Parashat Haazinu: La responsabilidad de los líderes

La mayor parte de la lectura de la Torá de Haazinu consiste en un “poema” de 70 líneas pronunciada por Moshé al pueblo de Israel en el último día de su vida terrenal. Llamando al cielo y a la tierra como testigos, exhorta al pueblo: “Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones; pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán”. Al final, promete que Dios vengará la sangre de sus siervos y se reconciliará con su pueblo y su tierra.

El poema de Haazinu comienza con la declaración: “¡Escuchad, cielos, y yo hablaré; ¡escuchad, tierra, las palabras de mi boca!” (Devarim 32:1).  Y esa declaratoria no es del todo clara, lo que provocó que nuestros sabios intenten ofrecer explicaciones diferentes de por qué Moshé convoca aquí a los cielos y a la tierra y a quienes se refiere.

Rav Saadia Gaon explica que Moshé no habla realmente a los cielos y a la tierra, sino que llama a los residentes de los cielos -los ángeles- y a los residentes de la tierra -los seres humanos-, dirigiéndose a los habitantes de ambos reinos.

El Sifrei, citado por Rashí, explica que esta introducción pretendía establecer la relevancia eterna de las advertencias de este poema.  Como los cielos y la tierra existen para siempre, Moshé los designó como “testigos” de que había advertido al pueblo de las consecuencias de su traición a Dios, ya que pueden dar “testimonio” para toda la eternidad.

Rashí cita entonces un enfoque diferente del Midrash Tanjuma, explicando que Moshé asigna al cielo y a la tierra el papel de responsabilizar a los hijos de Israel por su mal comportamiento, reteniendo la lluvia (del cielo) y los productos (de la tierra) en caso de que el pueblo sea indigno de la prosperidad material.

Jizkuni aporta otra explicación ofrecida por Sifrei, asociando la proclamación de Moshé con el acontecimiento de Matan Torá.  La Torá fue entregada desde los cielos mientras los israelitas estaban en el suelo prometiendo su compromiso con ella, y así el cielo y la tierra atestiguan nuestra obligación eternamente vinculante de vivir según las leyes y los valores de la Torá.

Una interpretación completamente diferente de estas palabras es la que sugiere Or Hajayim, que propone leer los términos “cielo” y “tierra” en este versículo como alegorías de los líderes de la nación y de los plebeyos, respectivamente.  Or Hajayim señala que la palabra “Haazinu”, dicha en referencia a los cielos, está construida en forma imperativa, ordenando, por así decirlo, a los cielos que escuchen.  Por el contrario, la palabra “tishmá”, que Moshé utiliza al dirigirse a la tierra, está construida en tiempo futuro, describiendo lo que sucederá, en lugar de dar una orden.  De este modo, Or Hajayim sugiere de forma creativa que Moshé instruyó a los “cielos” -los líderes de la nación- para que prestaran atención a sus enseñanzas, lo que naturalmente dará lugar a que la “tierra” -el resto del pueblo- acate sus enseñanzas.  Los líderes serán el ejemplo a seguir por los demás, y por lo tanto Moshé sólo tuvo que instruir a los líderes para que prestaran atención a su guía.

En lugar de instruir directamente al pueblo para que preste atención a sus palabras, Moshé se dirige a los líderes, confiando en que una vez que actúen de la manera correcta, el resto del pueblo seguirá su ejemplo.

Evidentemente un requisito difícil de cumplir. Ni los pueblos saben escuchar mensajes serios que previenen a sus miembros para actuar con responsabilidad. Ni los líderes se caracterizaron a lo largo de la historia por ser ejemplos.

Sin duda, Moshé era un optimista, también en los últimos días de su vida.

 

Rabino Yerajmiel Barylka