Este año se cumplieron 60 años del comienzo del célebre juicio a Adolf Eichmann en Jerusalén. La oportunidad se brinda para abordar facetas prácticamente desconocidas del mismo, dada la documentación que salió a luz tanto en Alemania como en Israel con posterioridad al juicio y en especial en todo lo relacionado al rol desempeñando por Alemania Occidental de entonces en los emprendimientos nucleares de Israel.
A tales efectos, me baso fundamentalmente en el excelente libro El Horno y el Reactor, Trastiendas del Juicio a Eichmann, escrito por Ora Herman editado en idioma hebreo por la Editorial Hakibutz Hameujad y que viera la luz hace un par de años. Su autora es una periodista que durante años trabajó en la Radio Estatal de Israel y realizó numerosos programas y estudios relacionados con el Holocausto. Obviamente las reflexiones en esta nota son a título personal.
Hay que ubicarse en el marco histórico en que comienza el antedicho juicio. La guerra fría entre Occidente y el Bloque Soviético estaba en su punto álgido y particularmente eran tensas las relaciones entre Alemania Occidental y Alemania Oriental.
En este contexto, Alemania Occidental percibió el Juicio a Eichmann en tanto peligro concreto e inmediato para su seguridad e incluso existencia. Bonn temía que en caso de que fuera atacada por la Unión Soviética, nadie saldría a defender su existencia e integridad territorial, habida cuenta que el Juicio a Eichmann pondría en descubierto que miles de alemanes y austríacos nazis o de un pasado nazi, encontraron asilo en su seno y muchos de ellos detentaban altos cargos de su aparato gubernamental.
Particularmente le preocupó al Gobierno de Bonn la posibilidad de que se invocara en el juicio el nombre de Hans Globke, redactor de las Leyes de Nurenberg, Asesor Jurídico del Ministerio del Interior del régimen nazi y posteriormente en los años 60 del siglo anterior, mano derecha del Canciller de Alemania Occidental Konrad Adenauer.Este último en declaraciones a la prensa de su país, salió en su defensa señalando que Globke pertenecía a un partido democrático y que a instancias de su partido, resolvió permanecer en su cargo a los efectos de combatir y fiscalizar al régimen nazi.La realidad fue incuestionablemente otra.
El temor llegó a tal extremo que dos meses previo al comienzo del juicio, Adenauer envió a Israel un alto funcionario de su Servicio de Inteligencia rotulado Rolf Vogel bajo la apariencia de un periodista, quien apeló a múltiples vías para proteger a Hans Globke.Según el cotidiano alemán Der Shpiguel, Vogel con la colaboración de un fotógrafo del cotidiano alemán Bild, se apropió de una importante documentación que estaba en un hotel de Jerusalén y perteneciente a Friderich Kauk, un periodista de Alemania Oriental que llegó a Jerusalén durante el juicio a Eichmann, con el propósito de poner en descubierto los antecedentes nazis de Hans Globke y otras figuras de primer orden del Gobierno de Bonn.
EL DILEMA DE ISRAEL
Desde una perspectiva israelí, hay que ubicarse en el contexto histórico de la época.Con fronteras vulnerables(anteriores a la Guerra de los Seis Días), rodeado de vecinos que abogaban por su total destrucción-los acuerdos de paz con Egipto y Jordania se suscribieron años después-, una economía a la sazón de dimensiones limitadas, la ayuda económica y militar proveniente del exterior se tornaba vital e imprescindible para asegurar su existencia. En este contexto, Israel temía fundamentalmente que el Juicio a Eichmann y sus secuelas podían afectar el respaldo financiero de Alemania Occidental a las plantas nucleares de Najal Sorek y Dimona. En la documentación de los años 60 del siglo anterior de los Servicios de Inteligencia de Alemania Occidental, aflora nítidamente que Alemania Occidental a través de Hans Globke(mano derecha del Canciller Adenauer como se señaló) prestó ayuda a Israel para la conformación de sus emprendimientos nucleares, así como la venta de armas y un préstamo al desarrollo económico a la zona del Neguev, que en los hechos configuró un respaldo concreto para el desarrollo de la planta nuclear de Dimona. El mismo Globke se encargaría de aclarar que todo ello cristalizaría una vez finalizado el Juicio a Eichmann.
En realidad Israel no tenía muchas opciones. El bloque soviético que en el pasado desempeño un importante rol en el nacimiento del Estado de Israel, había modificado sustancialmente su postura convirtiéndose-entre otras- en un importante proveedor de armamento a Egipto y a Siria.
Dos tópicos interesantes a señalar.De la documentación emanada del Ministerio del Interior de Argentina, se desprende que este último país proporcionó uranio tanto a Alemania como a Israel para sus respectivos emprendimientos. En segundo término, Israel y Alemania Occidental entablaron relaciones diplomáticas en Marzo de 1965, es decir, cuatro años después de iniciado el juicio a Eichmann.
Finalmente Globke no fue convocado a testimoniar en el juicio a Eichmann y su nombre no fue invocado ni por la Fiscalía ni por el Imputado y su abogado. No hubo necesidad. Los numerosos, contundentes y por momentos desgarradores testimonios de los Sobrevivientes del Holocausto así como otras fehacientes pruebas aportadas hicieron lo suyo.
En su biografía sobre Ben Gurión, Shimón Peres recalca el dilema a que se enfrentó el entonces Primer Ministro de Israel. Entendió con mucha pupila que el Juicio a Eichmann debía entablarse no sólo por un deber histórico, sino porque crearía en la sociedad israelí conciencia de una mejor percepción del Holocausto judío. Pero de igual modo, tuvo la visión de proyectarse al futuro y percibir que particularmente la erección de la planta nuclear de Dimona, conformaba una nueva defensa para evitar que se perpetre un nuevo holocausto, esta vez en la Tierra de Israel.
En perspectiva histórica, ambos cometidos se plasmaron.Se puede compartir o disentir con la concepción de mundo de Ben Gurión, la política y resoluciones de sus distintos gobiernos en tal o cual espacio, pero en este caso al igual que en trascendentes decisiones relacionadas con el nacimiento y desarrollo del Estado de Israel, afloró nuevamente su perfil de gran estadista.
Dr. Israel Jamitovsky