Por José I. Rodríguez
El gobierno de Joe Biden sigue la estela del intervencionismo contra Israel oponiéndose a la construcción de viviendas en Jerusalén.
Las guerras de los Macabeos no han terminado y nos tememos que no acabarán a corto o medio plazo. En todos los frentes Israel es acosado para que no crezca, progrese e ilumine al mundo. La primera batalla del moderno Estado de Israel es contra sus sempiternos enemigos árabes que en la actualidad han tomado el nombre de palestinos queriendo dividir Jerusalén en una primera fase. En una posterior segunda fase querrán lanzar a los judíos al mar o en el mejor de los casos expulsarlos y destruir todo aquello que hable del carácter judío de Jerusalén.
La realidad se entiende mejor cuando se expone con toda la crudeza y en el caso que tratamos tal vez nos quedemos cortos en tan terribles apreciaciones. En el tiempo de Nehemías fueron los árabes los instigadores contra los judíos cuando estos volvieron a Judá para reconstruir las murallas de Jerusalén y el Templo con el beneplácito del rey persa Darío II. Hoy siguen instigando a la comunidad internacional para que Israel no construya ni en Jerusalén, ni en ninguna parte de las fronteras de Israel que siguen siendo cuestionadas por medio mundo y parte del otro.
Los árabes del presente, entre otros, se llamen como se llamen siempre serán los mismos enemigos injuriosos contra Israel que paralizaron en un primer momento la obra de reconstrucción de Jerusalén en los tiempos de Esdras y Nehemías. Para colmo de males en la actualidad los árabes están en la coalición del gobierno de Israel con la misma pretensión de antaño instigando para que no se construya nada, ni hoy ni nunca. Jerusalén sigue pendiente de construcción, reunificación y ampliación.
Las referencias históricas de la intervención malévola de diferentes pueblos para paralizar la construcción en Jerusalén son claras al respecto: “…cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo amonita y Gesem, el árabe, se burlaron de nosotros y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey?” Una vez más las acusaciones de rebelión de los judíos contra el rey de turno, por parte de los árabes, pretendían paralizar la reconstrucción de la Ciudad Santa. La diferencia entre los árabes del tiempo de Nehenías con los de la actualidad es que las injurias contra los judíos se presentaron ante un poderoso rey, pero Biden no es el rey del imperio de la democracia norteamericana. La intromisión de Biden y su inestable gobierno en la construcción de viviendas en la moderna Jerusalén, paralizando las obras, es una batalla que ya tiene perdida por muy poderoso que se presente ante la comunidad internacional.
Todos los que han cargado con la piedra o roca simbólica que representa Jerusalén se han herido o han sido aplastados directamente tal como les sucedió a sus primos los ingleses ejerciendo autoritarismo en Israel con el hiriente título del Mandato Británico de Palestina. La misma suerte, gramaticalmente hablando, que corrieron los británicos con la pérdida de su imperio le acontecerá a Biden ¿Podría desmoronarse el imperio norteamericano tal cual lo conocemos hoy? Lo primero que se va a desmoronar es el imperio progresista de Biden y sus amigos árabes, europeos, españoles incluidos, y resto de perfiles antisemitas que gravitan en la política seudo democrática de hoy en día. El resto del imperio permanecerá si de nuevo Donald Trump accede a ser presidente de Estados Unidos.
Los intentos de asesinatos diarios contra los judíos dentro y fuera de Israel, los asaltos a las sinagogas, la vandalización de januquías en diferentes encendidos públicos en la Fiesta de Janucá en este mismo año, junto con todas las resoluciones incriminatorias contra Israel en la ONU, son recompensados con la injerencia por parte de Biden impidiendo la construcción de viviendas en Jerusalén.
El grito de guerra que resuena en nuestras conciencias ya lo proclamaron cuando Nehemías dijo “levantémonos y edifiquemos”. El actual gobierno de Israel, por muy progresista que también se crea, no puede ignorar la lucha de nuestros antepasados por reconstruir Jerusalén y extender las fronteras tal cual están establecidas en la Torá. El gobierno de Israel debe saber que el enemigo lo tiene en casa. Bueno, mejor dicho, lo tiene dentro de su coalición de gobierno progresista. El tiempo de levantarnos y construir ha llegado. Hazlo saber.