En términos chinos, la ciudad de Kaifeng, unas 500 millas al sudoeste de Beijing, es comparable a la ciudad israelí de Hadera: el número de residentes de Kaifeng es de 700.000 -en comparación Beijing tiene 15 millones y Shanghái 20 millones- y ni siquiera tiene su propio aeropuerto.
De cualquier manera, hace mil años, Kaifeng era la capital del imperio Chino, el más grande, rico y avanzado del mundo en ese momento, con 600.000 habitantes, era la ciudad más poblada de la tierra.
En la antigua Kaifeng había una comunidad judía – pequeña pero próspera, cuya historia es única en el pueblo judío. Durante los 800 años de existencia de la ciudad, los judíos de Kaifeng nunca sufrieron persecuciones ni discriminación. Las autoridades chinas, así como la población general, les dieron la bienvenida a sus vecinos judíos, los vieron como ciudadanos en todo aspecto y les permitieron observar su religión con completa libertad.
A pesar de, o quizás por esas libertades, la comunidad se fue reduciendo, hasta hace unos 150 años, cuando la asimilación y la integración social se completaron. Es sólo que en los últimos 20 años que los descendientes de los judíos de Kaifeng, cuyo número ahora es de 1000 personas, han redescubierto sus tradiciones judías. Algunos de ellos han considerado pasar por una conversión apropiada y hacer Aliá,(inmigración a la Tierra de Israel) y otros ya lo han hecho.
Shi Lei, un joven de 30 años no trata de esconder su entusiasmo cuando recibe a su huésped, un periodista israelí, en la sala principal de la casa de sus padres. Su familia, descendientes de judíos, ha vivido en esa casa por más de 100 años. Después de la muerte de su abuela y abuelo, Shi, junto con su padre, convirtió esa habitación en un mini-museo y un pequeño centro judío, donde enseña a niños y adultos descendientes de judíos sobre las tradiciones judías.
Shi lei, graduado de inglés en la universidad de Kaifeng, pasó cerca de 3 años en Israel estudiando en la Ieshivá Majon Meir y en la Universidad Bar Ilan : «Fui la primera persona de Kaifeng que estudió en Israel. Decidí volver a Kaifeng y desarrollar mi mini-museo, porque si me iba de aquí entonces no habría nadie que le enseñara a la siguiente generación. Nos sentimos conectados con el pueblo judío y con el Estado de Israel».
No está claro exactamente cuando los primeros judíos llegaron a China o cuando la comunidad judía de Kaifeng fue formada. En la profecía de la redención del libro de Isaías está escrito: «Mira, ellos vendrán de lejos – algunos del norte, otros del oeste, otros de la región de Sinim (China)» (Isaías, 49:12); pero los estudiosos de la biblia concuerdan que el versículo no habla de China particularmente. Algunos dicen que los judíos de Kaifeng son descendientes de las diez tribus perdidas. Otros teorizan que llegaron a China en el siglo dos después de la caída de los judíos en la revolución de Bar Kojva (132-135 d EC.)
La mayoría de los historiadores, así como la mayoría de los descendientes de Kaifeng por si mismos, tienden a sugerir que los judíos originales de China eran mercaderes de Persia que llegaron a través de la ruta de la seda (hoy en día el sur de Turquía) a la ciudad de Xiang en el centro de China.
Las referencias históricas y los hallazgos arqueológicos han probado que los judíos de Persia llegaron a China por primera vez en el siglo ocho; y dado que el largo y arduo viaje hacía que la vida familiar fuera muy difícil, la solución fue establecer una base permanente en China. La ciudad elegida fue Kaifeng – la capital de China durante 972 AEC a 1127 DEC.
Una placa de piedra de 1489 de la sinagoga de Kaifeng – la cual ahora es un museo – tiene la siguiente inscripción: «De acuerdo con los mandamientos de su Dios, los judíos vinieron desde Tian Sho (en chino significa tanto «India» como «todo estado al oeste de China») con materiales tejidos del oeste en sus manos, como un regalo para el emperador»
El último emperador, de acuerdo con la placa, dijo «Bienvenidos a nuestro país, residan aquí y cuiden las costumbres de sus ancestros».
La cálida bienvenida del emperador los proveyó con la ciudadanía china inmediatamente, lo cual no es una hazaña trivial, ya que en el mismo momento las comunidades judías de Europa y países musulmanes sufrían persecuciones. Se cree que una de las razones de esta expresión de tolerancia fue que ellos llegaron en un momento que China no tenía una «religión» dentro de las tres religiones monoteístas: las prácticas comunes de fe basadas en las enseñanzas de Confucio, eran un conjunto de códigos de comportamiento y ética más que una creencia en una religión con mandamientos de un poder supremo.
Los judíos de Kaifeng encontraron fácil la adherencia al Confucianismo dado que no requería el reconocimiento a un nuevo Mesías o profeta y no había que renunciar a las leyes de la comida casher ni a las fiestas.
