“Desde siempre el antisemitismo está presente en todas las corrientes políticas e imaginarios sociales, después de todo es una enfermedad social que muta”, afirmó.
“La gran diferencia al día de hoy es que el antisemitismo se transformó en antisionismo, que no es más que la judeofobia ideológica, donde los aspectos raciales se dejan de lado y se ataca, entre otras cosas, la existencia y el poder de libre determinación del Estado de Israel”.
Con respecto los recientes casos de violencia antijudía, como fue la manifestación mexicana frente a la embajada de Israel, el entrevistado ratificó que la mejor táctica para combatir el milenario fenómeno es la educación.
“Pero no solo la educación con el fin de reflejar, por más obvio que nos parezca, la actitud corrosiva de la judeofobia, sino demostrar que, del odio hacia los judíos, igual que a cualquier minoría, constituye un problema integral en la sociedad moderna, no un simple feudo entre antisemitas y judíos”.
También declaró la importancia de accionar para integrar una solida terminología legal en término a los actos antisemitas. “Actualmente, en muchos países el antisemitismo entra en el mismo saco que un crimen de odio, un concepto vago y abierto, siendo la Republica Argentina un gran ejemplo al adoptar en 2020 la definición global de antisemitismo (IHRA)”.
Sin embargo, todo, Samuel Eppel se muestra optimista del cambio que tanto judíos como simpatizantes pueden generar, citando el caso de Nicaragua, que, en 2017, a presión de la población evangelista, el presidente Daniel Ortega, restableció relaciones diplomáticas con Israel.
Redacción Ilan Uriel Jaievsky