Por Luis Fuensalida
Muchas veces, cuando uno expone una análisis objetivo, o al menos lo menos subjetivo posible, de una situación o evento en el escenario internacional, puede despertar en quienes se interesan, tanto el acuerdo como la desaprobación, ambas válidas si se coinciden o no con los argumentos esgrimidos, pero carente de toda relevancia, si sólo se adoptan cualquiera de las dos posiciones simplemente desprovistas de fundamentos teóricos y mínima racionalidad, es por esto, que he decidido desarrollar un análisis más profundo para entender el conflicto ruso – ucraniano actual.
En principio, explicaré de manera simple y sencilla que es la Teoría de las RR.II., que es la que no provee un modelo conceptual o científico, que nos sirve para analizar los vínculos, sean estos, conflictivos, asociativos o aliancistas, entre los diferentes actores, estatales o no, y las implicaciones e influencias de éstos en el sistema internacional, y ese abordaje se puede dar a través de la visión de las tres escuelas de pensamiento de las RR.II., la Realista o Hobbesiana, la Idealista o Kantiana y la Internacionalista o Grocciana, que con mucho gusto y si lo desean, en otra columna explicaré las diferencias entre ellas, pero algo tienen en común y es, que ninguna “predice” eventos futuros, sino que analiza los pasados y explica los presentes, y sus posibles y probables consecuencias y comportamiento de los actores, en una palabra, lo importante son las cuestiones estructurales, y por eso es, que mientas los analistas geopolíticos nos centramos en las tendencias, los opinadotes, periodistas e incluso políticos, se centran en las coyunturas últimas, puesto que los analistas operamos con marcos teóricos, el resto no.
Veamos, en 1999, el catedrático estadounidense Samuel Huntington escribió un artículo titulado “Lonely Superpower”, donde señaló que el mundo estaba dejando el Orden Unipolar emergente del final de la Guerra Fría y transitando un período de transición que denominó “Uni – Multipolar”.
Pues bien, durante este período los EE.UU. seguirá siendo la 1ra. Potencia pero no un Hegemón, y otras potencias desafiarán el poder estadounidense, a las que el nombrado catedrático llamó, “Majors Power” y a otros actores estatales, “Secundary Power”, en la primer categoría ubicó a Rusia y a China, mientras que en la segunda, se ubican aquellos actores que harán las veces de “Estados Llave”, ubicados en las cercanías o esfera de influencia de los Majors Power, y que actuarían de acuerdo a los intereses de Washington, con el objetivo de prolongar ese status de “Primus inter pares”.
Veamos algunos ejemplos, Japón para balancear el creciente poder de China
y en Europa, Huntington, repito hace 23 años, consideró como aliados geoestratégicos, al Reino Unido y a Ucrania respecto a la Rusia pos soviética, incluso para el académico, tanto Alemania como Francia, nunca los consideró más importantes como aliados, que los mencionados en primer orden, y por supuesto, Huntington no es ni profeta ni adivino, sólo un genial teórico y analista.
También puedo citar a otro académico, el profesor John J. Mearsheimer, otro representante del Neorrealismo de las RR.II., quién hace 29 años, señaló que Ucrania al ceder su arsenal nuclear, les recuerdo el más importante del período soviético, a Rusia, quedaría expuesta, sin contrapeso táctico, a una eventual ofensiva de Moscú, y años más tarde, en el 2001, en su libro “The Tragedy of Great Powers Politics”, nos entrega distintas opciones alejadas de la superioridad militar y de acciones que ésta pudiera propiciar, y señala que el cambio geoestratégico de los EE.UU. hacia el teatro Asia – Pacífico, que recordemos se consolida el año ppdo., con el AUKUS, la alianza estratégica militar entre Australia, Reino Unido y EE.UU., y dicho giro no es un fin en si mismo, es la resultante de los cálculos de Washington para prolongar ese status, que Huntington calificó Primus inter pares, dirigido a China, pues Washington comprende que es Beijing quién puede afectar más sensiblemente los intereses estadounidenses.
