¿Cómo podemos los judíos unirnos contra el antisemitismo? Estamos divididos en torno de prácticas religiosas e ideologías políticas. No estamos de acuerdo en lo que respecta al Estado de Israel y, a veces, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en la definición de antisemitismo.
Jonathan A. Greenblatt *
A menos que haya estado viviendo en una cueva durante las últimas semanas, e incluso si no es judío, no puede pasar por alto el hecho de que el antisemitismo ha vuelto a ser noticia: Kanye West, Kyrie Irving, Nick Fuentes; los extremistas volviendo en masa a Twitter; el presidente Donald Trump postrado ante los antisemitas durante una cena en Mar-A-Lago; “Saturday Night Live” comenzando con un monólogo que trafica con temas antisemitas; miembros de los Black Hebrew Israelites intimidando a los aficionados judíos que acuden al Barclays Center, y un círculo vicioso de antisemitismo recorriendo las redes sociales.
En un momento en que los incidentes antisemitas ya habían alcanzado el punto más alto de los últimos tiempos, éste es el tipo de generalización del antisemitismo que no habíamos visto desde la década de 1930.
Si hay algo que he aprendido como director general de la Liga Antidifamación (ADL) es que, cuando se trata del pueblo judío, el odio no discrimina. Cuando Kanye dice que los judíos controlan la industria musical, no se refiere a los judíos ricos ni a los judíos conservadores. No está señalando a los que apoyan al Likud o a los que apoyan a Meretz, dos partidos políticos israelíes. No está señalando a los judíos ortodoxos frente a los judíos reformistas. Habla de todos nosotros.
Lo mismo ocurre con los supremacistas blancos que hacen circular teorías del Gran Reemplazo sobre judíos que conspiran para traer más gente de color e inmigrantes a Estados Unidos para “reemplazar” a los blancos. A ellos no les importa si usted es un fanático votante de MAGA o un miembro reconocido de los Socialistas Democráticos de América. No les importa: si usted es judío, está en su punto de mira.
Otro ejemplo desafortunado es el Mapping Project, una malévola campaña que claramente acusaba a los judíos pro-Israel de conspirar juntos en Boston. Sin embargo, su objetivo no eran sólo las organizaciones sionistas. Su objetivo eran todas las organizaciones judías, desde una organización sin ánimo de lucro que ayuda a las personas con discapacidades hasta una escuela judía.
Y aun así, mientras nuestros enemigos nos ven como uno solo, con demasiada frecuencia la comunidad judía parece desgarrada por la discordia y las luchas intestinas.
Estamos divididos en torno de prácticas y creencias religiosas. Estamos profundamente divididos por la política. No estamos de acuerdo en lo que respecta al Estado de Israel y, a veces, ni siquiera nos podemos poner de acuerdo en la definición de antisemitismo. A veces, de forma absurda, algunos líderes judíos intentan derribar a otros líderes judíos, incluso cuando eso desgarra a la comunidad, como ha documentado recientemente Steven Windmuller, profesor jubilado del Hebrew Union College de Los Ángeles.
No señalo esto para restar valor al debate y a la discrepancia, pues ambas son fundamentales en nuestra tradición. Pero debemos ser conscientes de cuándo el debate se convierte en división.
De hecho, para quienes no forman parte de nuestra comunidad, estas divisiones internas pueden dar lugar a malentendidos y confusión. ¿Por qué los judíos no pueden ponerse de acuerdo en nada? En el mejor de los casos, la hostilidad nos hace parecer mezquinos, miserables y tontos. En el peor, permite a los antisemitas ver en nosotros aquello que más odian.
Normalmente, tras los ataques antisemitas –como el tiroteo en Tree of Life o la situación de los rehenes en Colleyville, Texas–, los judíos de todo el espectro político dejamos a un lado nuestras diferencias y damos muestras de unidad. Cerramos filas, proclamamos que somos uno, pedimos a nuestros políticos que hagan más, levantamos nuestros escudos y esperamos lo mejor.
