerzo) razonable, en base a las circunstancias que enfrentamos. No podemos contar con milagros.
Ni siquiera nuestros patriarcas se apoyaron en milagros. Cuando Abraham Avinu fue a luchar contra los cuatro reyes para rescatar a Lot, su sobrino, el Midrash dice que fue con la intención de morir al kidush Hashem (Bereshit Rabá 43:2). Pensó que moriría. También había estado dispuesto a morir muchos años antes, cuando fue arrojado al horno candente de Nimrod por negarse a realizar idolatría.
Pinjas fue diferente. Él no asumió que iba a morir al kidush Hashem, sino que se apoyó en un milagro. ¿Cómo lo sabemos? El Talmud enseña que Pinjas engañó a la tribu de Shimón, seguidores de Zimrí, el príncipe, simulando querer unirse a Zimrí y participar en la depravación. Le permitieron entrar, diciendo: “¡Hasta los perushim (ascéticos) tienen este acto permitido!” (Sanhedrín 82b). Si Pinjas hubiese sido asesinado, ¡el pueblo judío hubiera creído erróneamente que Pinjas había sido un participante activo de este descarado pecado! Entonces, Pinjas debe haber pensado que Dios lo salvaría milagrosamente, para evitar el jilul Hashem potencial.
Ahora, ¿qué pasó con el principio de “ein somjim al ha-nes” (no debemos apoyarnos en un milagro)? ¿Cómo pudo Pinjas ponerse en una situación de peligro y asumir que ocurriría un milagro?
Los milagros y el pueblo judío
Hay una excepción a la regla de “ein somjim al ha-nes”, y es cuando alguien se propone salvar al pueblo judío. Como escribe el Alshlij: “Uno no puede apoyarse en un milagro y decir: ‘Estudiaré Torá en nombre del Cielo y Dios proveerá para mí’. Eso se refiere a un individuo. Pero, quien sirve a las necesidades de la nación, no debería temer que ningún obstáculo lo detenga. En cambio, dado que sirve a las necesidades en nombre del Cielo y pone su confianza en Dios, Hashem actuará para él” (Alshlij, Vaikrá 13, Parashat Tazría).
Hashem promete que el pueblo judío sobrevivirá eternamente. Si la única manera de salvarlo es a través de un milagro, como fue en el caso de Pinjas, entonces uno puede contar con una estrategia milagrosa para lograr el objetivo.
Al mismo tiempo, Pinjas tuvo que esforzarse para implementar la mejor estrategia que se le ocurrió. Simuló unirse a las filas de Zimrí, escondió su espada convirtiéndola en un bastón para caminar y, luego, se apoyó en Dios y esperó por un milagro. Sabía que Hashem le permitiría tener éxito porque estaba actuando exclusivamente para salvar a Am Israel.
Durante la crisis económica de principios del siglo XXI, una enfermera especializada en lidiar con el dolor vino a tratarme. “Rabino —preguntó— ¿qué espera lograr con mi ayuda?”. Le dije que quería ser lo suficientemente fuerte para ir a recaudar dinero a Estados Unidos.
La enfermera se sorprendió. “¿No sabe acaso que Estados Unidos atraviesa uno de los peores períodos de la historia reciente? ¿Cómo espera recaudar dinero en esa situación?”.
Le respondí: “Todo depende de para qué esté recaudando dinero. Si estoy recaudando para mi Ieshivá, entonces la crisis económica me afectará, pero, si estoy recaudando dinero para salvar al pueblo judío, no tengo que preocuparme por las limitaciones creadas por una mala economía”. Para salvar al pueblo judío, puedes apoyarte en un milagro.
Los milagros de la actualidad
Para quienes vivimos en Israel, es obvio que los judíos de aquí nos apoyamos en milagros. No hay otra forma para explicar nuestra supervivencia y nuestro compromiso con la tierra rodeados por un enemigo malvado que nos supera en número y quiere destruirnos. Los países vecinos están decididos a construir armas para borrarnos de la faz de la tierra mientras, al mismo tiempo, el resto del mundo se vuelve más y más antisemita. No podemos apoyarnos en ellos para que nos protejan.
Pero más de seis millones de judíos viven en Israel, sin deseos de huir del país. Israel aparece consistentemente en los primeros quince países del mundo en el índice de felicidad. El turismo está en auge. Al final de cuentas, la razón por la que nos sentimos seguros a pesar de nuestra precaria situación es porque nos apoyamos en un milagro. Sabemos que Hashem nos cuidará.
Como individuos, no podemos apoyarnos en un milagro. Sin embargo, como nación, podemos contar con él.
En la actualidad, dado que el pueblo judío está desunido y se está asimilando, necesitamos un milagro quizás más que nunca antes. Millones de nuestros hermanos están al borde de perderse de su pueblo para siempre. Necesitamos milagros, para superar las diferencias, para entendernos unos a otros, para llegar a nuestros hermanos y hermanas y traerlos de regreso a su Padre Celestial.
Podemos contar con que Hashem hará milagros si nos dedicamos a crear un renacimiento para traer a nuestro pueblo de regreso. Sólo hacen falta unos pocos hombres buenos, unos cuantos kanaim como Pinjas, no fanáticos, sino personas serias, no ensimismadas, que tienen un interés apasionado por hacer la voluntad de Dios, más allá de las consecuencias.
¡Klal Israel te necesita! Haz el compromiso y recuerda: cuando trabajas en nombre del pueblo judío, puedes apoyarte en milagros. Si somos verdaderos kanaim, Dios nos dará el poder para hacer lo que aparenta ser imposible.
Fuente: Aish Latino