La antigua placa de piedra también establece que uno de los emperadores de la dinastía Ming (1368-1644) honró a la comunidad judía con «el regalo del incienso». Fue entregado al médico judío Yung Ching que aparentemente era su médico personal. Esto también indica que los judíos de Kaifeng utilizaban nombres chinos más que nombres judíos, e incorporaron ceremonias chinas dentro de sus rituales religiosos – el encendido del incienso.
Los judíos de Kaifeng estaban lejos de cualquier centro judío, y no tenían contacto con otras comunidades judías alrededor del mundo. En este punto, la comunidad no tenía más que 6000 personas. No había Ieshiva y los jóvenes estaban interesados en los estudios académicos que se dictaban en instituciones locales, donde cultivaban conocimientos de literatura y tradición china. Dadas las circunstancias, las posibilidades de la pequeña y aislada comunidad judía de mantener sus propias tradiciones en el centro de China eran remotas.
De acuerdo con los historiadores, otra razón para la desaparición de la comunidad de Kaifeng reside en el hecho de que China fue uno de los primeros en permitir a todos sus residentes llegar a lo altos rangos oficiales del gobierno – los Mandarines – tomando exámenes calificativos.
La mayoría de los judíos de Kaifeng eran competentes y hablaban chino y hebreo, lo que les daba una ventaja sobre la mayoría de los residentes del imperio; así el numero de descendientes de judíos que aplicaron para los altos rangos de Beijing fue sustancialmente mayor que su actual representación en la población.
Después de estudiar cinco años en la corte del emperador, eran enviados a las diferentes regiones del vasto imperio. Si no se habían casado durante sus años de estudio, estaban ciertamente interesados en hacerlo cuando comenzaban su servicio de gobierno. Como Mandarines, sus carreras eran muy buenas y por lo tanto eran considerados solteros codiciados. Ahora bien, excluyendo Kaifeng, no había novias judías elegibles para ser halladas en otra provincia de China. Esto provocó una consecuente asimilación.
De acuerdo a la información disponible, la vida judía comunitaria de Kaifeng se detuvo virtualmente hace unos 150 años. La sinagoga de la comunidad existió por casi 700 años, hasta 1854, cuando Kaifeng fue inundada por el Huang He – el río Amarillo. La sinagoga nunca fue reconstruida.
Si bien la comunidad judía de Kaifeng se asimiló completamente, sus descendientes continúan observando varias costumbres como Shabat y cashrut. Muchos continúan viviendo en la ciudad vieja en la sección antigua y los nombres judíos de dos de las calles del vecindario todavía aparecen en hebreo e inglés.
Actualmente la comunidad está siendo designada para un proyecto de «evacuación y renovación», como muchas de las comunidades similares de China.
Cuando Mao-Zedong tomo el poder sobre China en 1949, su régimen atravesó varios dilemas relacionados con las minorías nacionales, así como el 20 % de China no estaba dominado por el Han – el mayor grupo nacional. En 1953 el nuevo régimen decidió reconocer 55 minorías nacionales, pero el Youtei – la comunidad judía – no era una de ellas. Se rumoreó que Mao había tomado la decisión personalmente.
En ese momento, la mayoría de los judíos viviendo en Harbin y Shanghái habían dejado China, la retirada había sido indudablemente promovida por aquella decisión; pero los estudiosos creen que la decisión no tuvo nada que ver con antisemitismo, dado que China nunca había demostrado (hasta ese momento) signos de antisemitismo.
Los judíos disfrutaban de una buena reputación en China. Se cree que la decisión de no reconocerlos fue matemática pura – la comunidad era simplemente muy pequeña – unos pocos cientos en un país de un billón de personas.
En la década de 1980, China comenzó acercarse al libre mercado y abrirse al occidente, judíos de Canadá y de Estados Unidos llegaron a Kaifeng y se reunieron con los descendientes de la antigua comunidad judía en la ciudad. Esas visitas fortalecieron la conciencia judía de los descendientes.
En los últimos años, Shavei Israel ha sido la principal organización judía que ha estado activamente involucrada con los descendientes judíos de Kaifeng.
Michael Freund, un judío norteamericano que hizo Aliá hace 13 años, y que ahora lidera Shavei Israel, dijo, «Desde que establecimos contacto con los judíos de Kaifeng, hemos traducido numerosos libros y artículos para ellos, y los hemos provisto con material básico de judaísmo e Israel. Incluso más importante hemos ayudado a10 jóvenes adultos de la comunidad a hacer Aliá y los hemos establecido aquí en el país».
Mientras que muchos de los descendientes están interesados en una conexión más intensa con las tradiciones judías, sólo un pequeño grupo está interesado en emigrar hacia Israel y convertirse al judaísmo.
Las autoridades chinas aún no han objetado en contra de las actividades de Shavei Israel en Kaifeng. Freund dice que esto es una señal: «Si algunos de los judíos de Kaifeng decide reclamar su herencia judía – como creo que lo harán – podría cerrarse un ciclo importante e histórico».