Ahora bien, ¿y que hay del otro Major Power, Rusia?, no desde lo geoeconómico como China, pero si, desde un importante arsenal nuclear y de su actitud pro-activa, a partir de la llegada al poder de Vladimir Putin y su visión revisionista neo-imperial, para lo cual Mearsheimer plantea otras opciones, señalando que los EE.UU. asumiría el rol de un “Off shore balancer”, es decir, un equilibrador, en particular respecto a Europa, lo que entonces explica que en relación al período de la Guerra Fría, disminuiya su presencia militar, pero apoyando a sus socios europeos en caso de estallar un conflicto, tal como lo esta haciendo con Ucrania, un “Secundary Power” según Huntington, a través del envío de dinero y armamento, lo que no significa la alternativa del envío de tropas a los territorios periféricos o cuando el oponente se hallase evidentemente desgastado.
Sigamos, la teoría de Mearsheimer se complementa con otras opciones, que se aplican en el actual conflicto ruso ucraniano, es el “Bloodletting”, que significa el apoyo logístico y diplomático al actor más débil sin implicarse directamente, pues el actor más fuerte, es un rival geopolítico directo, pues los objetivos de esta opción, no es ganar la guerra, sino que se dilate en el tiempo y de ese modo, el desgaste del rival directo, Rusia, es real y evidente.
Lo señalado, se traduce en obtener o mantener una ventaja en la situación estratégica regional o global, a través de potenciar el propio poder o bien, debilitando el de su oponente, que dará como consecuencia, un desequilibrio a favor del actor que menos se desgaste y desfavorable para el otro, y esto significa, que ante la situación de enfrentar a los dos Majors Power, Rusia y China, la opción más favorable para los EE.UU. es, que uno de los dos salga debilitado de un conflicto, aún cuando pueda salir ganancioso.
Por todo esto, el “bloodletting” es una buena opción estratégica en función de los intereses de Washington, pues no hay que dejar de lado, que para el otro Major Power, China, también le es conveniente una Rusia debilitada y dependiente geopolítica y geoeconomicamente de Beijing, que persigue como objetivo final, logar la hegemonía global, una vez que se haya consolidado como hegemón asiático.
Ahora bien, y desde este análisis macro, ¿qué hay de Ucrania?, y mi respuesta aunque suene fuerte, cruda o insensible, es que Ucrania es sólo una pieza en el tablero del ajedrez mundial, es un Secundary Power según Huntington o como lo califica otro neorrealista, Zbigniew Bzezinski creador de la teoría del Pragmatismo Funcional, Ucrania es un “pivote geopolítico”, en el juego de Poder entre, el Primus inter pares y uno de los dos Majors Power, en donde los protagonistas son víctimas que difícilmente puedan cambiar el curso de los eventos, por eso, y en relación a Ucrania, me recuerda una frase que dice, “entre todos la matamos, y ella sólo murió”.
Pues bien, tal como lo señalé, los analistas y académicos trabajamos sobre modelos teóricos, que se basan en la investigación del pasado para explicar el presente y elaborar una prosprectiva sobre la evolución de las RR.II., pero a veces la realidad anticipa la teoría, tal es el caso de la República de Transnistria, internacionalmente es reconocida como una entidad autónoma con status especial y sólo reconocido por tres repúblicas, Abjasia, Osetia del Sur y Artsaj, ex repúblicas soviéticas del Caucaso.
