“…lo que él espera de ti, es que hagas justicia, ames la misericordia, y seas humilde ante tu Dios” Miqueas (6:8)
Rabino Yerahmiel Barylka
Los líderes espirituales y religiosos deben contar con rectitud moral absoluta, sensibilidad, empatía, e independencia de pensamiento. Recordarlo permanentemente no es excesivo ni redundante.
En el caso de nuestras comunidades, deben también contar con el valor para aportar opiniones jurídicas que surgen de la Halajá, también cuando disientan con aquellas autoridades que temen innovar o que simplemente no están actualizados en la Responsa. No deben reclinarse ante aquellos que prefieren quedarse con lo que aprendieron hace muchos años cuando eran estudiantes o con quienes buscan el camino más cómodo de negarse a analizar con profundidad los casos que les son presentados en consulta o en su carácter de árbitros.
En el momento en el que son consultados, deben tener un deseo genuino de encontrar soluciones a los problemas halájicos con un espíritu de compasión, piedad y misericordia. Así contribuirán así al mejoramiento espiritual de sus seguidores y de la comunidad. Deben superar el “miedo a tutelar” cuando debido a la velocidad de las comunicaciones, ya que hoy, no existe ningún dominio privado de dictámenes halájicos. No deben preocuparse de cómo será recibida su decisión por el “establecimiento” rabínico con el que está asociados. Deben luchar contra quienes carecen de la sensibilidad adecuada a las preguntas que se les hacen y que eligen la rigurosidad y la prohibición, porque creen que esa es la forma de evitar “complicaciones” y mantenerse libre de errores.
Demasiadas tomas de decisiones halájicas contemporáneas tienden hacia una rigurosidad y un conservadurismo exagerados. Así, no pueden resolver los problemas de quienes les consultan –aunque los medios jurídicos de la jurisprudencia rabínica y los precedentes existan y sean conocidos -, sino que, por el temor a ser criticados por algunos colegas. Prefieren huir de sus responsabilidades.
Mi padre de bendita memoria, no deseaba que sus hijos elijan la carrera rabínica. Él conocía las dificultades del ejercicio de esa profesión. Solía decirme “un rabino que no tiene disputas, o que no sabe actuar bajo presión, o que busca ser querido por todos no es un rabino; y un rabino que se somete a esa presión o es rechazado por todos, no es un “mentsh” una persona honorable”.
Por suerte, está surgiendo una generación de rabinos y de decisores (posquim) que reexaminan la forma en que llegan a sus fallos y determinaciones halájicas después de estudiar cada consulta con mucho detenimiento buscando rescatar el verdadero espíritu de la norma y de la Responsa rabínica. Son los rabinos que estudian la adaptación de la vida moderna a la halajá, mediante la aplicación de normas y reglas halájicas de acuerdo con precedentes en la literatura rabínica de muchas generaciones. Los fallos que permitieron el uso generalizado de temporizadores eléctricos en sábado y la aplicación de la noción de causalidad indirecta (gueramá) a la resolución de problemas relacionados con el tratamiento médico en Shabat, el trasplante de órganos, o las nuevas soluciones para hombres y mujeres estériles, son algunos ejemplos, de la obra que resulta de esa visión.
Debemos aceptar que no son pocos rabinos que ocupan el liderato comunitario en la práctica que tienen miedo de la modernidad, por la permisividad y la aceptación de estilos de vida alternativos alejados de la Torá. Conscientes en todo momento de los riesgos que existen, creen que lo mejor es atrincherarse detrás de los muros y evitar cualquier brecha en la fortaleza de la norma conocida. Sin embargo, tal enfoque aliena y perturba más de lo que defiende y protege, alejando a gran parte del público del mundo de la Torá o impulsándolo hacia movimientos religiosos a los que se oponen esos mismos rabinos.
No es más fácil, pero, está en nosotros restablecer el encanto de la Halajá volviendo a las viejas formas de tomar decisiones, investigando y estudiando las normas y la literatura tomando en cuenta al ser humano que está frente a nosotros.
Podemos mejorar la sensibilidad hacia quienes preguntan personalizando las respuestas, teniendo en cuenta sus efectos en la vida de quien necesita solucionar problemas existenciales. Todo esto debe hacerse, por supuesto, dentro del marco de la halajá tradicional y normativa, tal como nos ha llegado a través de las declaraciones y escritos de los grandes eruditos halájicos a lo largo de las generaciones.
Tenemos que aceptar, ciertamente, que habrá casos en los que será imposible llegar a una respuesta halájica que agrade o satisfaga todas las “necesidades”. Inevitablemente habrá situaciones de dolor desgarrador, angustia e incluso tragedias personales, y no nos quedará más remedio que solidarizarnos con los desdichados que se encuentren en estas circunstancias.
Debemos aceptar que ningún sistema legal puede evitar situaciones como estas. Sin embargo, a través del uso adecuado y profundo de los recursos de la halajá, podemos disminuir significativamente el número de tales situaciones y aliviar la angustia de las personas que desean transitar fielmente por los caminos de la halajá con placer.