Dr. Eduardo Kohn Director de B’nai B’rith para América Latina
Hoy, 20 de enero, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por consenso y a iniciativa de 114 de sus Estados miembros una resolución propuesta por Alemania e Israel, que define con precisión cómo combatir la negación y la distorsión del Holocausto. La resolución tiene entre sus cláusulas centrales la solicitud a las empresas dueñas de las redes sociales que combatan el antisemitismo y la negación del Holocausto que invade constantemente sus sitios. Asimismo, la resolución también pide a los Estados que creen programas educativos sobre el Holocausto y la negación del mismo.
Hoy, 20 de enero, pero hace 80 años, 15 burócratas nazis respondieron a la invitación de Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central para la Seguridad del Reich, para asistir a una mansión en Wannsee, en las afueras de Berlín. Asistieron oficiales de las SS, secretarios de Estado y funcionarios de alto nivel dentro de la administración nacionalsocialista. Sus nombres no eran los más conocidos, pero casi todos eran jóvenes y altamente educados. En la Conferencia de Wannsee no se decidió comenzar el Holocausto. El asesinato masivo de judíos ya había comenzado. Heydrich convocó a representantes de todas las instituciones del Estado nazi. Se trataba de coordinar las deportaciones y ejecuciones programadas, y, además, de poner todas esas áreas bajo la jurisdicción de Heydrich. El 20 de enero de 1942 no marcó el comienzo del exterminio organizado de judíos, como muchos lo suponen. La llamada “Solución final de la cuestión judía” había cobrado ya cientos de miles de víctimas, sobre todo en las áreas de la Unión Soviética, ocupadas desde el verano de 1941 por tropas alemanas. Varios historiadores califican ese 20 de enero como un punto de inflexión para llegar a la “solución final” de 11 millones de judíos de Europa como lo indica el acta de la reunión encontrada en 1947.El acta de 15 páginas no explica en concreto cómo se planeaba eliminar a los judíos. La alusión a las “evacuaciones hacia el este” deja lugar a confusiones y, sin embargo, sugiere a qué se refiere en realidad: al exterminio. Adolf Eichmann, uno de los colaboradores más cercanos de Heydrich y participante en la Conferencia de Wannsee, lo admitió años después cuando fue juzgado y ejecutado en Israel. Eichmann dijo en Israel: “Se acordó cuáles serían los distintos métodos de asesinato.”
Hoy, 20 de enero, Irán tomó la palabra en la Asamblea General y dijo que se “disocia completamente” de la resolución sobre negación de la Shoá, de la definición de antisemitismo aprobada por el IHRA (Alianza Internacional de Investigación del Holocausto) y ya aprobada por una vasta mayoría de países, que “condena a Israel por usar el antisemitismo y manipular sentimientos humanitarios para tapar crímenes”. No le fue suficiente. Irán también comparó a Israel con el nazismo.
Nadie contestó a Irán (y no nos referimos a Israel sino a alguno de los casi 200 países que integran la Asamblea General y que por un lado apoyan la condena al antisemitismo y la negación del Holocausto y por otro, callan cuando un Estado miembro habla con lenguaje de 1942 y como si fuera parte de la mesa nazi de Wannsee).
Hoy, 20 de enero, concordamos con Israel que hay que mirar lo positivo de que una vasta mayoría de países hayan aprobado una resolución contundente sobre negación del Holocausto y sobre el combate al antisemitismo, en momentos que la brutalidad antisemita se multiplica en Europa, Estados Unidos, y desde las incitaciones al odio de Irán y las redes sociales.
Pero no se puede soslayar, que hoy, cuando nadie respondió en Nueva York la brutal agresión antijudía de Irán, sentimos que además de recordar lo que se resolvió en Wannsee hace 80 años, debemos tener presente que los admiradores de ese tiempo y esas decisiones existen, ahora, en este tiempo y entre nosotros.