Libro Shemot / Éxodo (21:1 a 24:18)
Resumen de la Parashá
Comentario del Rabino Jonathan Sacks Z»L,
traducido del ingles por Ana Barrera.
Editor: Marcello Farias
Visión y Detalles
Nuestra parsha nos lleva a través de una transición desconcertante. Hasta ahora en Shemot hemos sido llevados por la extensión y el drama de la narrativa: la esclavización de los israelitas, su esperanza por la libertad, las plagas, la obstinación del Faraón, la escapada por el desierto, el cruce del Mar Rojo, el viaje al Monte Sinaí y el gran pacto con Dios.
De pronto, ahora, nos encontramos encarados con una diferente forma de literatura: un código de leyes cubriendo una variedad desconcertante de temas, desde responsabilidad por daños a la protección de la propiedad, leyes de justicia, de Shabat y festivales. ¿Por qué aquí? ¿Por qué no continuar con la historia, que lleva al siguiente gran drama, el pecado del becerro de oro? ¿Por qué interrumpir el flujo? ¿Y qué tiene que ver esto con el liderazgo?
La respuesta es esta: grandes líderes, sean CEOs o simplemente padres, tienen la habilidad de conectar una gran visión con altos detalles específicos. Sin la visión los detalles son meramente cansadores. Hay una bien conocida historia de tres hombres que son empleados para cortar bloques de piedra. Cuando se les pregunta qué están haciendo, uno dice “Cortando piedra”, el segundo dice “Ganándome la vida” y el tercero dice “Construyendo un palacio”. Aquellos que tienen la imagen más grande toman más orgullo en su labor, y trabajan más duro y mejor. Los grandes líderes comunican una visión.
Pero ellos también son esmerados, incluso perfeccionistas, cuando se refiere a detalles. Edison famosamente dijo, “Genio es uno por ciento inspiración, noventa y nueve por ciento transpiración”. Es la atención a los detalles lo que separa a los grandes artistas, poetas, compositores, cineastas, políticos, jefes de corporaciones de las personas meramente promedio. Cualquiera que haya leído la biografía sobre Steve Jobs de Isaac Walter sabe que él tenía una atención al detalle al borde de la obsesión. Insistía, por ejemplo, que todas las tiendas de Apple deberían tener escaleras de cristal. Cuando se le dijo que no había cristal lo suficientemente fuerte, el insistió que debería ser inventado, y se inventó (él tenía la patente).
El genio de la Torá era aplicar este principio a la sociedad como un todo. Los israelitas habían venido a través de una serie de eventos transformadores. Moisés sabía que antes no había habido nada como esto. También sabía, por Dios, que nada era accidente o incidental. Los israelitas experimentaron la esclavitud para hacerlos apreciar su libertad. Ellos habían sufrido, para que pudieran saber lo que se siente estar en lado equivocado del poder tiránico. En Sinaí Dios, a través de Moisés, había dado a los israelitas una declaración de misión: convertirse en “un reino de sacerdotes y una nación santa”, bajo la soberanía sólo de Dios. Deberían crear una sociedad construida sobre principios de justicia, dignidad humana y respeto a la vida.
Pero ninguno de los eventos históricos ni de los ideales abstractos – ni siquiera los principios generales de los Diez Mandamientos – son suficientes para sostener una sociedad en largo plazo. Entonces el notable proyecto de la Torá: traducir la experiencia histórica a una detallada legislación, para que los israelitas vivirán lo que habían aprendido de manera diaria, tejiéndola en la textura de su vida social. En la parashá de Mishpatim, la visión se convierte en detalle, y la narrativa se convierte en ley.
Entonces, por ejemplo: “Si compras un sirviente hebreo, él te servirá por seis años. Pero en el séptimo año, se irá libre, sin pagar nada” (Ex.21: 2-3). De golpe, en esta ley, la esclavitud es transformada en una condición de nacimiento a una circunstancia temporal – desde donde quien tú eres a que, en el tiempo, lo que tú haces. La esclavitud, la amarga experiencia de los israelitas en Egipto, no pudo abolirse de la noche a la mañana. No fue abolida en los Estados Unidos hasta 1860, e incluso entonces, no se abolió sin haber desatado una guerra civil. Pero esta apertura de la ley en nuestra parashá es el inicio de ese largo viaje.