Pero en un momento en que una celebridad con seguidores casi de culto –Kanye West, o Ye, como ahora se hace llamar– utiliza su plataforma de más de 38 millones de seguidores en las redes sociales para difundir temas de odio sobre los judíos –el tipo de chismes desquiciados y odiosos, como el control y el poder judíos, que han dado lugar a ataques antisemitas a lo largo de la historia–, yo diría que la respuesta de cerrar filas, aunque eficaz en el momento, no tiene la resistencia que podríamos lograr si tuviéramos una comunidad judía más unida.
¿Realmente qué tiene verdadera resistencia? En este momento singularmente frágil, debemos optar por acoger nuestras diferencias, o al menos aceptarlas, y apoyarnos en Ahavat Yisrael, el amor por nuestro prójimo judío. Podemos discrepar ferozmente a nivel interno mientras permanecemos completamente unidos frente al odio externo.
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Somos el guardián de nuestro hermano y cualquier judío que sea víctima del antisemitismo es, en última instancia, nuestra responsabilidad. Debemos unirnos, a pesar de nuestras diferencias, y luchar contra quienes odian a nuestro pueblo.
¿Cómo podemos los judíos unirnos contra el antisemitismo respetando nuestras divisiones ideológicas?
En primer lugar, éste no es el momento de intentar ganarnos unos a otros. Este es un momento para declarar que cada judío importa y merece ser protegido. Podemos no estar de acuerdo en muchas cosas, pero podemos entender que la diferencia no tiene por qué ser sinónimo de división. No podemos permitir que el tóxico partidismo que se ha filtrado en gran parte de nuestra sociedad envenene nuestros espacios comunitarios. No hay judíos “Tikkun Olam”. No hay judíos “Trump”. Solamente hay judíos y debemos recordar la máxima: amarás a tu prójimo como a ti mismo.
En segundo lugar, debemos reconocer que la autodefensa comienza con el amor propio y el autoconocimiento. La alfabetización judía es esencial para nuestra supervivencia a largo plazo. A muchos les gusta comentar que el rabino Abraham Joshua Heschel rezaba con los pies, pero lo hacía en parte porque se colocaba los Tefilín o filacteria con sus manos. Esto no quiere decir que todos tengamos que manifestar nuestra fe de la misma manera. Hay muchos judíos que renuncian por completo a los rituales y, a pesar de ello, su conexión con nuestro pueblo es tan fuerte y tan válida como la de quienes rezan todos los días. Pero los valores compartidos que emanan de la Torá siguen uniéndonos como pueblo: debemos redoblar no sólo nuestros esfuerzos para transmitir estos valores a nuestros hijos de forma que se relacionen con la próxima generación, sino que también debemos reaprender estos valores nosotros mismos.
Tercero, nunca debemos permitir que nuestras convicciones ideológicas pasen por alto o ignoren el antisemitismo de quienes suelen ser nuestros aliados políticos. Debemos ser moralmente firmes y denunciar el antisemitismo allí donde lo veamos, y no solamente cuando nos convenga políticamente. Debemos ser igual de fieros en los círculos políticos a los que pertenecemos, y en los que en última instancia tenemos más influencia y peso, que al denunciar el odio señalando a los del otro lado.
El rabino Menajem Mendel Schneerson compartió su sabiduría sobre el hecho de que, si bien cada judío es un individuo único, como pueblo compartimos un “rasgo común básico que nos convierte en una única entidad colectiva”
En vida, el rabino Menajem Mendel Schneerson compartió su sabiduría sobre el hecho de que, si bien cada judío es un individuo único, como pueblo compartimos un “rasgo común básico que nos convierte en una única entidad colectiva”. El Rebe de Lubavitch comprendió que esta unidad ha sostenido al pueblo judío a lo largo de la historia.
Si miramos a nuestros antepasados, podemos ver ejemplos de cómo mantenerse unidos en tiempos de lucha ha hecho más fuerte a nuestra comunidad. Es muy posible que estemos viviendo de nuevo uno de esos períodos difíciles. Espero que sepamos enfrentar el momento.
(*) Jonathan A. Greenblatt es el director ejecutivo y director nacional de la Liga Antidifamación (ADL) y autor de “It Could Happen Here”.
Fuente: Ynet en español