La ofensiva por Jersón

Tal como lo viene anunciando el presidente Volodymir Zelensky, estaría por comenzar la contraofensiva ucraniana para recuperar la ciudad de Jersón, a orillas del río Dniéper, y que abriría las puertas hacia la península de Crimea. El ejército de Ucrania no sólo está recibiendo equipamiento militar que le está permitiendo hacer heridas en profundidad a las fuerzas rusas, como los misiles HIMARS, drones y los antitanque Javelin, sino también entrenamiento en suelo alemán y rumano a los oficiales y soldados, por parte de la OTAN y países aliados a la alianza militar. Esto significa una mejora cualitativa en la defensa ucraniana, así como las posibilidades de realizar operaciones que están dañando la logística y la reputación de las fuerzas armadas de Rusia.

Que esta guerra será larga, aunque contenida en suelo ucraniano, ha quedado de manifiesto en el anunciado plan de incorporar 137.000 nuevos soldados al ejército ruso, para llegar al 1.150.000. Las estimaciones de la OTAN, que deben ser tomadas con cautela, es que el ejército ruso tuvo 80.000 pérdidas en estos seis meses de guerra, entre muertos, heridos, desaparecidos en acción y prisioneros. Pero más allá del anuncio formulado el jueves pasado, no queda claro cómo se incorporarían: si como soldados profesionales o si se extenderá el año del servicio militar. Esta segunda opción significaría un quiebre respecto a la sensación de normalidad y rutina que pretende transmitir el gobierno de Rusia hacia sus ciudadanos. Hoy resulta claro que el Kremlin no está en condiciones de abrir un segundo foco de guerra con sus vecinos, ni en Europa ni en Asia, y que debe concentrarse en asegurar el territorio conquistado.

Mientras tanto, Vladímir Putin ha permitido el acceso de inspectores de la OIEA a la central nuclear de Zaporizhia, tomada por Rusia en marzo de este año, luego de idas y venidas. De algún modo, Putin debe comenzar a reparar el daño que a sí mismo se causó con la guerra de invasión ante la opinión pública, sobre todo cuando están apareciendo fotografías satelitales que muestran campos de prisioneros y, quizás, nuevas tumbas masivas en las regiones ocupadas. Es una guerra que, como todas, se libra en todos los terrenos, pero que ahora suma campos de batalla como Instagram y TikTok.

 

Por Ricardo López Göttig.