Transnistria, es un región de unos 4.160 km. cuadrados que se extiende a lo largo del oriente moldavo y la frontera occidental de Ucrania, tiene una población de unos 550.000 habitantes, con mayoría rusa y moldava, en segundo término ucranianos y minorías de búlgaros, polacos y gitanos, el porcentaje de judíos es del 0,25% y la religión predominante es la cristiana ortodoxa, los idiomas oficiales son el ruso, el moldavo y el ucraniano, su capital es Tiraspol y tiene un sistema de gobierno presidencialista, su actual pte. es Vadim Krasnoselsky, ruso y ex Mayor General del Ejército soviético y abogado, y también un cuerpo legislativo que es unicameral, el Consejo Supremo, y su división administrativa es en cinco distritos, Camenca, Dubasan, Grigoriopol, Ribnita y Slobozia, y en cuanto a partidos políticos, hay dos, el República de perfil pro ruso y nacionalista y Renovación de perfil liberal conservador, y algo curioso es que la bandera de este país que no existe, es de barras horizontales rojo, azul y naranja y en su vértice superior izquierdo presenta la hoz y el martillo, símbolo soviético que se repite en el escudo nacional, rodeado de laureles.
Históricamente, fue parte de la frontera sur del Imperio Zarista, para luego formar parte de la República Socialista Soviética de Moldavia, de la ex URSS, hasta septiembre de 1990 cuando declaró la independencia e inmediatamente estalló el conflicto armado separatista entre Moldavia y Transnistria, que declaró se independencia del gobierno central moldavo, guerra que finalizó en 1992, con un saldo de 1.500 muertes y con la mediación de Rusia, la que mantiene la presencia en el territorio transnistrio del 14° Regimiento, pese a que en el 2018 la Asamblea General de la ONU requirió a Moscú a que evacuara a esa fuerza militar.
En diciembre del 2006, se celebró un referéndum popular que ratificó la independencia de facto por el 97,2% de los votos, y en la actualidad Moldavia no tiene ningún tipo de control sobre la región escindida, es así que el gobierno transnistrio tiene su propia FF.AA. y Policía, emite documentación personal, aunque para viajar al exterior, al no estar reconocido como Estado independiente, su población utiliza el pasaporte moldavo, también tiene su propia moneda, el rublo transnistrio que equivale a €20, posee tres bancos, uno estatal, y están asociados a la banca rusa, emiten sus tarjetas de crédito porque las tarjetas internacionales no son aceptadas, por lo cual, el turista debe abonar en efectivo, sean euros o dólares.
Con respecto a su economía, al igual que lo que ocurre con la región del Donbas en Ucrania, Transnistria tiene un importante desarrollo en tres sectores, Industria Pesada, Producción de Energía e Industria Textil, con un PNB de u$s420 millones, y también al igual que el caso ucraniano, en la década de los 90, se llevó a cabo la transición de una economía estatista a una de mercado, con un proceso de privatizaciones que dio lugar a la conformación de una pequeña oligarquía empresarial que domina Víktor Gushan, ex agente de la KGB, propietario de la corporación Sheriff, fundada en 1993 y que abarca los rubros, gasolineras, alimentación, construcción, automóviles, medios y el equipo de futbol FC Sheriff Tiraspol, que compite en la UEFA, y pese a la delicada situación política con Moldavia, juega el campeonato nacional moldavo y lo ha ganado consecutivamente desde el 2015 a la actualidad, pero respecto a Gushan, además de apoyar y financiar al partido gobernante, República, esta sospechado de blanqueo de activos provenientes del Crimen Organizado a través de sus empresas.
Finalizando la columna, el conflicto entre Moldavia y Transnistria, es lo que se clasifica como un Conflicto Congelado, pero en cierta forma constituye un modelo teórico y real que se puede utilizar para tener una comprensión más amplia y objetiva del actual conflicto entre Rusia y Ucrania, donde se pueden apreciar muchos puntos en común, tanto del pasado como del presente, algo totalmente alejado de los opinólogos, de relatos políticamente correctos e incluso de las políticas direccionadas y de sus líderes, para centrarse en las fuerzas profundas y sus intereses geopolíticos y geoeconómicos, que juegan en el tablero internacional, por eso elegí como frase de hoy, una del genial Maquiavelo, “…El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente…”.-