Dr. Natalio Daitch
«Buenas son las luminarias que ha creado nuestros D’os;
Él las formó con conocimiento, entendimiento e inteligencia.
Poder y fuerza les otorgó, a fin de que dominasen en medio del mundo.»
Oración: D’os el Señor de todas las obras. Rezo Sabático.
Equinoccio. Significado.
El equinoccio es un momento en que el Sol se sitúa sobre todo el ecuador terrestre. Se trata de un evento astronómico que ocurre en todo el planeta y se da entre los días 20 y 21 de marzo y 22 y 23 de septiembre. Durante el equinoccio el día y la noche tienen la misma duración en todos los lugares del orbe. Y justamente, la misma palabra proviene de equis que significa igual y nox de noche.
Momento de cambio.
Muchas personas celebran, en especial el equinoccio de primavera, en general en grupos o junto al mar. Entendiendo ese tiempo como un portal cósmico que les da acceso hacia la luz del espíritu. En esos días el sol brilla con mayor intensidad, y se considera como momentos que ofrecen una particular posibilidad para hacer un balance para distribuir y captar mucha energía de vida, para nivelarse a uno mismo y poder reelegir y cambiar.
La óptica judía.
Cuando he querido ingresar en el tópico del calendario judío, los tiempos y las festividades y los horarios, lo he visto como un tema profundo, que exige amplios conocimientos en diversas materias, en particular en astronomía, cálculos, y el giro y las orbitas planetarias. Aprovecho este tercer bloque y la gentileza del diccionario para adicionar la definición de astrología, que se dedica al estudio del movimiento de los astros y su posición, e intenta por este camino conocer el destino de las personas y predecir procesos futuros. Para muchos, la astrología es una pseudociencia y en algunas culturas abundan los libros de esta materia junto a libros de alquimia, oráculos, magia, enigmas, y oniromancia (predecir el futuro por medio de la interpretación de los sueños).
Reflexión final.
El calendario judío es considerado superior y el más exacto respecto de otros calendarios. En él, encastran a la perfección las estaciones (en el hemisferio norte), con las festividades y los tiempos, y sus significados superficiales y profundos. Dejando constancia que, a diferencia de las creencias de los otros pueblos, toda la Creación, los planetas y las estrellas, no solo sincronizan con el cuerpo y el espíritu humano, sino, que se encuentran regidos todos sin excepción por un Ser Superior, único, D’os, que los ha creado, y los ha establecido en sus diversas órbitas y posiciones con la finalidad de ser la casa de todos nosotros.
La creación no maravilla solo por su perfección infinita, en el judaísmo se agrega que todo este esplendor tiene un propósito divino, para que el hombre por voluntad superior, pueda existir en un mundo material y de ocultamiento, y no obstante servir y amar a su Padre Celestial que se oculta bajo el velo de lo que nosotros usualmente denominamos naturaleza.
En estos tiempos de cambio, tenemos una especie de equinoccio judío, atravesando los portones de Rosh Hashaná, Kipur, y Sucot. Una época de perdón, de cambio, de reflexión, y con una promesa y un compromiso de renovación espiritual y de «recargar las pilas» para mejorar cada uno en su medida y posibilidad en el servicio del Todopoderoso al que llamamos «nuestro Padre y nuestro Rey». Como lo hacían nuestros Avot (ancestros), nosotros, y con la ayuda de Hashem lo harán nuestros hijos a futuro y por siempre.
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