El Dr. Victor Zajdenberg , analista especializado en relaciones internacionales, explicó los orígenes históricos de la guerra ruso-ucraniana.
Remarcó que la invasión rusa a Ucrania puede entenderse desde dos perspectivas, a corto y largo plazo. “Si vemos la foto, que es lo que está mostrando el periodismo occidental, indica que Putin invade sin motivos a Ucrania, un país independiente”, explicó. Sin embargo, “si queremos ver la película, la cosa se complejiza un poco más, porque hay que retroceder en la historia”, la cual “puede ser milenaria, porque Rusia se formó a partir de Kiev hace más de mil años, o podemos verla desde la época zarista”.
Para comprender la trama de “la película”, el entrevistado remarcó que “en ese largo historial de mil años, Rusia conoció solo un par de meses de democracia, y no sabe de otra cosa desde aquel entonces”. Aquello sucedió “desde marzo de 1917, cuando se situó la verdadera revolución socialdemócrata en la Rusia zarista dirigida por Kerensky, hasta octubre de 1917, cuando se produce el golpe de Estado de Lenin”.
Tras la revolución bolchevique de 1917, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) bajo su control atravesó 72 años de gobierno autoritario comunista hasta la caída del muro de Berlín en 1989. Sin embargo, el autor explicó que la desintegración del régimen comenzó antes, “en 1985, cuando asume Gorbachov como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética y, queriendo hacer una revolución occidental para la URSS (que estaba declinando desde hace tiempo), elaboró el concepto de Glasnost [apertura] y Perestroika [reforma liberalizadora de la economía]”. Tales reformas fueron de tal profundidad y rapidez que “condenaron al caos a la Unión Soviética, que Gorbachov no supo manejar”, lo cual “terminó con la desintegración de la URSS”.
Tras la caída de la URSS, la presidencia de la renovada Federación Rusa fue tomada por Boris Yeltsin. El mismo, según la lectura de Zajdenberg “nuevamente equivocó el camino”, debido a su intento de hacer una transición rápida hacia el libre mercado y la desregulación económica, “en la que se produjo el capitalismo salvaje”. En aquel proceso, “los grandes directores de las compañías compraron las acciones en centavos y de repente, los que se llaman los oligarcas, se volvieron multimillonarios”, consiguiendo a partir de ese momento, manejar “a Yeltsin de la manera que ellos creían”.
En diciembre de 1999, Yeltsin fue sucedido por Vladimir Putin, quien “se viene de San Petersburgo a Moscú y empieza a elaborar con su grupo de gente de la ex-KGB […] y con otros amigos leales a él, la estrategia que en año 2000 encabeza la Federación Rusa”. Zajdenberg destacó que es recién tras la asunción de Putin que “comienza a levantarse ese enorme país que se estaba a su vez desintegrando” gracias a que “elaboró una estrategia y una serie de tácticas que lograron unificar a Rusia”.
Desarrolló que al asumir, Putin se enfrentó a una serie de desafíos que amenazaban la integridad de Rusia. “Tenía el frente de los oligarcas, tenía el frente de Chechenia, que con su terrorismo atacaba escuelas, teatros […] en cualquier lado y a cualquier clase de personas”. Asimismo, “tenía el frente militar, que había sido derrotado o por lo menos disminuido en Afganistán, después de diez años de haber estado agonizando”. Por otro lado, también se veía amenazado por los liderazgos en “las provincias de la extensa Siberia, donde los señores gobernadores se consideraban señores feudales”.
El presidente ruso, consiguió sortear todas aquellas amenazas. En primer lugar, “Putin logró armar un equipo que lentamente rearmó el ejército”, con el que luego “terminó con el alzamiento checheno y puso al mando [de la región] a un leal checheno”. Aquello, según explica el entrevistado, “fue un doble éxito: primero terminar co nel terrorismo chcehno y segundo, fortalecer al ejército ruso [el cual] volvió a tener unas bases sólidas, con armamento sólido como para emprender otras aventuras”. Por otro lado, elaboró “tácticas y estrategias para dominar a los señores de la guerra [los gobernadores] en el interior íntimo de Rusia”. Por último, se encargó de retornar el país a la tradición ortodoxa rusa, cuya iglesia “había sido aplastada por Stalin” a fines de conseguir los objetivos de secularización del comunismo.
Sin embargo, el entrevistado explicó que “el origen de todo este problema, de toda esta situación geopolítica [de la guerra en Ucrania], empezó en 1998 en el Senado de los Estados Unidos”. En aquel momento, el Presidente Clinton promovió un proyecto de expansión, con el cual planteaba aprovechar “los espacios vacíos dejados por la Unión Soviética, y comenzar a avanzar lentamente con la OTAN hacia Rusia”. Aquella decisión, “no le gustó para nada a Gorbachov, ni [luego] a Yeltsin”, quienes a pesar de ello no se encontraban en posición de tomar represalias. Sin embargo, “Putin, ya con un ejército victorioso en Chechenia y en 2008 en Georgia, dijo basta”.
Durante su mandato, con “miles de mensajes, Putin avisaba a Occidente que deje de avanzar” hacia la frontera con Rusia, y especialmente sobre Ucrania (territorio en el que los intereses rusos son aún más sensibles). Zajdenberg remarcó que “el punto final llegó cuando Ucrania, en el 2019, decide en el parlamento su unión a la OTAN”. Aquello se debió a que si Ucrania se integraba a dicha alianza militar, “un misil de la OTAN con cabeza nuclear llegaría a Moscú en cuatro minutos”. En la misma línea, una incorporación de aquel país a la OTAN significaba el fin del tratado por el cual Ucrania arrendaba a Rusia la base militar de Sebastopol, fundamental para el mantenimiento de los intereses rusos.
Redacción gentileza de Tomás Polakoff