En las últimas horas nos anoticiamos del fallecimiento del Rabino Rubén Saferstein Z´L, quien por años luchó para sobreponerse a una delicada salud y hoy sucumbió por efectos del covid. Compartimos aquí una semblanza de su vida con motivo de la celebración de 25 años como rabino.
El 31 de enero, tuvo lugar una ceremonia muy especial, en la que el Seminario Rabínico de Nueva York otorgó el Doctorado Honoris Causa a sus graduados que hubieren cumplido 25 años como rabinos.
Hace un año Radio Jai dialogó con Rubén Saferstein, uno de los graduados que recibió el reconocimiento, quien dio detalles de la ceremonia y que también habló de su carrera como rabino.
Saferstein comenzó explicando que en el mundo hay cuatros seminarios rabínicos de la línea masorti (judaísmo conservador) y que, uno de ellos está en la Argentina, otro en Los Ángeles, uno más en Jerusalem y que la “casa madre” se encuentra en la ciudad de Nueva York, y que, a este, se lo llama JTS, Jewish Teological Seminary “Seminario Teológico judío”. En el mundo son aproximadamente 1600, los rabinos que pertenecen al movimiento Masortí.
La formación rabínica se comienza estudiando en cualquiera de estos seminarios, luego de la graduación, se forma parte de la Asamblea Rabínica. A partir de allí, se empieza (o continúa) a desarrollar la tarea que se elija, ya sea en una sinagoga, en una escuela, hospital, hogar de ancianos; y al cumplir 25 años de tarea rabínica, el JTS le hace un reconocimiento, otorgando un diploma de “Doctorado Honoris Causa”.
“Este año me tocó a mí”, cuenta con alegría Rubén. Entre los 46 rabinos del mundo que recibieron el reconocimiento, figuran ocho de Latinoamérica: De Argentina, además de Saferstein, Ariel Stofenmacher, Director y Presidente del Seminario Rabínico; Eduardo Kleiner, Alejandro Rubinstein, que viven en Israel; Palti Somersein, que está en México, y Manes Kogan, y Leonardo Bitrán, (chileno), que residen en los Estados Unidos.
Esta ceremonia, en épocas normales se realiza de manera presencial en el Seminario de Nueva York y con ello, se tiene la oportunidad de recibir el diploma en mano y de concurrir con la familia. En este año de pandemia, la ceremonia se hizo vía Zoom. Rubén explicó el desarrollo de la misma:
“Comenzó con los discursos de rigor y luego, fue el momento de la presentación de cada uno de los graduados, hombre y mujeres, que iban apareciendo por turno en la pantalla. Se iba leyendo un pequeño curriculum que había mandado cada uno previamente, donde constaba la tarea realizada en los 25 años”. “Faltó recibir el diploma en mano, lo recibiremos por correo”, lamentó Saferstein. Sin embargo, pudieron recrear un lindo momento, luego de terminada la ceremonia, que había durado algo más de una hora, para “juntarse” en una reunión intima entre los rabinos latinos.
Rubén Saferstein lleva más de 25 años con su título, desde su graduación que fue en 1992. Además, ya había comenzado su práctica rabínica desde la adolescencia: “Arranqué a los 18 años en el templo de la calle Varela junto a Motti Maarabi”, recordó. Y contó que él creció en el seno de una familia “tradicionalista, no religiosa”, y que en un momento llegó a Betel, que ahí preparó su bar mitzvá, y que en ese lugar conoció al rabino Marshall Meyer que “influyó muchísimo” en su persona, que fue quien lo inspiró para seguir este camino. Luego, la vida lo llevó a Israel en donde se formó académicamente en Historia y Sociología. A su regreso a la Argentina, comenzó la carrera rabínica en el Seminario, que lo hizo retornar luego, a Israel para el final de la formación.
Sus funciones en las comunidades fueron numerosas, fue Seminarista en la escuela Wolfshon, también, en momentos en que era alumno del Seminario, los estudiantes debían ir a dirigir los servicios de Iamim Noraim adonde fueran designados. Estuvo una vez en Montevideo, otra, en la provincia Santa Fe, y otras veces, en comunidades del conurbano. “Ibamos por el sanguche y la bebida, no había un pago para esto”, recuerda divertido.
La “tarea fuerte” fue la que desarrolló en el templo de la calle Murillo, donde estuvo 24 años, “una tarea intensa”, que llegó a su fin en un momento, cuando comprendió que ya había sido una etapa terminada. Luego pasó por otras comunidades: Morón, Lanús, también en la lamentablemente cerrada Comunidad Jerusalem, y ahora como “rabino asistente” en la comunidad de Mataderos. Junto con eso, como la tarea rabínica es de hecho, docente, Ruben durante muchos años dio clases en el Seminario, y desde hace varios, es profesor de Historia en el Instituto Terciario de las escuelas ORT. Otro rol destacado de Ruben, y uno de los que más le interesa, es el de las conversiones al judaísmo: Fue Director del Departamento de Conversiones y Familia del Seminario Rabínico, hizo una tarea muy fuerte en Iquitos, Perú; ahora sigue haciéndolo en otra ciudad de allí, Pucallpa, donde prepara gente para la conversión.
Acerca de cómo se siente mirando lo realizado hasta ahora, Rubén Saferstein expresó: “Estoy muy satisfecho de la parte rabínica, a mí lo que más me gustó siempre, fue la actividad pastoral, la de estar junto a la gente”. Indicó que “literalmente” ofició miles de ceremonias de bar y bat mitzvá y de casamientos, que acompañó a personas enfermas, que pudo charlar con gente, de trabajo, de familia, o por cuestiones personales. “Tuve la bendición de conocer miles de personas a lo largo de mi carrera”, dijo.
Y contó que, cuando hace unos días publicó en Facebook sobre el doctorado con que fuera honrado, fueron centenares de respuestas que recibió de gente que conoció a lo largo de la vida, y que se sintió muy feliz de haber conocido a cada una de esas personas. Y agregó que, en la tarea rabínica uno se dedica a numerosas actividades, como el de las prédicas, las ceremonias, oficios religiosos, millones de cosas, pero que lo que a él más le gustó fue y es “estar cerca y bien cerca de la gente”, lo que considera “una bendición en toda su vida”.
Desde 1976, desde aquel joven oficiante de 18 años del templo de Varela, pasó mucho tiempo, hubo mucho recorrido, y hoy 2021 lo encuentra ejerciendo sus funciones de manera más calma: “Ya no estoy a cargo de una gran comunidad, ya no lo querría hacer; hoy asisto a un Seminarista”.
Así puede continuar Rubén en esta tarea que ama, y que le permite seguir haciendo lo que más le gusta: Estar con la gente “cara a cara, el encuentro personal, el uno frente al otro”.
Por Cita Litvak para Radio Jai