Enrique Krauze: «no hay un día de mi vida en que no recuerde el Holocausto»

Se trata de una cuestión que le acompaña a diario ya que, según cuenta, «no hay un sólo día» de su vida «en que no recuerde el Holocausto».

En una entrevista en Madrid por la presentación de su último libro, «Spinoza en el Parque México», Krauze (Ciudad de México, 1947), nieto de judíos polacos que tuvieron que huir de su país para sobrevivir al genocidio nazi, explica por qué publica ahora una autobiografía basada en decenas de horas de conversación con el escritor español José María Lasalle.

Durante algo más de 700 páginas, el historiador ahonda en temas relevantes en su vida, como el judaísmo, sus influencias como historiador, la historia reciente de América Latina o los autores que han marcado su biblioteca y su escritura.

«Espero que el lector encuentre agradable que la forma sea una conversación y no un monólogo porque yo creo que la cultura es una conversación y cuando los jóvenes preguntan a los viejos por su vida y los nietos a los abuelos, pues no se la escriben, se la cuentan», considera.

Así empezó Krauze su vida «intelectual», preguntando a su abuelo en el Parque México: «él contaba las muchas cosas dramáticas y las pocas alegrías que tuvo en Polonia y luego en México».

Entre las cosas que su abuelo le contó estuvo también su pasión por el filósofo holandés judío Baruch Spinoza, «un emblema primero en Europa Central y después en Europa del Este» para «todos los judíos seglares».

«Spinoza salió de los muy serios estudios rabínicos en su juventud en el siglo XVII y abre los ojos al despertar de la razón y la ciencia y se convierte en un filósofo monumental, todos se identifican con él por haber salido del ámbito cerrado de la tribu a la tribu de la humanidad, eso me lo enseño mi abuelo», cuenta.

Una figura, la de Spinoza, que le siguió «interesando toda la vida» y ahora le «importa» porque es «emblema de la libertad de pensamiento, creencia y tolerancia», valores «en entredicho» actualmente.

NI UN DÍA SIN PENSAR EN EL HOLOCAUSTO

Krauze insiste en que «no ha pasado un solo día» de su vida «en el que en algún minuto no haya recordado a los seis millones de judíos que exterminó Hitler», entre los que se encontraban varios familiares suyos.

Todos los días los recuerda «un segundo o dos, no porque crea que los judíos tienen el monopolio del sufrimiento humano» sino porque su abuelo solía pedirle que le «explicara» la muerte «del millón de niños que fallecieron en las cámaras de gas».

«Yo tengo nietos y nietas», reflexiona ahora, cuando tiene claro que el responsable fue «el delirio y el poder absoluto de un hombre que hechizó a una multitud de un pueblo, el más culto de Europa».

«Eso nunca se me va a olvidar, es como el centro de mis convicciones, el poder de una sola persona para hechizar y hacer el mal y producir millones de muertos, el poder destructivo de una sola persona y el poder destructivo del poder», analiza.

EL TRABAJO DE LA MEMORIA SIN RESENTIMIENTOS

Y es que el Holocausto, el genocidio nazi hacia el pueblo judío europeo y hacia otras etnias y grupos políticos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), «siempre está presente» en su vida.

«Mi abuelo lo recordaba con dolor, naturalmente, porque tenía que recordar a su padre que era un anciano en ese momento y seguramente nunca supo más de él y a sus tres hermanas y un hermano, que dejó allí», narra.

Por eso cree que el trabajo de memoria también es un tarea que han de llevar a cabo los familiares de las víctimas, pero «acudiendo a la historia de forma natural», sin resentimientos, buscando la historia personal de cada individuo.

«No hay que detenerse en esos sentimientos de dolor sino aprender de ellos para aplicarlos a la vida y al futuro, en mi caso es clarísimo, siempre he sentido una distancia respecto al poder absoluto, pienso que corrompe absolutamente», opina.

Así, pide regresar a la historia para entender conflictos actuales, como la invasión de Rusia a Ucrania.

«Lo que está pasando en Ucrania es explicable por el delirio de Putin, se siente Pedro el Grande, Iván el Terrible, Stalin…todos juntos, vamos a ver a dónde llega, yo tengo miedo, esos nunca terminan bien», comparte.

Y para saber qué está sucediendo actualmente invita a «conocer a fondo» la historia de Ucrania «en el siglo XX»: «cómo Stalin redujo al hambre a Ucrania y produjo la muerte de más de tres millones de personas en 1932 y 1933, eso es conocer, ese es el tipo de acercamiento que hay que tener al pasado». EFE

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