La educación debe dar una sensación de libertad y seguridad (frente a hackers y diversas amenazas a la ciudadanía democrática)

Conversando con expertos israelíes en temas médicos y de high tech detecto dos realidades difíciles de asimilar y que ponen en jaque al sistema educativo: :

1) La cantidad de versiones respecto al covid, los efectos de sus variantes y las posturas frente a la vacunación es tal, aún entre reconocidos expertos, que al final la gente no sabe qué hacer. En estas circunstancias alguna versión oficial debería ser la orientadora. Sin embargo, la falta general de credibilidad en las autoridades y su afán populista que hace que no sean transparentes para así darle uso político a la información, termina empujando a los ciudadanos a dejarse llevar por su propio criterio, que muchas veces no es más que la expresión de un deseo (wishful thinking). Me pregunto si una democracia se puede sostener sobre la base de la no-credibilidad en los gobernantes, incluyendo la temporada de las promesas cuando todavía son candidatos.

2) Las capacidades de los expertos informáticos y hackers al servicio de los gobiernos y grupos de interés es tan grande, que pueden capturar, monitorear, introducir y alterar datos a distancia que no sólo pueden afectar la economía y patrimonio de personas y países, sino que pueden dar lugar a nuevas formas de guerra que ni siquiera requieren que un avión vuele sobre territorio enemigo. De hecho ya ha habido varios ejemplos de esta guerra tecnológica que involucra a gobiernos de EE.UU, China, Rusia, Corea del Norte, Reino Unido, Israel, Irán, por mencionar algunos entre los cuales hay varios que son totalitarios y no creen en la democracia y usan la tecnología para hípervigilar y someter a su población al antojo de sus gobernantes.

También avanzan las pruebas de misiles hípersónicos mach 6 con capacidad nuclear que suben al cosmos y dan la vuelta a la Tierra antes de golpear su objetivo con velocidades que llegarán a mach-10 o más y serán indetectables con los sistemas de defensa actuales. Quien domine la tecnología de punta tiene todas las posibilidades de someter a los demás a sus designios. Me pregunto si las democracias se pueden sostener sobre la base estados-plataforma globales que no reconocen fronteras geográficas (Google, Facebook, Apple, Amazon, etc.) que tienen cada vez más poder político y económico que los estados-nación que conocíamos hasta el siglo XX. Me pregunto también por el destino de los países que tengan un menor nivel de desarrollo tecnológico en relación a los más poderosos. ¿A qué se le llamará independencia o libertad en ese contexto?

No cabe duda que es un nuevo tipo de inteligencia y solvencia informática y estratégica los que requerirán los ciudadanos y gobiernos peruanos para tener el espacio de juego que permita mantener la vida democrática y las libertades cívicas. Pero eso supone organizar el sistema educativo teniendo presente esos propósitos. Lo lamentable del asunto es que el Perú todavía está enfocando su visión de país y educación siguiendo los parámetros del siglo pasado, sin ninguna proyección estratégica para ser un estado independiente que pueda sostenerse de igual a igual en el contexto de los años 2030’s que se avecinan.

Nada de eso se logrará si se insiste en considerar que la reforma educativa es la que se deriva de aplicar un currículo “por competencias” basados en desempeños medibles en las áreas convencionales del siglo pasado y con conceptos de meritocracia docente que alude a quienes aprueban exámenes masivos online marcando una respuesta entre varias predeterminadas para un conjunto de preguntas (sin considerar el desempeño cotidiano del profesor en su aula real de clases a lo largo del año).

La verdadera reforma educativa no debiera nacer de mejorar un poco lo que teníamos en el pasado, sino partir de clarificar cuáles son los escenarios y retos del futuro que tendrán que encarar nuestros estudiantes y a partir de eso definir cómo debe ser la experiencia escolar y universitaria en el Perú. Es la mejor manera de evitar volver a ser una colonia, aunque ésta vez sería bajo la hegemonía de China.

La pregunta guía para la reforma educativa debiera ser “qué diseño de sistema educativo nos garantiza que nuestros egresados sean capaces de mantener su libertad ciudadana, la independencia nacional y la vida en democracia en las próximas décadas”

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