Durante el transcurso de su viaje apostólico en Eslovaquia, el Papa Francisco ha podido conocer la historia de algunos judíos supervivientes del Holocausto, llevado a cabo en la zona por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Una de las historias que conoció fue la de Tomas Frank, quien pudo salvarse de ser deportado al campo de concentración de Auschwitz gracias a la ayuda de unas religiosas, que lo ocultaron junto a su madre. Desafortunadamente, su padre no tuvo la misma suerte, siendo llevado por los soldados alemanes.
Sin embargo, durante los días posteriores al final de la guerra, escuchó un sonido que le resultó familiar que provenía desde la ventana de su hogar: «Desde la calle, escuchamos un silbido. Era increíble. Salimos a la calle y comenzamos a estar juntos»
El Papa, con los supervivientes del Holocausto
El Santo Padre se reunió el pasado 13 de septiembre con la comunidad judía de Eslovaquia, una de las que más sufrió la persecución del régimen de Adolf Hitler debido a la cooperación del gobierno eslovaco de aquel entonces con el régimen alemán.
Al comenzar su discurso, el Pontífice manifestó encontrarse en el lugar «como peregrino para tocar este lugar y ser tocado por él. La plaza donde nos encontramos es muy significativa para su comunidad. Mantiene vivo el recuerdo de un rico pasado: fue durante siglos parte del barrio judío; aquí trabajó el célebre rabino Chatam Sofer. Aquí había una sinagoga, justo al lado de la Catedral de la Coronación».
Posteriormente, explicó que en ese lugar «el nombre de Dios fue deshonrado. En la locura del odio, durante la Segunda Guerra Mundial, más de cien mil judíos eslovacos fueron asesinados. Y después, cuando se quisieron borrar las huellas de la comunidad, aquí la sinagoga fue demolida».
En este sentido, lamentó la cooperación de cristianos en momentos de la historia en que la dignidad humana ha sido atropellada: » ¡Cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos opresores han declarado: «Dios está con nosotros», pero eran ellos los que no estaban con Dios».
El Papa concluyó sus palabras llamando a la unidad para condenar la violencia y el antisemitismo, al tiempo que declaraba que «el mundo necesita puertas abiertas. Son signos de bendición para la humanidad».
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