El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU votó la partición de Palestina en dos Estados: judío y árabe. Los judíos aceptaron y se creó el Estado de Israel. Los árabes no aceptaron el plan, y toda la Liga Árabe declaró la guerra, prometiendo que en pocos días echaría a todos los judíos al mar. Todo esto ya se sabe, como también se sabe que los países árabes no echaron a nadie al mar, sino que perdieron la guerra que querían fuera de exterminio.
Si las Naciones Unidas tomaron una resolución de esta magnitud, alguien mínimamente racional, podría esperar que el 29 de noviembre fuera una fecha para recordar un logro del organismo internacional.
Sin embargo, desde 1978, la ONU, inefable y con mucho descaro, apoya que en su sede se conmemore lo que Hamas y Al Fatah llaman el día de la Nakba (palabra árabe para catástrofe), y en Naciones Unidas llaman Día de solidaridad con el pueblo palestino. De la partición, la ONU decidió pasar a administrar con discursos que no escucha nadie y con decisiones que no obligan a nada, un día de respaldo al terrorismo y de condena al Estado que la misma ONU creó. Parece contradictorio, pero no lo es. Ban Ki Moon, Koffi Annan, y otros secretarios generales de la ONU no cambiaron nada en décadas, y ahora Antonio Guterres, menos.
Este denominado Día de Solidaridad permite varias cosas. Una de ellas, hacer que miembros de Naciones Unidas se reúnan y definan 70 años de conflicto político y territorial como una grave falta de Israel, y un día después (como sucedió ayer) saquen una serie de resoluciones cero vinculantes y cien por ciento inútiles y agraviantes, por las que culpan a Israel de todos los males habidos y por haber en Medio Oriente. Por ejemplo, atacan el problema del Golán, cuando en Siria hace más de una década, producto de una guerra civil, 7 millones de sirios han sido desplazados dentro del país; cinco millones y medio han huido donde han podido y a los pocos países que los han recibido; y casi 400 mil civiles han sido asesinados por el régimen de Assad o por los invasores rusos e iraníes. Esta tragedia, la mayor de la década hasta que Rusia invadió Ucrania, no tiene ni día ni hora ni minutos de solidaridad en el organismo del cual hoy es secretario general el ex presidente de Portugal Guterres.
¿Algún país, salvo Estados Unidos, tuvo la honestidad política y/o intelectual de decir este martes o el miércoles que se suman por decenas los civiles israelíes asesinados por terroristas palestinos sólo en los últimos meses incluyendo un joven de 16 años la semana pasada? Por supuesto que no. Guterres ni siquiera mostró su rostro. Envió a uno de sus innumerables subalternos, Courtenay Rattray, a decir que el secretario general “está muy preocupado por la espiral de violencia en la Margen Occidental y los muertos palestinos”. ¡No Sr. Guterres y señores funcionarios de la ONU! Hay que preocuparse por todos y ser menos hipócrita. Hay violencia en la Margen Occidental, y en Jerusalén, y en varias ciudades israelíes, porque los terroristas cuyas familias reciben mucho dinero por asesinar judíos, atacan y matan civiles israelíes, e Israel defiende sus derechos frente a quienes lo atacan. ¿O Guterres nunca ha sabido que cada vez que se asesina a un civil israelí a cuchilladas o por atropellamiento de un auto o por bombas, en las calles de la Margen Occidental y Gaza hay festejos ruidosos, se reparten dulces y Hamas y Al Fatah felicitan a los asesinos?
Pero el mensaje de Guterres no se quedó por allí. Dijo que cada “víctima aumenta el ciclo de violencia”. Y agregó que “ la culpa de la violencia la tiene Israel como ocupante”. Se ve que en la gigantesca oficina de Guterres en Nueva York hay informaciones que no le llegan. No recuerda que Gaza está en manos de Hamas desde hace casi 30 años, y que de allí se prepara, financia y se lanza terrorismo a cada instante. Tampoco recuerda que el pasaje de Gaza a Israel si está cerrado, es cuando precisamente Israel intenta evitar más infiltraciones de asesinos hacia su territorio. Mucho menos recuerda que Egipto también le cierra Gaza a Hamas por los mismos motivos que lo hace Israel. Tanto Egipto como Israel han abierto varias veces este año la frontera y los trabajadores de Gaza han pasado sin problema. Pero ¿por qué se debe abrir la puerta al terrorismo? Pues eso pide el Sr. Guterres. Y con respecto a los territorios en disputa política en el área de la Autoridad Palestina, ¿el secretario general no sabe los acuerdos de seguridad entre palestinos e israelíes? Sabe, y bien que sabe que cuando llegan los terroristas desde Jenin a Jerusalén o a Holón o a Rishon Le Zion ¿quién debe detener los actos criminales? Pero en la reunión del martes, la solidaridad era con los asesinos. Con la señora israelí de 80 años que salió a hacer compras en Holon y fue acuchillada por un terrorista no hay solidaridad. Pues bien, cuando se segmenta de esa forma, cabe escuchar la voz de Thomas Greenfield, representante de Estados Unidos en el Consejo de DDHH: ”La actitud de ONU hacia Israel es desequilibrada, habiendo llegado al extremo de nominar una Comisión de Investigación sobre Israel ilimitada en el tiempo y pretender que la Corte Internacional se vea involucrada en el estudio del conflicto. El sistema de la ONU está saturado de acciones y comisiones contra Israel. En lugar de seguir con medidas improductivas y persecutorias, es hora de que la ONU haga su trabajo viendo como solucionar y mejorar las vidas de palestinos e israelíes”. Tal cual. Una voz en el desierto. Quienes apoyan este criterio no se la juegan. Mientras, los demás insisten en acusar, difamar y fundamentalmente incitar al odio contra Israel y los judíos en todo el mundo. ¡Vaya logro para Guterres y su burocracia!
En una parada de autobuses. Cerca de un mercado. En la esquina de un bar. “Pude haber estado allí”, piensan muchos. “Allí estuve tomando un café con un amigo hace dos días”, comenta otro. Eso no sucede en lo que Guterres llama ocupación. Eso sucede a cada momento en las ciudades israelíes. Cuando ocurren hechos similares en Londres, Bruselas o París, ¿Guterres les dice a las fuerzas de seguridad de esos países lo que deben hacer?
Hoy Israel tiene relacionamiento con Emiratos, Bahrein, Marruecos, Turquía, Sudán, Egipto, Jordania, entendimientos con Arabia Saudita, o sea, ¿por qué desde la ONU no les preguntan a los países árabes por qué la farsa montada especialmente por Abbas en los organismos internacionales hoy tiene el eco de algunas dictaduras y de los pusilánimes? Porque tienen temor de la respuesta. Contestaciones que les dirían, entre otras cosas, que las diferencias y conflictos políticos se solucionan en una mesa y cara a cara y no embolsando el dinero de la gente y culpando al otro de la propia corrupción. Y eso sería duro de escuchar, porque a la larga lo que les estarían diciendo es que recuerden que pasó con la Sociedad de Naciones, y cómo desapareció pisoteada por las dictaduras que empezaron a nacer desde 1922. Su sucesora de hoy no va por mejor camino.