El miércoles de la semana anterior, la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU aprobó por 79 votos a favor, 28 en contra y 68 abstenciones una resolución no vinculante que intenta aún en teoría y sin mucho empeño, criticar a Irán por el levantamiento civil que está sucediendo en varias ciudades del país desde que asesinaron a la joven Mahsa Amini por presuntamente no tener el velo ubicado adecuadamente. Las torturas que llevaron a la muerte de Amini, generaron sublevaciones, y aunque no es posible tener cifras reales, ya que la dictadura teocrática es obviamente hermética, se sabe que hasta hoy no hay menos de 400 manifestantes muertos, y mínimo 15 mil civiles detenidos e internados en las mazmorras iraníes. Muchos de ellos, seguramente ya muertos, y tantos otros destruidos física y mentalmente.
Hay que ser muy claro con este procedimiento de la Asamblea General. Irán es objeto todos los años de un texto de esta tercera comisión dedicada a los derechos humanos en la República Islámica, pero esta vez, aunque no sirva de nada serio y ejecutivo, se hicieron referencias específicas al levantamiento actual y la represión ejercida por la teocracia. Por algo, entre los que apoyaron a Irán y se manifestaron en contra de la resolución están regímenes hermanos de Irán: Rusia, China, Cuba, Bolivia. El texto es pueril, tanto en el tono como en la música: si ya se sabe que no se pueden lograr acciones ejecutivas que detengan una masacre, por lo menos se debería ser más serio y rotundo en el lenguaje. Declarar que la Asamblea General “expresa grave preocupación por el hecho de que la aplicación de la ley relativa al hiyab y la castidad y su violenta imposición por la policía de la moral iraní menoscaban de manera fundamental los derechos humanos de las mujeres y las niñas”, es hasta grotesco. ¿15 mil detenidos y 400 asesinados no merecen algo más.? Respuesta obvia. Se “exhorta” a que Irán libere a los detenidos, repudia la violación a la libertad de expresión, condena el bloqueo tecnológico a la que está sometida la población. La tercera Comisión ¿no sabe que en Irán no hay libertad de expresión desde que los Ayatolas tomaron el poder hace más de 40 años?
Mientras en la ONU muy pocos condenaban a Irán, muchos se abstenían sin rubor y unos cuantos abrazaban con su voto las masacres en Teherán y otras ciudades, el secretario general de la ONU hacía sus valijas para ir a respaldar otro fraude a escala universal. El mundial de fútbol en Qatar. Acompañó con mucha convicción la ceremonia inaugural junto al Emir que rige Qatar, el que sobornó y compró no sólo el mundial sino a quienes deben desarrollar semejante emprendimiento. Por supuesto, Guterres no dijo ni una sílaba sobre la muerte de miles de obreros que construyeron los estadios, y menos de la violación de los derechos humanos que impera como ley en Qatar. Junto a Guterres y al Emir estaba Mahmoud Abbas y el presidente de FIFA Giovanni Infantino. A pesar de lo deleznable del discurso de Infantino, hay que ser históricamente justo con FIFA. El organismo rector del fútbol mundial nunca se rigió por el “fair play” que proclamó. Hace 88 años, el segundo mundial se hizo en Italia, donde Mussolini era dictador hacía 12 años, o sea, donde regía la bestialidad fascista en su esplendor de brutalidad y racismo. Italia, obvio, ganó ese mundial y ahí hicieron el saludo fascista jugadores, árbitros, entrenadores, mientras la FIFA estaba feliz. Eso fue precedente para las infames olimpíadas de Hitler de 1936 donde los nazis del Comité Olímpico avalaron al nazismo. Y siguieron con las ordalías, porque la FIFA hizo otro mundial en 1938 en París. Sí, en 1938, en la Europa donde el nazismo tenía 5 años en el poder, donde no existían derechos humanos, pero sí campos de concentración. A la FIFA le importó cero.
Y después de la guerra, quisieron hacernos creer por décadas que el “fair play” era propiedad de esta corporación amoral. FIFA hizo un Mundial en 1978 aplaudido por Videla, Massera y compañía. ¿Qué más decir? Hay más para decir. Dos años después, FIFA hizo un Mundialito con los campeones del mundo en el Uruguay que llevaba 7 años de dictadura. 30 años después, FIFA y su corrupto presidente Joseph Blatter dejan que Qatar compre este mundial de 2022. Y en su inauguración, el ahora presidente Giovanni Infantino, en lugar de aprovechar la oportunidad e intentar salir de casi un siglo de aberraciones, hace un monólogo despreciable que no hace más que confirmar que la FIFA que abrazó a Mussolini puede abrazar a cualquiera como el Duce. Infantino acusó de hipocresía a los críticos del historial de derechos humanos de Qatar. No es broma, lo dijo. Y lo dijo al lado del Emir que financia el terrorismo, al lado del Emir que tiene varias esposas pero que no deja tomar cerveza en un mundial, al lado del Emir que es una muestra casi menor de lo que es Irán en materia de violador de derechos. Pero a Infantino no le alcanzó, así que agregó con prepotencia e impostación de voz en falsete: “Hoy me siento qatarí. Hoy me siento árabe. Hoy me siento africano. Hoy me siento gay. Hoy me siento discapacitado. Hoy me siento un trabajador migrante. Lo que los europeos hemos estado haciendo durante los últimos 3.000 años, deberíamos disculparnos por los próximos 3.000 años antes de comenzar a dar lecciones morales”. Mustafa Qadri, director ejecutivo de la organización internacional de derechos humanos Equidem, dijo a CNN: “El discurso de Infantino fue un insulto a los miles de mujeres y hombres trabajadores que han hecho posible la Copa del Mundo. Tuvo una oportunidad perfecta para reconocer que miles de mujeres y hombres de los países más pobres llegaron al más rico solo para enfrentar el engaño, la explotación y la discriminación”. Apenas comenzó el mundial, Inglaterra le hizo 6 goles a Irán. Los jugadores de Irán, con mucho coraje, no cantaron el himno. Los Ayatolas dijeron que Irán había perdido porque los jugadores sintieron la presión de todo “el complot mundial que Israel y Estados Unidos están haciendo contra su país”. ¿Qué problema tiene el presidente iraní para decir algo así cuando ve cómo se vota en la ONU y quienes acompañan fielmente a su dictadura? ¿Qué problema tiene Infantino de abrazarse con el Emir de Qatar si sus predecesores abrazaron con efusión ilimitada a Mussolini? Es continuidad, ¿no? La ONU les abrió la puerta a los bárbaros hace rato y va camino a su desaparición por omisión. La FIFA siempre les abrió las puertas a los bárbaros, pero sus autoridades duermen tranquilas. Nadie vio los crímenes en Italia en 1934; nadie ve ahora los 6 mil quinientos muertos en Qatar. No hay VAR para esas cosas.