De igual manera la ley que “Cualquiera que golpee a su esclavo hombre o mujer con una vara debe ser castigado si el/la esclavo/a muere como resultado directo de la golpiza” (Ex. 21:20). Un esclavo no es una mera propiedad. Ella o él tienen el derecho a la vida.
Similarmente la ley del Shabat que dice: “Seis días harán su trabajo, pero en el séptimo día no trabajes, para que tu buey y tu mula puedan descansar, y entonces el esclavo que nació en tu casa y el extranjero viviendo entre ustedes pueda ser refrescado” (Ex. 23:12). Un día en siete los esclavos podrían respirar el aire de la libertad. Estas tres leyes prepararon el camino para la abolición de la esclavitud, aunque se llevó más de tres mil años.
Hay dos leyes que tienen que ver con la experiencia de los israelitas de haber sido una minoría oprimida: “No maltrates ni oprimas al extranjero, pues tú fuiste extranjero en Egipto” (Ex. 22:21) y “No oprimas a un extraño, tú sabes cómo se siente ser extranjero, porque fuiste extranjero en Egipto” (23:9).
Y hay leyes que evocan otros aspectos de la experiencia del pueblo en Egipto, tales como, “No tomes ventaja de la viuda o del huérfano. Si lo haces y lloran hacia mí, ciertamente escucharé su llanto” (Ex. 22:21-22). Esto recuerda el episodio en el que, al inicio del Éxodo, “Los israelitas gimieron en su esclavitud y lloraron, y su clamor por ayuda a causa de su esclavitud llegó a Dios. Dios escuchó su llanto y recordó su pacto con Abraham, con Isaac y con Jacob. Entonces Dios miró sobre los israelitas y se preocupó por ellos” (Ex. 2: 23-25).
En un famoso artículo escrito en los 1980s, el profesor de derecho de Yale Robert Cover escribió sobre “Nomos y Narrativa” (1). Por esto él quería decir que debajo de las leyes de cualquier sociedad hay un nomos, esto es, una visión de un orden social ideal que la ley intenta crear. Y detrás de cada nomos hay una narrativa, esto es, una historia sobre por qué los formadores y visionarios de esa sociedad o grupo llegaron a tener esa visión específica del orden ideal que buscaron construir.
Los ejemplos de Cover son en gran parte tomados de la Torá, y la verdad es que su análisis suena menos como una descripción de la ley más a una descripción del fenómeno único que conocemos como Torá. La palabra “Torá” es intraducible porque quiere decir muchas cosas diferentes que solo aparecen juntas en el libro que lleva ese nombre.
Torá significa “ley”. Pero también quiere decir “enseñanza, instrucción, guía”, o más generalmente, “dirección”. También es el nombre genérico para los cinco libros, del Génesis al Deuteronomio, que comprenden ambas narrativa y ley.
En general, ley y narrativa son dos géneros literarios diferentes que tienen muy poca superposición. Casi todos los libros de leyes no contienen narrativas, y casi todas las narrativas no tienen ley. Además, como Cover mismo lo nota, incluso si la gente en Gran Bretaña o América el día de hoy conocieran la historia detrás de una ley dada, no hay un texto canónico que las una. En cualquier caso, en casi todas las sociedades hay muchas formas diferentes de contar la historia. Además, casi todas las leyes son promulgadas sin una declaración de por qué llegaron a ser leyes, lo que intentan alcanzar, y qué experiencia histórica llevaron a su promulgación.
Entonces la Torá es una combinación única de nomos y narrativa, historia y ley, las experiencias formativas de una nación y la forma en la que esa nación buscó vivir su vida colectiva para que no olvidar las lecciones que aprendió a lo largo del camino. Esto une la visión y el detalle en una forma que nunca ha sido superada.
Así es como nosotros debemos liderar si queremos que la gente venga con nosotros, dando lo mejor de sí. Debe haber una visión que nos inspire, que nos diga por qué debemos hacer lo que se nos pide hacer. Debe haber una narrativa: esto es lo que pasó, estos es lo que somos y esto es por qué la visión es tan importante para nosotros. Entonces debe estar la ley, el código, la fastidiosa atención al detalle, que nos permita traducir la visión hacia una realidad y convertir el dolor del pasado a bendiciones en el futuro. Esa extraordinaria combinación, que no se encuentra en ningún otro código de leyes, es lo que le da a la Torá el poder perdurable. Es un modelo para quienes buscan liderar pueblos a la grandeza.