El miércoles 8 de diciembre el ahora ex presidente peruano Pedro Castillo anunció el cierre inconstitucional de un Congreso que estaba a punto de votar por su vacancia por liderar una organización criminal, tráfico de influencias y colusión. Castillo también anunció la disolución de todas las entidades judiciales, que lo acusaban de una gran cantidad de cargos criminales de corrupción que eran las que estaban dando lugar a la causal de permanente incapacidad moral para gobernar.
Fue una decisión ilegal que violaba el artículo 117 de la Constitución peruana, pero hecha de un modo tan torpe, que ni siquiera se aseguró contar con el respaldo de la policía y las Fuerzas Armadas ya que su decisión sólo podría implementarse a la fuerza. Se suma a la torpeza su traslado tardío a la embajada de México para hacer efectivo el asilo que le había prometido Andrés Manuel López Obrador, siendo detenido en el camino por su propia escolta policial respondiendo a la orden de sus altos mandos.
A las pocas horas de detenido acusado por flagrante delito de rebelión estaba en el mismo centro de detención de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) que el ex presidente Alberto Fujimori quien también hiciera un golpe de estado el 5 de abril de 1992 aunque en su caso con éxito por contar con el respaldo de las FF.AA. Así, ya van 6 de los últimos 10 presidentes que están presos, fugados o en pleno proceso judicial acusados por diversos delitos de corrupción. Ellos son Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Manuel Merino.
Para quienes no conocen el caso peruano según el artículo 117 de la Constitución el presidente de la República solo puede ser acusado, durante su período, por traición a la patria, por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales, por disolver el Congreso y por impedir su reunión o funcionamiento o los del Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral.
Según el artículo 134, el presidente puede disolver el Congreso solo si este ha negado su confianza a dos gabinetes ministeriales, cosa que no había sucedido a pesar que el gobierno hizo saber que ya había habido una primera negación fáctica de la confianza. El Tribunal Constitucional calificó como “golpe de Estado” el cierre del Congreso exhoratando al Congreso a “actuar conforme a sus atribuciones y competencias”, es decir llamar a la vicepresidenta, Dina Boluarte, para que asumiera el gobierno de la nación.
Con eso terminaba el suicidio político de Castillo, con un discurso autodestructivo producto del miedo y la desesperación de verse acorralado sin salida que lo mantenga en el cargo presidencial.
En este contexto, le escribí un mensaje público a la actual presidenta Dina Boluarte que dice lo siguiente
Sra. Presidenta Dina Boluarte, aún suponiendo que en los pasados 16 meses del gobierno de Pedro Castillo no haya aprendido nada sobre la lealtad política, premiada con la licencia para hacer del estado un botín, tiene Ud. la oportunidad de aprenderlo con una sola acción. Escuche o lea Ud. lo que decían los ministros ayayeros de Pedro Castillo hasta minutos antes del golpe y lo que dijeron minutos después.
Betssy Chávez como PM y los afiles Alejandro Salas, Felix Chero, César Landa y Roberto Sanchez, que iban a asistir al congreso a defender la no-vacancia de su ídolo Pedro Castillo, junto con todos los ministros sabían que se venía el inconstitucional cierre del Congreso porque eso es lo que firmaron en el acta del Consejo de Ministros del 24 de noviembre. Empujados por el desubicado Aníbal Torres, el gabinete interpretó como negación de la cuestión de confianza el rechazo de plano del Congreso a dar cabida a su iniciativa legal de desconocer una ley que solo el Congreso podría modificar. Hecho eso, ya estaban fabricando la segunda no-confianza.
Aníbal Torres y Betssy Chávez crearon las condiciones para que Pedro Castillo pensara que el cierre del Congreso era la ruta óptima para su supervivencia en el gobierno. Como se vio, Castillo terminó preso.
Minutos después de que las Fuerzas Armadas dijeran que no avalan esta rebelión de Castillo-Torres y ante un Congreso que inevitablemente vacaría al presidente, empezaron a decir exactamente lo contrario a lo que decían hasta unas horas antes, adornando su fuga y salvataje personal con todo tipo de frases de desconocimiento y rechazo al pronunciamiento inconstitucional de Castillo.
Sra. Presidenta, eso mismo se lo van a hacer a Ud. Por eso, cuando escoja a un PM y a los ministros, antes de preguntar cuán cercano es ideológicamente pregúntese cuán íntegro y competente es cada uno revisando su trayectoria, y sobre todo, cuán honesto será para hacerle frente a Ud. en sus planteamientos antojadizos o impulsos populistas. Para el caso del PM agregaría que le conviene cerciorarse de que goza de buena salud mental. Sumado a ello, reúnase regularmente con periodistas y líderes de opinión con el propósito expreso de decirle “qué anda mal y debe ser corregido”. Eso le ayudará a no pisar los palitos que terminarán en su propia vacancia. Además, sepa que lo que no le van a decir en privado por estar intimidados o no querer quedar mal, se lo van a decir luego en público.
Por el bien del Perú, espero que supere la vergonzosa presidencia de Pedro Castillo y deconstruya la inepta burocracia que éste fabricó con sus allegados, para dar cabida al decoro en las funciones públicas de los decisores que conducen el país. Buena suerte.